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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

San Jenaro y el dinero público

La sangre del mártir se licúa por milagro y el dinero público se transustancia en privado al ser gastado por una entidad municipalista

Francesc Valls

Al dinero público le sucede lo que a la sangre de San Jenaro: a veces cambia de estado. La licuación, para los napolitanos, es un signo de buena suerte. En cambio, la evaporación del dinero público es inequivocamente una mala señal.

La pasada semana se produjo una conjunción astral que hermanó ambos acontecimientos. En Nápoles, la reliquia del santo mártir cambió de estado en manos del Papa Francisco, algo que no sucedía desde 1848, con Pío IX. Más cerca, en Barcelona, la Audiencia archivó la causa abierta contra 50 ediles y exediles que cobraron unos 300.000 euros básicamente procedentes de dinero público de la Federación de Municipios de Cataluña (FMC), entidad próxima al PSC.

El auto sostenía que el dinero se había convertido en privado en el mero acto de ser gastado y distribuido. Si la licuefacción de la sangre del mártir de Diocleciano está sobrenaturalmente clara, la transustanciación del dinero de la FMC no le va a la zaga. Lo de la entidad municipalista, a la luz de la justicia, es un prodigio de ingeniería taumatúrgica.

La FMC, al igual que la Asociación Catalana de Municipios (ACM) —cercana a CiU—, actúa como lobby de los ayuntamientos. ¿Por qué si se nutre de fondos públicos locales sus cuentas pueden sortear la fiscalización de la Sindicatura de Cuentas? Pues por el simple hecho de que son entidades de derecho privado y automáticamente el dinero que manejan también.

El auto en cuestión sostenía que los fondos, aun procediendo de las arcas públicas, al ser gastados por una “realidad jurídica” de carácter privado se transustanciaban gracias a “un efecto de transformación de tales aportaciones en fondos privados desde el momento en que fueron ingresadas”. En respaldo argumental de esta tesis acudió un dictamen jurídico del Departamento de Gobernación de la Generalitat, que aunque reconocía que “algunas de sus funciones [DE LA FMC]están conectadas con lo público no se altera su naturaleza privada”.

Gracias a trabajos ficticios y facturas falsas los imputados “se enriquecieron”, según el juez, con dinero de los ayuntamientos
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Resulta difícil digerir este argumentario. Tanta filigrana teórica para encubrir un trato zafio al dinero de todos. Esa indulgencia y magnanimidad en el gasto no se dio cuando, por ejemplo, el pasado mes de noviembre el Servicio Catalán de Empleo (SOC) solicitó la devolución al antiguo INEM de un mes que 10.000 parados habían cobrado indebidamente en 2013. Una pugna competencial entre administraciones estaba en el origen del embrollo, en el que se aplicó la máxima dura lex sed lex. Así que aunque la prestación se hubiera agotado y los afectados no pudieran devolver los 800 euros, como sostenían los sindicatos, había que hacerlo.

Hay que ser intransigente con los que dilapidan el dinero público, pero eso sí, siempre que esos fondos no sean gastado por una entidad de derecho privado. Entonces, amigos, la ley asiste a quienes tienen profundas convicciones democráticas. A no muy tardar tendremos ocasión de comprobar en qué queda ante la justicia la presunta malversación de fondos de la entidad municipalista ACM, cometida por Josep Maria Matas y Xavier Solà, cuando eran dirigentes de la entidad por alrededor de un millón de euros, y que fue desvelada por EL PAÍS.

Gracias a trabajos ficticios y facturas falsas los imputados “se enriquecieron”, según el juez, con dinero de los ayuntamientos. Pero claro, al ser la ACM una entidad de derecho privado, el delito cometido puede no ser malversación de fondos públicos sino, en todo caso, apropiación indebida. Es más, la ACM en un acto que la honra como garante de la presunción de inocencia ni siquiera se ha personado como parte perjudicada en la causa contra sus exdirigentes. ¿Para qué hacer leña del compañero caído?

Los fiscales tratan de mostrar que el dinero es público y que se trata, tanto en el caso de FMC como en el la ACM, de fondos procedentes de los ciudadanos y como tales deben ser tratados.

La ACM y la FMC representan los intereses de los más 900 municipios de Cataluña ante la Generalitat y el Gobierno central. En algunos casos ofrecen servicios como central de compras o bien cursos de asesoramiento y formación para cargos políticos y técnicos. El presupuesto anual de la FMC ronda los 2,5 millones de euros, el de la ACM los 3,5 millones. La mitad procede de las cuotas de los ayuntamientos asociados y el resto de prestación de servicios a entidades públicas.

En el año 1991, la revista Nature desveló que un equipo de científicos encabezado por Luigi Gargascheli, de la Universidad de Pavía, había fabricado una gelatina con las mismas propiedades que la sangre de San Jenaro y con una fórmula que seguramente debían conocer los alquimistas medievales. Al agitarse, se convertía en líquido, un gel denso que se solidificaba al dejarse en reposo. Era una mezcla de color rojo oscuro, de carbonato cálcico, hidrocloruro de hierro y agua salada con efectos muy parecidos al de la sangre del patrón de Nápoles. Pero, como la Iglesia no deja abrir el recipiente sellado con la reliquia, el análisis es imposible. En todas partes, cuando se impide la fiscalización, gana terreno el milagro.

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