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Columna
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Iñaki Azkuna, el alcalde inmortal

Bilbao le ha hecho inmortal. Ha sido tan querido y respetado por los bilbaínos y bilbaínas que, un año después de su desaparición, sigue presente

Dicen que nadie desaparece del todo mientras haya alguien que le recuerde. Si eso es cierto, Bilbao ha hecho a Iñaki Azkuna inmortal. Ha sido tan querido y respetado por los bilbaínos y bilbaínas que, un año después de su desaparición, sigue presente. Y auguro que durante mucho tiempo el recuerdo será imborrable.

Iñaki Azkuna era una persona que difícilmente dejaba indiferente a nadie. Se cumple el primer aniversario de su fallecimiento y no han sido pocos los homenajes que le ha brindado la ciudad al que fue su alcalde durante 15 años. El principal, denominar Azkuna Zentroa al centro que ideó como catedral de la cultura y que se convirtió en uno de los hitos más representativos de su paso por el Ayuntamiento.

Pero hay muchos otros homenajes, pequeños y diarios, que a mí personalmente me emocionan tanto o más. Hablo del agradecimiento del vecino de Bilbao que le pidió un banco, un rebaje de acera, una papelera, fijar una baldosa suelta... Y el dicho se transformó en hecho, con encargo a mi persona de por medio. Y el hecho se transformó en agradecimiento eterno por su capacidad de empatizar con el ciudadano. Atendíamos una y mil peticiones, grandes y pequeñas, y esas personas a día de hoy aun hablan maravillas de él. Eso es lo que yo llamo pequeños grandes homenajes.

Dicho sea de paso, lo hacía de corazón. Su vida era Bilbao siete días a la semana. Pese a la enfermedad, nunca se planteó dejar de ser alcalde porque era su manera de ser. Quiso pelear desde la Alcaldía y consiguió grandes cosas, entre otras muchas, una mayoría absoluta para este mandato que está a punto de terminar. Una mayoría absoluta que parecía imposible, que parecía reñida en este Bilbao tan plural.

Pese a la enfermedad, nunca se planteó dejar de ser alcalde porque era su manera de ser

Son muchas las cosas que quedarán en la memoria de los bilbaínos respecto a Iñaki Azkuna y su trabajo por y para Bilbao: la mejora de los barrios, la revitalización de la ría y sus márgenes, la culminación de Abandoibarra, la puesta en marcha de Zorrotzaurre, la rehabilitación del Teatro Campos y del mercado de la Ribera, Musika- Música, su cercanía y sintonía con la gente, su carisma —era un líder nato— Y por supuesto, que fue el mejor alcalde del mundo.

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En un mandato, la primera mitad planificamos y la segunda mitad ejecutamos. Con el alcalde Azkuna planificamos cómo y por dónde íbamos a continuar con el desarrollo de ciudad durante estos cuatro años. Y digamos que en este tercer año lo que no ha podido ver ha sido la materialización de nuestros planes y proyectos: la intermodal de Garellano, la apertura del Canal y puente Ghery, el futuro Sabino Arana… Ha vivido su gestación pero, por desgracia, no ha podido ver la culminación.

Por eso, a cada paso que damos, cada licitación que lanzamos… me acuerdo de cómo lo ideamos y de cómo lo trabajamos. Es inevitable. Han sido muchos años. No solo me acuerdo de él por los grandes proyectos o en las grandes cosas, también en las pequeñas. Porque estaba encima de los pequeños detalles.

En mi caso, además de echar de menos al Iñaki Azkuna alcalde, echo de menos a Iñaki Azkuna amigo. El duelo es complicado y cuando me llaman por teléfono desde un “número privado” aún me da un pequeño vuelco el corazón. Creo que con esto lo digo todo.

En un estupendo reportaje para EL PAÍS SEMANAL en febrero de 2013 nuestro amigo común Juan Cruz escribía lo siguiente: “Cuando la enfermedad asoma llama a su amigo Sabas, le pide que lo lleve al hospital de Basurto y allí se somete en silencio al dolor de estar vivo”. Ese Sabas yo soy. Cómo le voy a olvidar.

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