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Rock/ The Wave Pictures
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La brillantez expeditiva

Tres músicos, tres minutos por canción, un disco por año, ni un solo artificio. Madrid renueva su idilio con estos británicos divertidos y ácidos

Existe un punto de espontaneidad sincera e inherente a The Wave Pictures, la que le permite al trío de Wymaswold cambiar de planes sobre la marcha este jueves en Joy Eslava y entregar a las segundas de cambio una preciosa versión desnuda de Sweetheart mientras el bueno de Johnny Helm resolvía los problemas con el bombo de su vieja batería. Sobre la precocidad y el talento torrencial de David Tattersall se ha hablado mucho, y la publicación de Great big flaming burning moon, duodécimo disco en apenas una década, le reafirma como el gran estajanovista del rock. Pero no importa su carácter prolífico tanto como esa habilidad para la escritura incisiva y mordaz. Si una canción consiste en contar una buena historia durante tres minutos a través de una melodía engatusadora, las suyas son casi perfectas.

Es curioso que los de TWP resulten tan adictivos desde su radical concepción adusta, alérgicos como son a las triquiñuelas de producción, los pedales de efectos y cualquier ornamento o boato. Esta vez, de nuevo con una gran entrada (Madrid, definitivamente, los adora), se presentaron con un cuarto miembro en escena, un percusionista que se limitó a agitar panderetas y trastabillar con el güiro. Poco más. La austeridad es el ideal estético para una banda que podría parecer garajera pero no lo es: sus miembros escriben y tocan demasiado bien (¿escucharon el solo de guitarra de Before this day?) para encajarlos en esa catalogación.

No es que el repertorio abarque un radio de acción desmesurado, pero los Pictures contemplaron desde la crónica ácida (I could hear the telephone) al feliz lalalá (Friday night in Borough), los guiños sudafricanos (We can never go home again) o el sentimentalismo nada atildado que supuraba en I thought of you again. Better to be loved se parecería bastante a un éxito en un mundo medio decente, y eso por no hablar del espléndido plan B, el del espídico Helm como voz principal. Suyas fueron las fabulosas Atlanta (¿Costello hacia 1978?) y Now you’re pregnant, oda al despecho en que el batería recordaba al agónico Robert Smith.

De acuerdo, puede que la colección de canciones inmediatamente anterior, recogida en el doble álbum City forgiveness, resultara más boyante y minuciosa que la presente, al menos para los estándares del fogoso trío. Pero es que ni siquiera Great big flamingo… constituyó el hilo argumental del jueves. Más allá de zarpazos blues tan vigorizantes como Pea green coat, Tattersall sabe que su potencial más genuino proviene del fondo de catálogo. Y ello abarca desde homenajes atípicos (Cassius Clay) hasta esos zarpazos directos al estómago (Now your smile comes over in your voice) que les han valido comparaciones muy razonables con Jonathan Richman. Añadamos un par de lecturas de su adorado Daniel Johnston y se comprenderá por qué 24 canciones de los Pictures se pasan en un suspiro. Tómenlos en serio: se han abonado a la brillantez por la vía expeditiva.

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