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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Unidad Popular

Parece evidente que no podrá haber candidatura unitaria de la izquierda si la independencia va en el programa, y que tampoco la habrá si no va. Así que lo más probable es que haya dos

El éxito en las pasadas elecciones municipales (en Madrid, Barcelona y otros lugares) de plataformas electorales en las que confluyeron diversas formaciones situadas a la izquierda de los socialistas ha abierto un debate sobre la oportunidad de articular candidaturas de unidad popular en las próximas elecciones generales como fórmula para desalojar a la derecha del poder, relegando al tiempo a los socialistas a la segunda posición en el campo de la izquierda. Se trataría no de una mera opción electoral, sino de agrupar a organizaciones políticas y movimientos sociales en torno a proyectos de auténtico cambio político y social.

Las cosas también se mueven en esa dirección en Cataluña. En ningún sitio resultará fácil la confluencia, pero aquí, a la cuestión de en torno a qué fuerzas se organizaría la Unidad Popular, se le añade de inmediato qué posición adoptaría esta en relación con el proceso. Ahora podrá verse con más claridad hasta qué punto esa cuestión fractura o no a la izquierda y a las clases populares catalanas. Parece evidente que no podrá haber candidatura unitaria de la izquierda si la independencia va en el programa, y que tampoco la habrá si no va. Así que lo más probable es que el 27-S nos encontremos con dos candidaturas de la izquierda transformadora.

Una de ellas, articulada en torno a la CUP, tendrá su base en las comarcas de Girona, Lleida y del interior de Barcelona y Tarragona, pero flaqueará en las ciudades de Barcelona y Tarragona y sus respectivas áreas metropolitanas, como las pasadas elecciones municipales mostraron diáfanamente. El voto a esa candidatura se nutrirá de sectores populares y mesocráticos de comarcas y del voto de clase media radicalizada y nacionalista de Barcelona, como lo muestra el que la CUP obtuviera algunos de sus mejores resultados en las municipales de Barcelona en barrios burgueses y de clase media de la ciudad.

En efecto, mientras Barcelona en Comú obtenía porcentajes cercanos al 40% en los barrios de clase trabajadora del norte y del sur de Barcelona, la CUP no llegaba en ellos al 5% y obtuvo su mejor resultado en el barrio de Vallvidrera-Tibidabo-Les Planes, donde con el 14,5% prácticamente dobló su resultado en el conjunto de la ciudad (7,42%). También estuvo por encima de ese resultado en la Vila de Gràcia (13,9%), en la Dreta de l'Eixample (9,1%) o l'Esquerra de l'Eixample (7,6%), lo igualó en el barrio de Putxet i el Farró (7,4%) y estuvo muy cerca en Les Corts (6,8%).

Si de articular un proyecto popular se trata, no parece que sea la CUP y su propuesta de izquierda independentista quien pueda nuclearlo, y sí una posible alianza de ICV-EUiA con Podemos

Lo mismo ocurre en toda el área metropolitana, aunque ahí es el PSC la principal fuerza de la izquierda, con la CUP en posición marginal, excepto allí donde se alía con otras fuerzas. Así pues, si de articular un verdadero proyecto popular se trata, no parece que sea la CUP y su propuesta de izquierda independentista quien pueda nuclearlo, y sí, por el contrario, una posible alianza de ICV-EUiA con Podemos que coloque el eje social como prioridad, con la cuestión nacional como un elemento también importante del programa, aunque poniendo el acento no en la ruptura del Estado sino en su reforma en sentido federal si las elecciones generales de final de año permiten, como parece, un cambio de mayorías en las Cortes. Por ello, la decisión de Ada Colau de asistir el 11-S como alcaldesa a una manifestación independentista ¿impulsa o entorpece la construcción de esa posible Catalunya en Comú?

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A su vez, la CUP debería explicar cómo conjugará su programa de ruptura social con un dilema con el que se puede encontrar el 28 de septiembre si las encuestas aciertan en la tendencia que casi todas ellas muestran en estos momentos. Y que es el siguiente: si la candidatura que encabece Mas gana y con ERC no suma mayoría absoluta y los votos de la CUP son necesarios para completarla, ¿votará la CUP la investidura de Mas o se abstendrá en segunda votación?

Si no lo hiciese, y contando con que seguramente tampoco lo hará ninguna fuerza de la oposición, Mas no sería investido presidente y el proceso estaría muerto. Para que pueda iniciarse el proceso constituyente que prevé la hoja de ruta pactada por Convergència y ERC, la CUP tendrá que hacer a Mas presidente por acción u omisión. ¿Lo hará? Los electores de izquierda merecen saberlo antes de tomar una decisión sobre su voto el próximo mes de septiembre.

Francisco Morente es profesor de Historia Contemporánea en la UAB

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