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Maroto, el ejemplo a seguir en el PP

La dirección de Arantza Quiroga sostiene que el perfil del alcalde de Vitoria es el modelo del partido ante la futura realidad vasca

Javier Maroto, junto a Javier de Andrés, este viernes en un acto electoral en Vitoria.
Javier Maroto, junto a Javier de Andrés, este viernes en un acto electoral en Vitoria. DAVid aguilar (EFE)

Javier Maroto, el ejemplo a seguir. Al menos así lo considera la dirección del PP vasco al escudriñar cuál debe ser su modelo de actuación en el resto de los territorios vascos una vez que se plantee la apuesta sobre el futuro del autogobierno en Euskadi. A esta conclusión ya ha llegado Arantza Quiroga después de comprobar la pujanza electoral y social de que dispone el alcalde de Vitoria, referencia de calado político de un partido que se entrega este sábado a Mariano Rajoy en su feudo institucional alavés.

El PP vasco pivota sobre su organización en Álava durante esta campaña electoral. Quizá lo hace consciente de que su estabilidad inmediata depende en buena parte de los resultados que le aporte. Con el propósito de repartir responsabilidades y aliviar presiones, en el partido reconocen que han dejado libertad de acción a todas sus organizaciones provinciales, pero es indiscutible que sus ojos están puestos en el desenlace de la apasionada batalla por Vitoria, conscientes, a su vez, de que se antoja complicado repetir el gobierno en Diputación.

El territorio menos comprometido con la causa vasca, la provincia donde la incidencia del euskera en la conquista de un puesto de trabajo se puede convertir aún en 2015 en arma arrojadiza acapara sorprendentemente el máximo interés en estas elecciones para todos los partidos, incluidos quienes se incorporan a la pelea por el voto. Y en buena parte, la culpa es de Maroto, convertido en el enemigo a batir.

Ante el desenlace del 24-M en la capital alavesa, los populares tienen claro dos pronósticos: Maroto ganará las elecciones, pero PNV y PSE-EE ya tienen un acuerdo para descabalgar al actual alcalde, aunque les advierten que "les va a costar". Incluso, en esa hoja de cálculo admiten que "EH Bildu será segunda, a poca distancia", quizá en un decidido propósito de ningunear las opciones del jeltzale Gorka Urtaran. No obstante, en varias de las fuentes consultadas la coincidencia sobre este triple pronóstico es casi unánime.

Más allá del juego de mayorías que resulte el 24-M, Maroto comparte sin una pizca de desagrado el epicentro del debate electoral -incluso, semanas antes- junto al duelo de modelos identitarios de alto voltaje que se registra Gipuzkoa. Vaya, como si en el resto de las principales instituciones todo estuviera más o menos decidido. Quizá, sí.

En Vitoria, resulta que el alcalde y parlamentario se ha adornado de un trenzado y para muchos peligroso discurso que provoca indistintamente y con similar intensidad a rivales y electores. Y, desde luego, no lo ha improvisado. Este verso auténtico del PP vasco sabe lo que dice hasta el extremo de haber conquistado las reticencias que siempre provocan en Quiroga las posiciones personalistas en su entorno.

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La presidenta de los populares vascos quiere inocular el modelo Maroto para armar ideológicamente la apuesta del partido a corto y medio plazo. Dispone de un político de suela callejera, curtido entre diferentes, capaz de pergeñar un discurso en euskera sin apenas mirar el papel, experimentado en el ámbito institucional, proclive al pacto, eminentemente pragmático y, claro, con las dosis necesarias de populismo. Un patrón difícil -vaya, imposible- de encontrar de momento en los tres territorios.

Es posible que Maroto siente una sensación agridulce el 24-M, consciente ahora mismo de que una previsible victoria podría ser la antesala de un revolcón que le aleje de la alcaldía. Hay muchas voces que sostienen que "ha hecho todo lo posible" para poner de acuerdo a sus rivales. Su mensaje sobre los inmigrantes ha sonado a xenófobo, aunque como le espetó a Urtaran en el debate de ETB-2, "muchos del PNV me dicen que me van a votar" al haber sabido acaparar un cierto malestar social detectable fácilmente en pleno corazón de la capital alavesa.

Pero Quiroga piensa más allá. Claro que suspira por conservar la alcaldía, aunque entiende que Maroto debe ser el faro a seguir cuando el PNV "plantee el racaraca del estatus político y del derecho a decidir". La presidenta del PP vasco trabaja en adecuar un discurso y unas voces que lo trasladen. Es ahí donde sitúa al alcalde de Vitoria, de quien en el cuadro de dirección reconocen su capacidad de gestión y su compromiso para dotar a la ciudad de un "aire moderno, con perfil propio".

Mientras, el PP pretende que el frenazo electoral del PNV sin Azkuna en el Ayuntamiento de Bilbao le permita disponer de una condición de socio preferente y así asegurarse una cuota de protagonismo en la gestión municipal al tiempo que "controla" los posibles  "impulsos soberanistas" del nuevo equipo de gobierno. En San Sebastián, con repetir los actuales resultados Miren Albistur habría superado la prueba de su estreno tras un arranque tan tormentoso dentro de su propio partido.

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