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El poder de la voz

El actor Josep Maria Flotats y el violonchelista Lluís Claret fascinan en Peralada

Peralada, una de las capitales veraniegas del esnobismo, el paripé y el glamour más descaradamente ostentoso, es capaz, también, de ir al extremo opuesto y presentar uno de los espectáculos más secretos y menos mediáticos del verano catalán. Un espectáculo fascinante por intenso, por íntimo y esencial.

En el marco —ese sí— incomparable de la biblioteca del Castell de Peralada, la biblioteca particular más importante de Cataluña, un espacio bellísimo, insólito, irrepetible; acogidos por más de 48.000 libros expuestos (además de otros 50.000 en otras salas y en depósitos) se desarrolló ante apenas un centenar de asistentes Jusqu'à quand? una sesión —¿un espectáculo?— de lectura dramatizada de textos en francés del dramaturgo Jean-Claude Grumberg a cargo del actor Josep Maria Flotats y el violonchelista Lluís Claret.

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La selección de textos provenía de Pleurnichard y Mon père. Inventaire, obras de carácter autobiográfico donde Grumberg, a través de la evocación de sus recuerdos de infancia durante la ocupación alemana de París, marcados en todo momento por la figura del padre ausente, deportado, muerto en los campos de exterminio, medita sobre sí mismo, sobre la herida, la marca eterna de esa ausencia pero, también, sobre el antisemitismo latente, aún hoy, en la sociedad.

Los textos, leídos en la traducción que figuraba en el programa de mano, eran buenos, inteligentes, astutos, ácidos, con algunas notas, amargas, de humor negrísimo, pero en modo alguno permitían presagiar el espectáculo que se avecinaba. Fue la voz, el poder de la voz de Flotats lo que puso en pie y literalmente creó el espectáculo, el arte.

Fue el ritmo, adecuado a cada emoción; las entonaciones, los cambios de registro según el personaje tratado, la administración magistral del peso ominoso de los silencios, silencios que hablaban a gritos, lo que hizo aparecer el latente e imponente poder dramático de aquellos textos.

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Claret, a partir de fragmentos libremente adaptados de piezas de referencia hebraica como Kaddish en la versión de Ravel o Kol Nidrei en la versión, célebre, de Max Bruch, a través de fragmentos de Shostakovitch, de Britten de Bach o de la canción de cuna vasca Aurtxo Seaskan, una de las más bellas que se han compuesto jamás, añadía a las palabras el perturbador y misterioso poder abstracto e irracional de la música.

Con todo, Jusqu'à quand?, un espectáculo que no se debería perder, que debería poder reponerse pronto en algún espacio íntimo y acogedor, es un espectáculo basado en el poder mágico de la voz.

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