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Agresiones continuas en cinco piscinas municipales de la capital

El último ataque grave se produjo la tarde del lunes en el polideportivo de San Blas, donde fueron detenidas dos personas

F. Javier Barroso

Los empleados de las piscinas municipales de la capital están sufriendo más agresiones que otros años. En algunos casos les han puesto un cuchillo en el cuello y les han amenazado de muerte. En otras les han agredido y les han partido la nariz o un brazo. Esto ha motivado que más de un trabajador se encuentre de baja laboral por motivos psicológicos y que los afectados hayan pedido más vigilancia y presencia policial. El Ayuntamiento está manteniendo reuniones entre diversas áreas para ver qué soluciones se adoptan.

El aumento de las temperaturas por la ola de calor ha hecho que el número de asistentes a las piscinas municipales se haya incrementado en las últimas semanas, según reconocen los socorristas. Estos prefieren mantener el anonimato. El último caso grave se dio la tarde del lunes en la piscina de San Blas. Una mujer se bañó en la pileta olímpica con pantalones, lo que está prohibido por las normas de uso. Uno de los socorristas le dijo que se tenía que salir porque no podía estar dentro del agua con ese vestuario. Al instante, una veintena de familiares y amigos de la mujer rodearon al trabajador municipal. Uno de ellos le puso un cuchillo en el estómago.

Las instalaciones más problemáticas

Cinco instalaciones son las más problemáticas para los empleados municipales de las piscinas. Se trata de las situadas en Moratalaz, La Elipa, Entrevías, Villaverde y San Blas. Los trabajadores reclaman más medidas de seguridad y que haya más controles tanto en el exterior como el interior, donde muchas veces se producen enfrentamientos con los usuarios.

Las mayores situaciones de riesgo se dan al cierre de las instalaciones y a la salida de los empleados. Es decir, entre las nueve y las diez de la noche. Muchas veces, familias enteras esperan los trabajadores a que salgan y les amenazan o les agreden.

Algunos sindicatos, como la Confederación General de Trabajadores (CGT), están planteando hacer una huelga en todo el sector.

El otro socorrista, que estaba sentado en el puesto de vigilancia, salió en su defensa. Otros dos atacantes sacaron sendos puñales. “Pensé que me mataban. Intentaban clavármelos, pero yo me fui hacia atrás”, recuerda el empleado, que llevan ocho años en la piscina de San Blas. En la denuncia, constan las amenazas: “Te vamos a matar. Te vamos a ahogar. No sabes con quién te estás metiendo. Somos una familia mala de gitanos y no vas a salir vivo”.

Un policía nacional, que estaba con su familia, mostró su placa y ordenó a los atacantes que se marcharan, pero también le increparon: “Payo de mierda, tu no eres policía”. “Fueron tres minutos, pero a mí se me hicieron eternos”, recuerdo el socorrista.

Al poco, llegaron más policías y lograron disolver a los atacantes. Se llevaron detenidos a dos hermanos, Rafael y Jonathan M. F., de 24 y 27 años, ambos con antecedentes policiales. Las concejales de San Blas, Marta Gómez Lahoz, y de Cultura y Deportes, Celia Mayer, se reunieron ayer por la mañana con el socorrista de San Blas. Un coche de la Policía Municipal se encontraba desde por la mañana en la puerta de la instalación.

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“Cada vez sufrimos más amenazas y más riesgo. Son familias muy numerosas que quieren hacer lo que les da la gana en la piscina y, como no hay vigilancia suficiente, nos amenazan”, describe un socorrista, que llevan nueve años en Moratalaz.

Uno de los mayores problemas es cuando llega la hora de cerrar a las nueve de la noche. Muchos de los asistentes quieren quedarse y resulta casi imposible desalojar la zona. “Como uno de los vigilantes se va a custodiar el dinero, queda otro que no logra que se marche la gente”, reconoce el socorrista. Este fue amenazado la semana pasada por varios usuarios cuando les dijo que se tenían que marchar: “Te voy a matar como me vuelvas a hablar. De aquí no me saca ni la Guardia Civil”. A la salida, le estaban esperando cuatro o cinco personas y le propinaron un par de tortazos: “¿Quién manda ahora?” le dijeron mientras le pegaban.

Otro problema es que muchos jóvenes se cuelan saltando las vallas. La multa puede llegar a los 750 euros, pero como son insolventes se queda en nada. “Lo que tendrían que hacer es prohibirles la entrada”, se queja el socorrista de Moratalaz. Eso sí, los empleados tienen la obligación de denunciar todo lo que ocurra. “Lo que no se dan cuenta es de que, si estamos pendiente de lo que hacen los usuarios, no podemos estar vigilando lo que ocurre dentro de la piscina. La verdad, tenemos miedo, lo que no nos había pasado antes”, concluye este empleado.

Hace unos días, a un vigilante de seguridad le quitaron la defensa y le partieron la nariz. A otro trabajador que quiso ayudarle también le pegaron con la porra.

El Ayuntamiento ha reunido a los responsables de varias direcciones generales y de la Policía Municipal para ver qué medidas se toman. Se ha planteado la participación de algún grupo de mediación y el hablar con los líderes de ciertas comunidades para llegar a soluciones de consenso y que no sea preciso tomar medidas represivas.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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