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Los vecinos del edificio contiguo al caído en Carabanchel vuelven a casa

Las familias regresan a sus hogares después de 11 noches y 10 días en un hotel

Diego Fonseca Rodríguez
Ana María Canela, vecina del edificio contiguo al desplomado, en su casa.
Ana María Canela, vecina del edificio contiguo al desplomado, en su casa.SANTI BURGOS

Primero llegaron Míriam García, su marido y sus tres niños. Después entraron Sebastián Vázquez, su esposa y su hijo. Tras ellos, el resto de vecinos del edificio número 7 de la calle de Duquesa de Tamames, el inmueble contiguo al que se desplomó el lunes 3 agosto, han vuelto este viernes, familia tras familia, a sus casas. Después de 11 noches y 10 días en el hotel Ribera del Manzanares, los vecinos, que también fueron desalojados poco antes del desmoronamiento del edificio, han encontrado sus casas empolvadas por la arena y el polvo que levantó la caída del inmueble número 5.

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Casi todo estaba igual dentro de sus hogares, pero por las ventanas abiertas —era una noche calurosa cuando fueron desalojados— se coló la polvareda de los escombros en los pisos contiguos al edificio desplomado. En algunas casas la suciedad llegó, incluso, hasta los armarios. "Dejamos las ventanas abiertas porque pensábamos que nos desalojaban para unas horas. Nos queda un trabajo duro", cuenta Vázquez, de 53 años, mientras toca con la yema de los dedos la parte superior de la nevera y levanta una nube de arenilla y polvo. Vázquez tose, porque desde que ha llegado, a las 10.30 de este viernes, las partículas se le han metido en la garganta. Ha quitado las sábanas de las camas, porque debe limpiar todo, y su hija y su mujer le echan una mano en la cocina. "Parecía que había estallado una bomba", dice.

También limpia García, que se ha pasado las 11 noches en el hotel con su marido, Sebastián Muñoz, y sus tres hijos. Muñoz fue el primero en enterarse de lo que pasaba en el edificio contiguo el 3 de agosto, cuando a las tres de la madrugada oyó un crujido y bajó a la calle a mover el coche porque pensaba que le estorbaba a la policía. “Les escuché hablar por los walkie-talkies y entendí todo”, cuenta Muñoz, que ha pasado estos días con la ropa justa para sus hijos.

Tampoco han tenido muchas mudas Ana María Canela y su novio, que han pasado las 11 noches y los 10 días en casa de un familiar porque en el hotel no podían alojar a Lessy, su cachorro. Este viernes, Canela, de 25 años, regresó al piso a las 12.00 porque se enteró por su madre de que ya podían volver. “Nadie nos ha avisado. Mi madre estaba escuchando la radio y me llamó para avisarme”, cuenta.

Las zonas comunes del edificio también están sucias. Varios operarios se están encargando de limpiarlas desde la mañana después de que los técnicos del Ayuntamiento concluyeran el jueves que el inmueble no registra daños estructurales. En la inspección, realizada planta por planta, los especialistas no detectaron fallos de carácter estructural y consideraron superadas las precauciones, según informó el Consistorio en un comunicado.

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En la madrugada del 3 de agosto, los pilares del inmueble número 5 de Duquesa de Tamames, construido en 1964, cedieron y 40 viviendas fueron desalojadas —incluidas las del edificio colindante— debido a las enormes grietas que aparecieron. Cuatro horas después la parte trasera se derrumbó y el Ayuntamiento les proporcionó alojamiento.

La preocupación por este edificio surgió en mayo cuando al ir a pintar su piso alquilado José Luis, en paro tras cerrar su tienda de cortinas, y Anabel, que trabaja en telefonía, descubrieron al mover un mueble y el televisor que lo que había empezado siendo una pequeña raja —“parecía un desconchón de pintura”— se había convertido en una grieta que en diagonal cruzaba la pared. “Desplazó el muro. Un perito y un arquitecto del seguro, según su relato, restaron importancia al desperfecto y retrasaron a septiembre las obras. El edificio se desplomó un mes antes.

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Sobre la firma

Diego Fonseca Rodríguez
Es redactor en la sección de Deportes de EL PAÍS, en donde ha estado en otras secciones. Antes trabajó en Efe, Cadena SER, ABC y Faro de Vigo. Es licenciado en Periodismo por la USC, Máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo EL PAÍS. En 2021 obtuvo el Premio Lilí Álvarez de Periodismo.

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