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IU Madrid deja su sede y acuerda despedir a sus 11 trabajadores

La federación madrileña ha acordado el ERE con los trabajadores mientras continúa su enfrentamiento con la dirección nacional

Pablo León

Izquierda Unida de la Comunidad de Madrid (IUCM) ha dejado su sede en el paseo del Molino (Legazpi). También ha despedido a los 11 trabajadores que le quedaban. La formación debe 1,7 millones de euros a Hacienda y la Seguridad Social. Una deuda en la que, según la agrupación madrileña, IU nacional también tiene una responsabilidad subsidiaria. “Aunque para ellos seamos otra formación, gestionaremos todo lo que tiene que ver con la deuda valorando la parte que le corresponde a IU”, explican desde la agrupación. La dirección federal, por su parte, considera que no existe vínculo con IUCM.

La sección de Izquierda Unida de la Comunidad de Madrid (IUCM), formación que hasta el 14 de junio, fecha de su expulsión de la federación nacional, representaba a IU en la región, ha concluido un ERE (expediente de regulación de empleo). El resultado: el despido de los 11 trabajadores que le quedaban. “Nos han dejado en un ahogo económico insalvable”, explican fuentes de la federación madrileña. Además de la medida, acordada con la plantilla y cerrada el pasado sábado, IUCM dejará definitivamente su sede en el paseo del Molino, en Legazpi, para ahorrar gastos. A partir de septiembre, el partido usará los establecimientos de los grupos locales.

La sección de la formación en Madrid tiene una deuda con Hacienda y la Seguridad Social de 1,7 millones de euros, según la propia formación. Y no tiene manera de pagarla. Al no conseguir ningún escaño ni en la Asamblea de Madrid ni en el Ayuntamiento, ha perdido las subvenciones con las que contaba. “Los militantes pagan sus cuotas, pero el 90% de nuestros recursos provenían de la subvención del grupo parlamentario”, explica un dirigente.

Una lucha cainita con consecuencias económicas

“Teníamos una federación regional. Los líderes nacionales querían acabar con ella. Nosotros decimos ‘no’ y ellos consideran que tienen que hundirnos. Para ello realizan una campaña feroz con la finalidad de que no consiguiéramos representación política y provocarnos un ahogo económico insalvable”. Con estas palabras resumen, desde la agrupación madrileña, la guerra abierta entre IU e IUCM.

Las tensiones comenzaron meses antes de las elecciones municipales y autonómicas del pasado 24-M. En las primarias del partido en Madrid resultaron ganadores Tania Sánchez y Mauricio Valiente. Ambos políticos apostaban por la confluencia con la candidatura ciudadana de Ahora Madrid para presentarse unidos al Ayuntamiento, y con Podemos para la Comunidad. Izquierda Unida no se pronunció, pero la federación madrileña se negó a diluir sus siglas. Esas tensiones terminaron con Tania Sánchez dimitiendo —presionada también por un supuesto caso de corrupción que quedó archivado— y con Valiente en las listas de Ahora Madrid.

El poeta Luis García Montero y la militante Raquel López los sustituyeron. García Montero como candidato para la Comunidad y López para el Ayuntamiento. Ninguno de los dos consiguió representación política en ninguna de las dos Administraciones.

“Izquierda Unida se desvincula, a todos los efectos legales jurídicos y políticos del partido político denominado Izquierda Unida de la Comunidad de Madrid”. Con estas palabras, el pasado 14 de junio, la dirección federal rompió con la regional.

Aunque la deuda con Hacienda está a nombre de la federación madrileña, sus componentes consideran que la dirección nacional tiene una responsabilidad subsidiaria. “Aunque para ellos seamos otro partido, gestionaremos todo lo que tiene que ver con la deuda valorando la parte que le corresponde a IU federal”, explican desde IUCM.

Para IU federal, Madrid es independiente desde hace “muchos años”. “Se constituyeron como formación política propia, por lo que las decisiones que hayan tomado no tienen nada que ver con el resto del partido”, cuentan. “No es como otras federaciones con las que había un vínculo”, añaden.

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Esa separación se hizo más evidente —y mucho más profunda— el pasado mes de junio, cuando IU rompió con la sección madrileña tras un año lleno de tensiones debidas, principalmente, al modo en el que debían presentarse a las elecciones municipales y autonómicas. Un sector quería unirse a la candidatura de unidad popular de Ahora Madrid mientras que otro se negaba a perder sus siglas. El liderazgo en el partido y la elección de sus primeros espadas fueron otros de los motivos de tensión.

Así, el tira y afloja que comenzó en febrero concluyó hace dos meses con la ruptura total entre IU e IUCM. El 14 de junio, el secretario de Organización de IU, Adolfo Barrena, anunció la ruptura legal con la federación de Madrid, lo que suponía que unos 5.000 militantes tenían que afiliarse de nuevo si querían seguir perteneciendo a la coalición. Desde ese momento, tan solo “unas 500 o 600 personas” se han dado de baja de IUCM, según fuentes de la dirección madrileña, para afiliarse a IU.

“Hemos recurrido ante los juzgados la decisión federal de desligarnos”, cuentan los responsables. En julio, varios afiliados demandaron a la dirección federal alegando que se había vulnerado su derecho fundamental de asociación y participación política. En esa demanda, se pedía la suspensión cautelar de la decisión de la federación nacional de desvincular al grupo madrileño.

“Esta precariedad absoluta, con la imposibilidad de conseguir ningún tipo de ingresos, es la consecuencia de lo que la dirección nacional hizo el 24-M, cuando Alberto Garzón decidió eliminarnos”, dice uno de los trabajadores de IUCM, que prefiere no dar su nombre. Como el resto de sus compañeros, ahora se queda sin empleo. “Tomamos la decisión de irnos todos a la calle de manera unánime. Fue un acto de responsabilidad”, añade. Ninguno ha puesto pegas a la hora de firmar el “ERE por extinción” y, oficialmente, no quieren hacer declaraciones al respecto.

Ninguno de los empleados ha recibido el pago correspondiente a las nóminas de junio y julio, pero el partido mantiene el compromiso de abonárselas. Del mismo modo, ha acordado pagar la cotización a los mayores de 55 años para facilitarles la posibilidad de recibir la jubilación.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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