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Rompiendo el techo de cristal modernista

Un congreso internacional que concluye este domingo en Barcelona recupera y descubre el papel oculto de las mujeres artistas de este periodo

'Retrat femení' de Lluïsa Vidal que lleva la firma de Ramon Casas.
'Retrat femení' de Lluïsa Vidal que lleva la firma de Ramon Casas.

Luisa Vidal es una de las pocas mujeres artistas del Modernismo catalán reconocidas, pero le ha costado lo suyo. Valorada, sobre todo, por su “extraordinario talento masculino” que la asemejaba a sus compañeros hombres, expuso casi anualmente en Barcelona y vendió la mayoría de los cuadros que realizaba, lejos del estereotipo femenino de obras con flores y bodegones. Tras su muerte en 1918, víctima de la gripe española, cayó en el olvido y muchas de sus obras acabaron, tras borrarles la firma, atribuidas a otros artistas, todos hombres. Es el caso de Retrat femení que ilustra este artículo, de la colección Godia y Dona amb labor, del Vinseum de Vilafranca del Peneès, firmadas de forma apócrifa por Ramon Casas, para venderlas, sin duda, a mejor precio.

Un par de exposiciones, un libro y acceder, desde hace apenas un año, al olimpo de la colección permanente del MNAC, han devuelto a Vidal al lugar que le corresponde dentro de la pintura modernista catalana, aunque sigue siendo una desconocida más allá de nuestras fronteras. “El congreso intenta recuperar y descubrir el papel escondido de las mujeres artistas de este periodo”, explica Mireia Freixa, presidenta del Comité Científico del II Congreso Internacional Coup De Fouet organizado por la Oficina de Paisatge Urbà del Ayuntamiento de Barcelona, la Universidad de Barcelona, que dirige la coordinación artística a través del grupo Gracmon que dirige Freixa y la Fundació Catalunya La Pedrera, el edificio de Gaudí que ha acogido las sesiones.

Freixa asegura que tras explicar la historia a partir de las guerras y luego la lucha de clases, ahora hay que recuperar el papel de colectivos como el de la mujer o el de los niños, aunque reconoce que el enfoque de la historiografía es diferente: “Interesa destacar tanto lo bueno como lo malo, porque lluïsas vidales hay muchas y la Historia del Arte es la historia social de una época; hay que destacar que cualquier mujer artista es tan interesante como cualquier artista masculino”. El congreso, explica Freixa, ha tratado el tema desde una doble vertiente: la mujer como artista creadora, promotora y protagonista y la mujer como representación estética e ideal de la feminidad.

La experta en arquitectura del siglo XIX Raquel Lacuesta, que ha presidido una de las sesiones, asegura que son necesarios congresos como el que comienza hoy, tal y como demuestra que se hayan presentado más de 40 comunicaciones. Para Lacuesta, más allá del tópico sobre la prohibición y la represión de la mujer, se trata más de un problema “de interés y de demografía, ya que la mujer tenía que compatibilizar su interés con aspectos sociológicos como tener hijos o llevar una casa”. Para ella se trata más de posibilidades económicas y no de un problema de sexos, ya que casi todas las mujeres artistas tienen una situación económica buena, como Luisa Vidal o una de sus alumnas, la hija del conde Güell, pintora y música”. El gran problema. explica, es el desconocimiento de la situación de la época, que congresos como estos pueden solucionar en parte. Una de las comunicaciones hablan de cuatro exposiciones femeninas en la Sala Parés entre 1896 y 1900 “y nadie se rasgó las vestiduras”, asegura.

Para ella, saber cuántas mujeres se dedicaban a las artes plásticas es realmente difícil. “Existen datos en las publicaciones locales, revista más o menos temporales, notas de prensa, pero al no tener una continuidad es difícil seguirles la pista”. Lacuesta también destaca el papel, desconocido, de las mujeres en el mundo textil: “Son ellas las que crean los diseños y producen las blondas y las puntillas, siempre en un ámbito doméstico, facetas que, poco a poco, comienzan a conocerse”, prosigue. Otra cosa son actividades artísticas que requieren abandonar el ámbito doméstico. En este sentido destaca que, pese a que “no existía impedimento ni prohibición para que las mujeres estudiaran arquitectura en Cataluña, no hubo licenciadas hasta 1962”. Una tendencia que parece generalizada en el resto de Europa: En el congreso solo se ha presentado una comunicación sobre arquitectas finlandesas en 1887, un unicum.

Según Lluís Bosch, de la Oficina del Paisatge Urbà, responsable de la Ruta del Modernismo y uno de los máximos responsables del congreso, son 120 los investigadores inscritos que han venido de todas partes del mundo. Tras celebrarse en dos ocasiones en Barcelona, Bosch no descarta que en próximas ediciones se celebre en una de las 75 ciudades que forman parte de la red de ciudades modernistas de todo el mundo.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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