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El día que alguien vio pasar una ballena junto al Mercado Central

Adolf Beltrán y Francisco Castro presentan los primeros títulos de Balandra Edicions como "literatura de ideas" y como "un acto de comunicación"

Adolf Beltrán y Francisco Castro firman ejemplares de sus respectivas novelas en el Centre Octubre.
Adolf Beltrán y Francisco Castro firman ejemplares de sus respectivas novelas en el Centre Octubre.

Cuando África Ramírez leyó las novelas Estribord y O corazon da Branca Neve supo por qué debía "crear una editorial: para publicarlas". Esa editorial se llama Balandra y ha sido presentada formalmente en sociedad este martes, en un acto ágil y concurrido celebrado en el Centre Octubre de Cultura Contemporània.

Adolf Beltrán, autor de la primera y redactor de EL PAÍS, reconoció que la suya es una "literatura de ideas" en la que, eso sí, "pasan cosas", mientras que Francisco Castro, que firma la segunda, consideró "a literatura "como un acto de comunicación". África Ramírez dibujó el mundo de la edición como "un gran casino", donde las pequeñas editoriales "juegan igual", aunque "con menos rapidez y menos asiduidad". 

La editora y Adolf Beltrán se sintieron mínimamente obligados a aclarar que no había un hilo conductor náutico en la idea editorial, a pesar del léxico marino utilizado para bautizar el sello y titular la nueva novela del periodista valenciano. El autor gallego aprovechó la circunstancia para calificar de "milagro que nazca una editorial para navegar por mares tan agitados" como los que tiene ante sí Balandra y África Ramírez, una mujer que -dijo- "está llena de pasión".

La novela de Adolf Beltrán, cuyo título se inspira en Moby Dick, arranca con una imagen poderosa del día que un niño vio pasar una ballena junto al Mercat Central, edificio modernista muy próximo al lugar donde se celebraba el acto. Ahí mismo se intuye la impronta del desaparecido Carlos Pérez, a quien el escritor agradeció haber podido "tomar prestada parte de su biografía en el barrio de Velluters e incorporarla al personaje central de la novela". También agradeció la ayuda de otro Pérez, Francesc Pérez Moragón.

Y es que la historia que cuenta acontece en Washington y Baltimore, pero su protagonista habla de Valencia y evoca una ciudad donde una avenida inacabada cortó Velluters y derribó un palacio, lo que le permite "abordar la idea del poder y la corrupción, que no son nuevas". La distancia en el tiempo y el espacio le permite también hablar de "la evolución de las personas, cómo se desmienten en unas cosas y en otras debemos ser intransigentes".

Francisco Castro, autor y editor gallego que ha traducido al valenciano Vicent Berenguer, aseguró que "escuchar a tus personajes hablando otra lengua es un regalo" y recordó el origen de El cor de la Blancaneu, que mereció en 2013 el premio de novela por entregas del periódico La Voz de Galicia.

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Dejar en un número de caracteres exactos cada uno de los 31 capítulos de los que consta el producto final no fue cosa fácil para este escritor que habla y escribe torrencialmente y al que le gustaría "estar con la guitarra eléctrica en un escenario agitando la melena" que no tiene. Pero consiguió lo primero y así ofrecer al lector la única novela del mundo con 3.500 caracteres justos por capítulo, además de una tensa historia de suspense que habla de bandas criminales que negocian con seres humanos.

La imagen y portadas de la colección Literatures que inauguran estas dos narraciones es cosa de Juan Nava, a quien África Ramírez otorgó gran importancia, la misma que adjudica al diseño y el logotipo de la editorial, "porque representan lo que ésta quiere transmitir".

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