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Reírse con la música

Las alocadas interpretaciones del dúo humorístico Igudesman & Joo conquistan el Palau

Un momento del insólito concierto de Igudesman & Joo en el Palau de la Música.
Un momento del insólito concierto de Igudesman & Joo en el Palau de la Música.Juan Barbosa

Rachmaninov tenía las manos grandes. Lo saben los pianistas que intentan tocar sus dificilísimas piezas. Ahora también lo saben millones de personas gracias a un sketch del dúo formado por el violinista ruso Aleksei Igudesman y el pianista anglocoreano Hyung-ki Joo, Rachmaninov had big hands, uno de los más vistos en Youtube. No faltó esa sensacional ejecución, en la que usan como auxilio tablas de madera para alcanzar las medidas de las manos del genial compositor ruso, en el debút de Igusdeman & Joo en el Palau; su desternillante concierto A Big Nightmare Music (Una gran pesadilla musical)con la Orquesta Simfonica del Vallès y Rubén Gimeno inundó ayer el templo modernista de humor, ingenio y virtuosismo musical.

No reírse de la música, sino con la música. Ésa es la clave del éxito de Igudesman & Joo; sus gags sacan punta a las convenciones que rodean al mundo de la música clásica. Parece algo fácil, pero no lo es. Ellos lo consiguen con una rara combinación de virtuosismo técnico y vis cómica capaz de divertir a todos los públicos con sus inesperados pasajes humorísticos. Y el público del Palau celebró entre carcajadas las alocadas interpretaciones de su original pesadilla sinfónica que han compartido con orquestas de todo el mundo.

El éxito del concierto, dedicado a Payasos sin fronteras, fue grande porque la Simfónica del Vallès y su titular, Rubén Gimeno, llevan años jugando con las posibilidades que ofrece el teatro y el humor para conquistar nuevos públicos. Y con Igudesman & Joo las posibilidades son infinitas porque, bajo su prisma surrealista, convierten en risas todo lo que tocan.

Un Mozart con aires de James Bond abrió el concierto, en el que presentaron las piezas mezclando catalán, castellano e inglés con gracia. Jugaron con clásicos populares como la Marcha turca, que sonó más oriental que nunca, y El Danubio azul de Johann Strauss, en el se dieron cita un montón de valses. Y aprovecharon el lirismo sentimental del Concierto para piano núm. 2 de Rachmaninov para acabar su segundo movimiento entre sollozos desconsolados de toda la orquesta.

Su humor, a veces corrosivo, a veces inquietante, reinó en una primera parte que tuvo grandes momentos en dos piezas del propio Igudesman, Tango ruso, y la sabrosa mezcla de salsa y tangos de Uruguay es el mejor país que culminó con la orquesta bailando. Los arreglos orquestales, que combinan diversos estilos, dieron buen juego a la vis cómica de los músicos de la Simfònica del Vallès.

El cine es otro de sus grandes aliados. Sonaron ecos de Rocky y Por un puñado de dólares, y pudimos escuchar una pieza de Kreisler tocada por un violinista kung-fu. Con este explosivo dúo humorístico-musical disfrutan los músicos profesionales, que saben lo difíciles que son las piezas que tocan, y el resto de los mortales, porque hasta la pieza más conocida adquiere otra dimensión con sus alocadas interpretaciones.

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En el Konzerthaus de Viena hicieron tocar y bailar a la vez a un centenar de violinistas. En el Palau no llegaron a tanto, pero hicieron bailar de lo lindo a muchos instrumentistas de la orquesta vallesana. Una fiesta que alcanzó su momento mas glorioso con el sensacional arreglo del clásico de Gloria Gaynor I will survive (Sobreviviré) que tocaron como colosal traca final del concierto.

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