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El nuevo tren rápido Vigo-A Coruña se concluye en el doble del plazo previsto

Maratón de actos electoralistas el último día en que son legales antes de las municipales

Negreira, Feijóo, Pastor y Rojo, en el viaje de pruebas
Negreira, Feijóo, Pastor y Rojo, en el viaje de pruebasLavandeira (EFE)

El Eje Atlántico de alta velocidad entre A Coruña y Vigo entrará en servicio dentro de pocas semanas, en una fecha aún por determinar. Pero ayer, último día en que la ley permite inauguraciones antes de las elecciones municipales del 24 de mayo, la ministra de Fomento, Ana Pastor, realizó su viaje inaugural en uno de los trenes que ultiman las pruebas de seguridad. Fue el acto cumbre de una jornada marcada por un maratón de actos electoralistas, con la apertura de los primeros tramos de la autovía Santiago-Lugo, la inauguración de la depuradora de Ribeira o el anuncio de un nuevo plan de empleo provincial para Lugo, entre otros.

 El Eje Atlántico de alta velocidad está operativo entre A Coruña y Santiago desde diciembre de 2011, pero ahora será cuando se unan al fin las dos principales ciudades de Galicia en menos tiempo que en vehículo particular, entre 75 y 80 minutos, según avanzó ayer la ministra, para recorrer los 155 kilómetros que las separan frente a las dos horas que se tardaba hasta ahora. Es el final a casi 14 años de obras desde que los presidentes José María Aznar y Manuel Fraga colocaron la primera piedra el 21 de julio de 2001, cuando los trenes entre A Coruña y Vigo tardaban más de tres horas. Aseguraron entonces que la línea se terminaría en 2007, igual que los posteriores gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy prometieron otras fechas que también incumplieron.

Cuando el PP inició en 2001 el Eje Atlántico, preveía duplicar y electrificar la anterior vía única entre Ferrol y la frontera portuguesa, pero sin grandes cambios en su trazado más allá de la rectificación de algunas curvas. Con el tiempo, los sucesivos gobiernos fueron mejorando el diseño de la línea hasta plantear trazados completamente nuevos, como entre Padrón y Vilagarcía con un puente de 1,6 kilómetros para el cruce del río Ulla o como el túnel de ocho kilómetros de entrada a Vigo, las dos últimas grandes obras cuya finalización condicionó la puesta en servicio completa de la línea. Pero frente a esas mejoras, se dejó de lado cualquier actuación en ambos extremos de la línea original, A Coruña-Ferrol y Vigo-Tui.

Si en 2001 los ejecutivos de Aznar y Fraga prometían terminar la obra en seis años, en 2005 la Xunta bipartita aseguraba que el Gobierno de Zapatero acabaría lo que faltaba en cuatro, en 2009 el ministro socialista José Blanco lo anunciaba para 2012 y llegado ese año su sucesora, la popular Ana Pastor, aseguraba que entraría en servicio a principios de 2014. Desde la primera promesa de 2001, el PSOE ha gobernado en Madrid siete años y medio y el PP lo ha hecho otros seis años, periodos más que suficientes para que cualquiera de los dos partidos pudiese cumplir por sí mismo su propia promesa. Sin embargo, los dos achacaron a sus rivales sus propios retrasos cuando gobernaron y los dos denunciaron la más mínima demora cuando estuvieron en la oposición.

Terminadas al fin las obras, tras una inversión de cerca de 3.000 millones de euros y la muerte en su construcción de dos obreros, el resultado es una línea de velocidad alta con algunos tramos preparados para 250 kilómetros por hora. Aunque inicialmente estarán limitados a 200, a la espera de que se instale el sistema de control constante de velocidad ERTMS, el propio del AVE y conocido por su ausencia en el accidente de Angrois, y luego de que se cambie su actual ancho ibérico al europeo. Con el nuevo sistema de seguridad, más que una gran reducción de tiempos de viaje se podrían lograr mejores frecuencias y una mayor fiabilidad en los horarios. Porque además de los trenes regionales, por toda o parte de la nueva línea A Coruña-Vigo circularán también los ferrocarriles de larga distancia que conectan las ciudades atlánticas de Galicia con el resto de la Península, incluido el AVE a partir de 2018, si se cumple la promesa del Gobierno.

De momento, ni Fomento ni Renfe han hechos públicos ni los nuevos horarios, ni si se encarecerán las tarifas y se suprimirán paradas intermedias, aunque fuentes del sector apuntan que los principales cambios probablemente no llegarán hasta junio, cuando se ajustan en toda España los servicios a la temporada de verano y cuando se prevé también la apertura de un nuevo tramo del AVE a Madrid, entre Zamora y Olmedo (Valladolid). De momento, como destacó ayer el presidente Feijóo, Galicia tendrá “un gran metro en superficie”.

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Por otra parte, la inauguración de ayer, improvisada después de que el accidente del avión de Germanwings trastocase los planes del Ministerio de Fomento —Ana Pastor recordó a las víctimas de ese siniestro—, es la segunda de un tramo gallego de alta velocidad, tras la apertura de Ourense-A Coruña en 2011, a la que no asiste ningún miembro de la Casa Real, como sí han hecho con el resto de líneas así catalogadas.

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