_
_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La víctima es Abel Martínez

Una meditación sobre lo ocurrido en el instituto Joan Fuster a partir de los escritos periodísticos de Ramón Acín

Mercè Ibarz

Esta tarde, en el Ateneu Barcelonès, presentamos Ramón Acín toma la palabra, reunión y contexto de los artículos periodísticos entre 1913 y 1936 de este polifacético autor. Ramón Acín: maestro y artista libertario ejecutado en las tapias del cementerio de Huesca a las dos semanas de la guerra. ¿De qué escribiría hoy Acín?, me pregunto al menos dos o tres veces por semana. Variado, comprometido y curioso, la pedagogía y la historia eran su eje, el hilo rojo que más lo guiaba. ¿Qué nos diría, de la muerte del profesor de ciencias sociales Abel Martínez Oliva en tiempos de colapso de los dineros públicos?

Les hablo primero del libro y de Acín. De edición a cargo de Carlos Mas y Emilio Casanova para la editorial Debate, se lo vale. Lo he seguido en segundo plano como patrona de la Fundación Ramón y Katia Acín, que ha llevado adelante el trabajo de reunir y contextualizar los escritos de Acín y de prepararles una edición rigurosa, útil y preciosa de consultar, hasta encontrar la complicidad editora para hacerlo llegar a los lectores. Me siento agradecida y ligada a la obra y la persona de Acín desde que en la Biblioteca Arús de Barcelona empecé a saber quien era “este raro Ramón Acín” (así le llamaba el otro Ramón, Gómez de la Serna) cuando servidora investigaba la historia del rodaje de Tierra sin pan de Buñuel (1933), que contó con la participación decisiva de Acín en la producción y en el guión.

Su periodismo: agudo, oído fino, ingenio, humor, bondad, sátira, impermeable a la doctrina, anarquista blanco, pluma hacendosa en tantos diarios y revistas radicales y conservadores como pudo, ojos que miran y lo cuentan, ligereza, sentido del presente que todo tiempo incluye y es sobre todo ahora y aquí.

Ahora y aquí, la muerte del maestro Abel Martínez Oliva lo habría revuelto. De qué manera habría removido su ágiles, múltiples y precisas antenas. Como habría inquietado las no menos ágiles, múltiples y precisas antenas de Joan Fuster, el sabio valenciano que ha dado nombre al instituto de la barcelonesa calle de Navas. Figura que aquella mañana del 20 de abril en el instituto Joan Fuster nos removió a todos, pero hay momentos que más bien parece que nos anestesió. No puedo imaginarme en cambio ni anestesiados ni callados a los espíritus de Ramón Acín y de Joan Fuster. ¿Acín y Fuster callados? Poco plausible.

No desperté de la anestesia hasta unos días después, cuando mi amiga Glòria, veterana profesora de instituto, me hizo examinar a fondo las palabras de la consellera Rigau al día siguiente de los hechos, que condenso: la víctima es el niño, la única víctima; cierto que tenemos un difunto y unos heridos, pero la sola víctima es el niño.

El día anterior, le comenté a Glòria, me había llamado la atención un buen debate conducido por Helena García Melero en Els Matins de TV3 sobre lo mismo, pero de forma indirecta, sin decir que lo dirigían a la consellera y su determinación sobre quién es la víctima. Ahora lo entendía, lo pillaba, el subtexto, lo que se dice entre líneas, y entre frases, cuando no puedes hablar claro: la periodista y el programa lo querían decir y lo dijeron. La víctima es el maestro Abel Martínez Oliva, incinerado en Lleida mientras Catalunya celebraba ufana el fiestón de Sant Jordi.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Unos días después, la cosa sigue más o menos igual aunque un poquito distinta. Ayer, homenaje de sus compañeros al maestro en Lleida y el juez que archiva el caso. Sigue igual que la Generalitat no dedica una esquela pública a Abel Martínez Oliva. De distinto hay, para compensar, la resolución del 28 de abril: “El Govern acuerda impulsar la Càtedra Abel Martínez Oliva en la Universitat de Lleida”, argumentada así: “Con este acuerdo, el departament d’Economia i Coneixement, Ensenyament i Salut colaborarán con la universidad leridana para potenciar la investigación y la formación en este ámbito. La decisión se ha tomado a raíz de los hechos sucedidos la semana pasada y para mantener viva la memoria del maestro difunto”. El maestro difunto. Los hechos sucedidos. La semana pasada.

Este acuerdo se publicó la mañana siguiente de la apertura en Change de una petición de firmas para acompañar una carta abierta al Gobierno de España y tres ministerios, que pide: “Un reconocimiento a Abel Martínez Oliva, profesor asesinado ejerciendo la docencia en Barcelona”. La redactó e inició el profesor José Fernández González, el lunes 27. Mientras escribo estas líneas tiene unas 102.000 firmas, cuando usted las lea quizá tenga las 150.000 que pide.

El planteo de la petición: “La pasada semana un estudiante de 13 años entró armado a su instituto, hirió a cuatro personas y acabó con la vida de Abel Martínez Oliva, un joven profesor sustituto que al oír los gritos en la clase de al lado, acudió a auxiliar a quien lo necesitara”. Se piden reconocimientos explícitos.

Ramón Acín y Joan Fuster se agitan en la tumba, repetiría si quisiera apelar a la consciencia civilizada. Pero no la apelo. Ser civilizado implica quizá examinar a fondo y escuchar la memoria lúcida del buen maestro Abel Martínez Oliva.

Mercè Ibarz es escritora y profesora de la UPF.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_