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El primer ‘crowdfunding’ español

La Sociedad de Condueños de Alcalá de Henares fue la primera organizada para conservar el patrimonio artístico de una ciudad

El presidente José Felix Huerta señala la firma de Azaña.
El presidente José Felix Huerta señala la firma de Azaña.fran serrato

Los viandantes siguen su tránsito por la plaza de Cervantes, en pleno casco antiguo de Alcalá de Henares, ajenos a la historia de las paredes que les observan. Junto a la Iglesia Mayor, parcialmente destruida en la Guerra Civil, se abre al visitante una corrala de piedra y madera del siglo XVIII. En mitad de ella está Ricardo Altés mirando a un pozo al que bajó muchas veces de niño.

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Hoy tiene 95 años y aunque apenas ve, el patio lo conoce a la perfección. “Allí, en aquella zona, cayó una bomba en 1937 que mató a la hija de don Cipriano y a su novio”, rememora. Vive en la misma casa donde nació. Tiene una pensión pequeña, pero no necesita más porque paga una renta antigua de 15 euros al mes. Un alquiler simbólico, como el que pagan los cinco inquilinos de las otras tres viviendas del inmueble. Simbólico es también el alquiler del Rectorado de la Universidad de Alcalá y el del resto de los que completan la manzana, construida en 1508 bajo la batuta del arquitecto Pedro Gumiel. Cero euros. La Sociedad de Condueños, propietaria de los edificios, los tiene cedidos a la Administración.

El complejo forma parte de la obra que el cardenal Cisneros quiso legar a la ciudad y que tenía a la educación como eje principal. El religioso era un erudito que supo adelantarse a su tiempo y fundó, en 1499, la Universidad Cisneriana, una de las instituciones de este tipo más antiguas del mundo. En 1836, con la desamortización de Mendizábal, que expropió terrenos al clero regular, y la creación de la Universidad en Madrid, Alcalá se quedó sin su más preciado baluarte y sus edificios fueron vendidos. El conde de Quintos comenzó a desmontar la fachada de Gil de Hontañón para adjudicarla, por partes, al mejor postor. Lo mismo ocurrió con otros inmuebles abandonados. Fue entonces cuando un grupo de alcalaínos, de diferentes extractos sociales, aunaron sus fuerzas para salvar el legado de Cisneros, relata el historiador local José Antonio Perálvarez.

Fueron 126 vecinos de Alcalá, que no llegaba a los 5.000 habitantes, los que crearon en 1850 la Sociedad de Condueños, la primera organización privada fundada en España para salvar y conservar el patrimonio artístico de una ciudad. “Es posiblemente el primer caso de crowdfunding en España”, explica sonriente José Félix Huerta, un farmacéutico de 69 años que los últimos seis ha ejercido como presidente de esta institución. Para poder ejercer el cargo hay que presentarse a unas elecciones que se celebran cada dos años. El requisito para ello es ser condueño, lo cual se acredita con “unas láminas que son como las acciones”, explica Huerta mientras abre una enorme caja fuerte metálica, de color grisáceo, donde guarda, entre otros importantes documentos, las actas fundacionales, en las que actuó como escribano Gregorio Azaña, abuelo del presidente de la II República. “Manuel Azaña también era condueño”, subraya. Lo que no es simbólico es el valor de los inmuebles, al que Huerta no pone cantidad. “Estas cosas no se pueden comprar con nada”, exclama.

Tengan el precio que tengan los edificios, sus propietarios son los titulares de sus láminas. “Inicialmente se emitieron 900, pero en la actualidad sólo existen 300 de ellas y más o menos los mismos condueños”. La labor de esta sociedad ahora es mantener los edificios. Según Huerta “es muy costoso”, ya que el presupuesto de los condueños, que no desvela, es pequeño y no existe más aportación pública que la excepción del impuesto del IBI. “El dinero que ingresamos está basado en el dinero de los alquileres”. Con ese montante se rehabilitan las construcciones y se dan tres premios de 1.000 euros a los mejores doctorados del año. La universidad volvió en 1975, tras un siglo y medio de espera. Ahora da trabajo a casi 3.000 personas.

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