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Velódromo de Horta, la madera que cuenta historias

La instalación que fue talismán en Barcelona 92, estrena su renovada pista y se rebautiza con el nombre de Miquel Poblet

Un ciclista rueda sobre la nueva pista del velódromo.
Un ciclista rueda sobre la nueva pista del velódromo.CRISTÓBAL CASTRO

La lluvia, el viento, el sol, incluso la nieve, son factores de riesgo para una madera que ha visto como el paso del tiempo la fue desgastando. En el Velódromo de Horta, en la zona alta de Barcelona, estos factores provocaron durante más de tres décadas que su pista hecha de madera adquiriese un tono roído y ennegrecido como consecuencia de la humedad reinante en la ciudad condal. Es por esto que la Federación Catalana de Ciclismo, con sede en el velódromo, y el Ayuntamiento de Barcelona decidieron renovar la pista en su totalidad, junto a otras mejoras, con un coste que supera los dos millones de euros. El director de esta infraestructura, Manel Herrando, avala la decisión: “Es una madera específica para exterior [proveniente de Camerún] que en ningún caso se puede pintar porque hace que sea muy deslizante y, por consiguiente, no es bueno para la bicicleta”.

Los ciclistas ruedan sobre la nueva pista.
Los ciclistas ruedan sobre la nueva pista.Cristóbal Castro

El pasado mes de junio culminaron las obras de renovación, pero aún quedan algunos trozos de la primera madera que algunos románticos han querido guardar como un recuerdo de la pista que vio ganar el primer oro de Barcelona 92 a José Manuel Moreno. Una madera que rememora historias de grandeza y de pérdida, de olor a nuevo y del más absoluto abandono. Durante años recogió los sueños y las frustraciones de los deportistas que rodaron sobre ella. Ahora, dice adiós para dar paso a otra madera que cuente nuevas historias.

El distrito de Horta-Guirnardó fue el lugar escogido para construir el velódromo de 250 metros de cara al Mundial en pista de 1984. Situado en una zona privilegiada, con vistas al mar, a la montaña y a la Barcelona de los años ochenta, que vivía una época de esplendor deportivo con la candidatura de los Juegos Olímpicos en el horizonte, los arquitectos Esteve Bonell y Francesc Rius, con la ayuda del especialista en velódromos Herbert Schürmann, diseñaron una infraestructura con capacidad para 3.800 espectadores y una pista homologada que fue catalogada como una de las mejores del mundo, la mejor si hubiese sido cubierta. La tradición ciclista existente en Barcelona durante la segunda mitad del siglo XX culminó con la construcción de esta pista, que vio rodar por última vez como profesional al histórico Guillermo Timoner, seis veces campeón del mundo.

José Manuel Moreno, hijo de españoles inmigrantes, se trasladó con 9 años a Chiclana de la Frontera (Cádiz) para empezar con quince a pedalear. Tras dedicarse plenamente a este deporte durante su juventud, se proclamó Campeón del Mundo amateur en Stuttgart (Alemania) y se adjudicó el oro en los Juegos del Mediterráneo de 1991.

Un oval para enganchar a la gente de la calle

En EEUU, los velódromos son infraestructuras con un aire misterioso, cerradas al público. Muchos fixies (ciclistas de piñón fijo) saltaban las vallas para poder rodar por la pista. Estas actividades clandestinas dieron la idea a dos amantes de la bicicleta para potenciar este deporte en la gente de la calle, abriendo las puertas del velódromo de nuevo a la ciudad de Barcelona. Jaume Mas, ex seleccionador olímpico, junto al especialista en ciclismo base Vicenç Català, decidieron poner en marcha un proyecto para iniciar a personas en este deporte. Tuvieron la idea durante su estancia en Los Ángeles, donde los mensajeros se reunían con sus bicicletas para competir en los velódromos. De la unión del colectivo Eciclika junto al Club Barcelona Pista Esportiu (creado en 2011) y la FCC, surgió el equipo PistaBCN.

“Nos dimos cuenta de que había un sector al que le hacía falta la entrada al velódromo y, a su vez, al ciclismo. A la hora de comenzar cualquier deporte, uno no sabe a dónde dirigirse”, explica Mas. Por ello, Català y él mismo se reunieron con la FCC y el director del velódromo para abrir la pista a ciclistas aficionados los sábados. “Nos dejan venir a cambio de prestar servicio a los federados”, añade el ex seleccionador. Gracias a este acuerdo, las personas tienen acceso a clases personalizadas. Sin embargo, aún queda en el horizonte la idea de que este club compita al máximo nivel.

Poco le costó a Mas conseguir la aprobación del director del velódromo. “Es la idea que todos queremos: ciclistas entrenando en la pista. Hay que promocionarlo. Si no haces cantera, no habrá élite”, explica Manel Herrando.

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Moreno era una apuesta segura para la selección española, pero lo que no se pensaba en ese momento es que abriese el medallero español de Barcelona 92. El chiclanero apenas había probado la famosa pista de Horta, y el día de la contrarreloj no fue diferente. Un helicóptero lo llevó al velódromo a pocos minutos del comienzo de la prueba. Paró el reloj en 1:03.342, batiendo un récord olímpico de 1968. La primera medalla del ciclismo en pista español colgaba de su cuello, aviso de lo que serían estos Juegos para el deporte español: 22 medallas que situaron a España en el sexto puesto del medallero. Moreno impulsaba el ascenso del ciclismo en pista español, llegando a la cima con Joan Llaneras y sus cuatro medallas.

La resaca olímpica fue más dura de lo que se imaginaba. El velódromo se convirtió con el paso de los años en un lugar solitario y nostálgico, abandonado en la zona alta de la ciudad. Para evitar que cayese en el olvido, se le dieron nuevos usos: carpas para celebrar fiestas o conciertos al estilo del Palau Sant Jordi, organización de campamentos, pistas de fútbol sala y fútbol siete, canchas de baloncesto, gimnasios, etc. Pero hasta que la FCC se hizo con su gestión y asentó su sede allí, el velódromo no vio de nuevo la luz.

Además de la madera interior, se ha remodelado el circuito exterior de BMX, convirtiéndolo en uno de los mejores de Europa, para albergar competiciones internacionales. Otra de las piezas clave ha sido la mejora de la accesibilidad para personas con movilidad reducida. Un renacer para la pista que el 19 de septiembre celebrará su reestreno internacional con el Trofeo Ciudad de Barcelona, y también un nuevo nombre que incluye la figura del legendario Miquel Poblet, primer español en vestir el maillot amarillo en el Tour. La guinda para relanzar este deporte y el adiós definitivo a una madera que vivió los años dorados del ciclismo español y ahora deja paso a su sucesora y las nuevas hazañas que ésta pueda contar.

Trabajos del cambio de la madera en febrero de 2015.
Trabajos del cambio de la madera en febrero de 2015.JOAN SÁNCHEZ

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