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Un experimento novedoso y rítmico

Curro de Candela, heredero artístico de Joaquín Cortés, fusiona la danza flamenca con lo cubano en ‘Afrogitano’

Curro de Candela en uno de los ensayos de Afrogitano.
Curro de Candela en uno de los ensayos de Afrogitano.SAMUEL SÁNCHEZ

Curro de Candela se esfuerza en domar sus botos: son nuevos, la grabada piel azul noche reluce, pero eso para el baile no es bueno y para zapatear, peor. En un momento de pausa, se quita el calzado derecho y lo golpea con fiereza contra el tabloncillo, que esta vez también está queriendo hacerse notar y se ha mostrado inestable en una de sus grandes tablas centrales que el artista debe esquivar en su exhibición. Nada impide que el ensayo fluya, con músicos, cantaores y un grupo de bailarinas que son el cuerpo de baile escogido por Curro para su debut en grande en Madrid. Será en el Nuevo Teatro Alcalá, tres semanas a partir del 25 de junio.

La  le ronda al artista desde que pisó Cuba por primera vez.

La obra se llama Afrogitano, es la cristalización de un boceto anterior y de una idea que le ronda al artista desde que pisó Cuba por primera vez. Como excepcional artista invitada, la bailarina cubana Suramy Suárez, que viene del Ballet Folclórico Nacional de Cuba, y que define su estilo como afro-contemporáneo. La creación musical y dirección está en manos de Juan José Suárez Salazar Paquete. Con este equipo, las expectativas están servidas, y a ello hay que sumar el vestuario ideado y cosido por Lorenzo Caprile.

Curro de Candela iba para bailarín clásico, o al menos, eso creía él hasta que recibió los consejos expertos de Cristóbal Reyes, tío de Joaquín Cortés, con quien 1se inició en los escenarios y con quien coincidió en los legendarios estudios de Amor de Dios, y así, en una breve pausa entre un solo y un paso a dos trufado de bongó criollo dedicado a la deidad yoruba Eleguá (en que abre los caminos), el artista relata: “Mi relación con el baile viene de antes, de niño, de vivirlo siempre en casa y en familia”. Su madre, Candela, ha sido una cantaora notable a la que se ha escuchado durante una década en El Corral de La Morería junto a Blanca del Rey; por otra parte, es el último y más joven representante de una larga y fructífera dinastía de artistas que se inicia con José Greco. “Empecé tarde, con 16 años, porque en casa no querían que me dedicara a bailar, pero yo lo llevaba dentro. La oposición luego se convirtió en apoyo, esa es la verdad”. Y es por eso que su madre, discretamente en una esquina, sigue el ensayo marcando las palmas. Cuando iba de gira, esa madre, Candela, llevaba en su formación músicos cubanos: “Probablemente eso me acercó a esa sonoridad y a esa sensibilidad. Después tuve muy buenos maestros de ballet cubanos, y fui a Cuba a estudiar”.

En casa no querían que me dedicara a bailar

Con el baile español, Curro encontró su horma: “Estudié mucha música, me encantaba, pero me faltaba algo, y la danza fue la culminación, lo que me llenaba y me permitía expresarme plenamente”. Entonces encontró a Joaquín Cortés, con quien tiene una cierta ligazón estética muy sutil: “Lo admiro, pero no lo imito. Busco entender su baile y su estética y luego aplicarlo en la mía con mi propios sello, con originalidad”.

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