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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

García Albiol al rescate

El PP de Cataluña ha procedido al octavo cambio de liderazgo -interinidades incluídas- desde la refundación de 1989

Consumatum est. Siguiendo a rajatabla sus propias tradiciones tribales, el Partido Popular de Cataluña ha procedido al octavo cambio de liderazgo -interinidades incluidas- desde la refundación de 1989. ¿Y cuáles son esas tradiciones? En primer lugar, el funcionamiento sufragáneo, de mera delegación regional: no eran las sumisas bases militantes las que reclamaban el relevo, aunque tampoco pedían la continuidad. Ha sido, como siempre, Génova 13 quien ha resuelto. En Cataluña los hay que reivindican la independencia, pero el PPC sigue exhibiendo la más estricta y flagrante dependencia. La lleva en el ADN.

Otra tradición es que los líderes del PP catalán no duren más de cinco o seis años. Alicia Sánchez-Camacho parecía haber batido el récord (siete años y un mes), pero se trataba de una ilusión óptica: desde que a mediados de 2013 comenzó a trascender el contenido de su sobremesa en el restaurante La Camarga con una examante de Jordi Pujol hijo, y luego su relación con el secretario de organización del PSC, podría decirse que la jefatura de Alicia se hallaba amortizada y en tiempo de descuento. Los ritmos geológicos de Rajoy a la hora de decidir, y la dificultad del relevo en el actual contexto político catalán, han alargado esa prórroga un interminable bienio, sometiendo la figura de Sánchez-Camacho a un brutal proceso de erosión. Se comprende que ya no lo pudiese soportar más.

Los ritmos geológicos de Rajoy a la hora de decidir, y la dificultad del relevo en el actual contexto político catalán, han alargado esa prórroga 

La relativa sorpresa es que Madrid haya logrado convencer a Xavier García Albiol, pues inmediatamente después de las municipales éste rechazaba comerse el marrón de un previsible fracaso el 27-S, y parecía reservarse para el día después. En cualquier caso, la novedad del exjugador de baloncesto no residirá en una mayor beligerancia contra el independentismo (¿mayor que la de Alicia?), ni tampoco en un improbable rumbo xenófobo de su discurso para la Generalitat (García Albiol es un pragmático, no un fanático), sino en el realce de un rasgo que ninguno de sus predecesores al frente del PPC había podido invocar: la experiencia de cuatro años gobernando Badalona, la tercera ciudad de Cataluña.

Badalona ha convertido a Albiol en la bestia negra de todos los progresismos

La cara tiene su cruz: el paso por la alcaldía de Badalona ha convertido a Albiol en la bestia negra de todos los progresismos, que se coaligaron hace apenas dos meses para desbancarle. Pero, de cara a unos comicios tan ideologizados y polarizados como los del próximo septiembre, este valor de símbolo, de pararrayos de fobias y filias, puede constituir más una ventaja que un inconveniente. Si las pasiones que García Albiol levanta, la jubilación del cansino discurso sánchez-camachesco y la explotación de la bisoñez de la candidata Inés Arrimadas pueden bastar para que el PPC aguante la acometida de Ciutadans, eso lo sabremos dentro de sesenta días.

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