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Romanticismo oculto

El violinista Joshua Bell trae al Auditorio Nacional el ‘Concierto’ de Glazunov, que interpretará con su Stradivarius

El violinista Joshua Bell con su Stradivarius de 1713.
El violinista Joshua Bell con su Stradivarius de 1713.

Muy pocas veces el intérprete y el instrumento están a la misma altura y tienen una historia tan rica como la de Joshua Bell y su Stradivarius. El violinista viene con su portento italiano este fin de semana al Auditorio Nacional para interpretar una rareza del repertorio, el Concierto para violín de Glazunov. Sones rusos, mano estadounidense y madera italian con el apoyo de la Orquesta Nacional de España.

Joshua Bell es sereno pero concienzudo; estudioso y responsable. Maduro, tiene 47 años, aunque con aspecto juvenil. Está llamado a ser uno de los grandes violinistas de nuestro tiempo y ya está en camino para lograrlo. A los cuatro años cogió el violín por primera vez, en el seno de una familia en la que todos tocaban instrumentos. Para esta ocasión —hace ahora 30 años que debutó en Madrid, con tan solo 17—, trae hasta el Auditorio Nacional un gran concierto para violín que no suele programarse en las temporadas de las orquestas a pesar de su profundo lirismo. “Es el Concierto de Glazunov, hay gente que puede que escuche esta pieza y llegue a convertirla en su favorita para violín por encima de otras como el concierto de Chaikovski. Porque te toca el alma, es muy personal y tiene una paleta de colores muy especiales de los que quizá carece el de Chaikovski. Es una pieza romántica, pero te hace creer en su música y no solo pensar en ella, es otro nivel”, cuenta el violinista.

El estadounidense toca un Stradivarius que en su día le costó cuatro millones de dólares. Pero no es solo el precio del arte, sino también de la historia que esconde. “Mi violín es muy especial para mí, su sonido es muy puro y es una maravillosa obra de arte”, dice Bell sobre el célebre Stradivarius Gibson Ex-Huberman de 1713 salido de los talleres del maestro de Cremona.

Su nombre le viene por haber pertenecido al que Bell considera “uno de los grandes violinistas de la Historia”, Bronislaw Huberman. Para el violinista esta pieza de sonido inigualable fue su bendición y su perdición. A Huberman se lo robaron en los camerinos del Carnegie Hall de Nueva York y fue incapaz de recuperarlo. Tuvieron que pasar 50 años para que el ladrón —otro violinista llamado Julian Altman—, en su lecho de muerte, confesara el origen del violín que había sustraído cinco décadas antes. Para entonces, Huberman había muerto sin saber dónde estaba su violín.

Dentro de sus amplias miras, Bell ha querido introducirse en colaboraciones con músicos de otros mundos, estableciendo una buena comunicación con los del jazz, y se siente atraído por la música para la gran pantalla. “He hecho varias bandas sonoras para el cine, y es un área que es particularmente interesante para mí. Recuerdo con cariño el trabajo para la película The Red Violin, que tiene una música original muy rica que es en sí un gran concierto para violín creado por John Corigliano, que luego se ha llevado al escenario de las salas de concierto", explica Bell mientras no pierde de vista su instrumento.

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Después de conocer su historia, parece lo más sensato. “Interpretar música para el cine es vital: te permite llevar a un público que no es habitual de las salas de concierto una música a la que no se acercarían directamente”, cuenta el violinista, que reconoce la dificultad de acercar al público joven a la música clásica. “Creo que tienen parte de culpa aquellos que presentan la música clásica, que deben buscar nuevas vías para enganchar a ese público. Sin duda la mejor forma es atraer a un joven y que sea él mismo el que traiga a sus amigos a un concierto, porque es la forma natural”. La pregunta sería ¿Quién sería el culpable de esto. “La culpa no es de la música en sí, porque lleva ahí cientos de años y es la base de todo loque escuchamos hoy; pero sí que es fundamental invertir en la educación . La música, vayas a ser profesional o no, tiene que enseñarse en la escuela porque te enseña a ser sensible, a trabajar en equipo y, sobre todo, a entender el mundo desde una nueva perspectiva. No es una actividad extraescolar, debe ser una materia fundamental en los colegios”, concluye Bell.

Joshua Bell y la Orquesta Nacional de España. En el Auditorio Nacional (Príncipe de Vergara). Hoy a las 19.30. Mañana a las 11.30. Entradas: de 10 a 36 euros.

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