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Tribuna
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Distrito escolar único: ¿un camino hacia la igualdad?

La obligación legal de ofrecer a cada solicitante una plaza escolar en su zona de residencia se sustituye por la obligación de ofrecérsela en cualquier sitio de la ciudad, viva donde viva

El peso y la estructura de la actual escuela privada concertada es similar a la de la escuela privada del franquismo. La diferencia, que no es poca, es que esa escuela privada fundamentalista, de ideario, se paga con dinero público en un porcentaje muy alto, con cantidades a cargo de los usuarios para pagar los extras y disuadir a los "pobres"de que ese sea su sitio. Las servidumbres de esa financiación fueron en su origen, los criterios de selección del alumnado -ingresos, número de hermanos y proximidad-, la existencia de necesidades de escolarización y la no discriminación (centros de chicos y chicas). Estas servidumbres han ido aflojándose en estos veinte años de gobiernos conservadores hasta casi desaparecer. El último empujón se lo va a dar la consellera María José Català con el Distrito Único.

1.- La planificación escolar, hasta hace dos años en que comienza la marcha hacia el Distrito Único, se asentaba en el Distrito Escolar. Como criterios de selección, la proximidad residencial o laboral, número de hermanos en el centro, ingresos económicos y transparencia y control de los criterios por los Consejos Escolares. Esa proximidad garantizaba la integración del alumnado en su barrio, la participación de las AMPA en la gestión del centro -que también es un mandato constitucional (Constitución Española, art.27,4)-, la relación padres/profesores, la participación en actividades extraescolares, la colaboración de las familias en tareas como la entrega y recogida de compañeros de los hijos... No era necesario, en la mayoría de los casos, ni tiempo ni gastos de transporte, ni comedor obligado. La comunidad escolar, a través de los Consejos Escolares, controlaba el funcionamiento y la organización del centro, su estado y mantenimiento, la calidad del servicio educativo.

2.- La consellera Català, en una entrevista sobre el Distrito Único, califica esta realidad escolar tan cercana y útil para los vecinos de "barrera de Distrito", que obstaculiza la marcha hacia la igualdad, descalificación que no explica, porque es difícil de explicar hasta con publicidad pagada; y ofrece como solución el maravilloso y fantástico Distrito Único para la ciudad de Valencia, cuyo subtítulo real podría ser: "pide el centro que desees y el hada madrina te concederá alguno".

Lo sustancial de este bálsamo de Fierabrás está en la sustitución del Distrito Escolar -uno o varios barrios- como unidades de planificación y asignación de plazas escolares, por un Distrito Único para toda la ciudad.

El corolario de este nuevo ente escolar es, que la obligación legal de ofrecer a cada solicitante una plaza escolar en su zona de residencia se sustituye por la obligación de ofrecérsela en cualquier sitio de la ciudad, viva donde viva.

Las preguntas a este cuento de hadas sobre la igualdad se agolpan: ¿Cómo sabré cuáles son los centros mejores a solicitar? ¿Y si en esos centros maravillosos no hay plaza? ¿Me podrá tocar un centro menos bueno? ¿Si me toca un centro alejado de mi vivienda tendré que pagar el transporte escolar y el comedor? ¿Si tengo poca edad y mis padres no pueden pagar el comedor y el centro está muy lejos de mi domicilio mis padres tendrán que traerme y llevarme cuatro veces al día?

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3.- Los poderes mágicos del Distrito Escolar Único no dan solución a ninguno de estos interrogantes. Habitualmente, se entiende por "mejor colegio" aquel que selecciona la familia a escolarizar, y si algún alumno problemático se cuela, se le recomienda que se cambie de centro o se le expulsa, para escolarizarlo de nuevo en un centro público.

Cualquier familia modesta que supere toda la carrera de obstáculos para llegar al centro de sus sueños -tiempo, modo y coste de desplazamiento, gastos de comedor, uniformes, actividades extra, servicios especiales...- se encuentra al final del proceso con los guardianes de las esencias, que no se llevan bien con la igualdad, los criterios de admisión (antecesores familiares en el centro, hermanos en el centro, estudios de música y danza), algunos de los cuales, en un centro financiado con fondos públicos, despiden un tufillo anticonstitucional. Por tanto, la consigna implícita sería: vuelve a tu barrio de donde nunca debiste salir.

4.- El nuevo paso de la consellera es, sobre todo, la consolidación de la elección de alumnos por parte de los centros concertados desparecida la proximidad como criterio, que se sustituye por el árbol genealógico, música y danza.

El otro corolario más significativo de esta insigne aportación, es la sustitución del modelo de centro de barrio de calidad similar por el de centro de ciudad heterogéneo, y que a partir de ahora aligerará la carga de la Conselleria para construir y mantener centros públicos, porque ya siempre se podrá contestar al que pide la mejora del centro o la sustitución de los barracones, por el: solicite otro centro.

Desaparecido el control de los Consejos Escolares sobre la oferta y selección de plazas, ¿quién controlará este proceso mastodóntico de toda la ciudad de Valencia?: la Consellería y la patronal de centros concertados, que para algo son almas gemelas. Y si sobra algo, los nuevos directores de la LOMCE que serán uña y carne con los que los han nombrado.

¿Es un ejercicio de responsabilidad que un Gobierno y una Consellería que están a punto de terminar su mandato tomen una decisión tan importante que tendrá que ejecutar el nuevo gobierno que salga de las urnas, que con bastantes probabilidades no serán ellos? ¿Tan urgente y decisiva era esta medida?

Esa simbiosis entre la patronal del ideario y la Conselleria se ha visualizado en un acto de apoyo del Partido Popular a la patronal concertada, por las mismas fechas en que la Fiscalía, apoyada en los datos de la intervención de la Generalitat sacaba a la luz los pagos irregulares añadidos de la Conselleria a ciento veinte centros de la patronal de centros concertados.

Pura Aloy Pantín es profesora de Secundaria y miembro de la Pataforma per Russafa

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