_
_
_
_
_
FERIA DE FALLAS

Sinfonía de un Morante inspirado

Los tres espadas cortaron orejas

Daniel Luque en el tercero de la tarde, al que cortó una oreja.
Daniel Luque en el tercero de la tarde, al que cortó una oreja.manuel bruque (efe)

La luna tiene dos caras; Morante también. Y las dos con personalidad; las dos caras de Morante. La cara oscura, la del toro que abrió plaza. No se vio el capote de Morante ante la fuerza casi incontrolable del toro. En varas, nada destacable. Dos puyazos, dos. Al salir del segundo el presidente cambió el tercio y Morante torció el gesto. En desacuerdo con la autoridad, mandó al de tanda pegarle otro puyazo al toro. Suelto el toro en banderillas, a su aire y sin fijeza, nada bueno prometía el futuro. Nadie engaño. Ni el toro, que nunca estuvo por la labor; ni el torero, que probó sin convicción. O, quizás, con la convicción de que allí nada había que rascar. Paso palabra, dijo Morante. Y la pitada fue redonda y sonora a la vez.

DEL RÍO / MORANTE, JULI, LUQUE

Toros de Victoriano  del Río, desiguales de presentación. En general faltos de casta y entrega, aunque nobles. Destacó el cuarto. Todos, discretos en el primer tercio.

Morante de la Puebla. Estocada corta y seis descabellos (pitos); pinchazo perdiendo muleta y estocada –aviso- (oreja).

El Juli. Pinchazo, estocada baja y trasera –aviso- y descabello (saludos); media pasada (oreja).

Daniel Luque. Media algo atravesada y descabello (oreja); metisaca en los bajos –aviso- casi entera (palmas).

Plaza de valencia, 14 de marzo. 2ª de Fallas. Lleno.

Pero segundas partes pueden ser buenas con los toreros artistas. Y llegó el cuarto de la tarde. Tampoco nada con la capa de salida y dos entradas al caballo sin pena ni gloria. Pero la tarde no se podía escapar sin que el capote de Morante apareciera en plenitud: en el quite llegaron cuatro verónicas a ritmo lento meciendo los vuelos de la tela, dos por cada pitón, y una media que puso un antes y un después a la corrida. Visto el toro, Morante brindó al público sin pasar del tercio y en ceremonia lenta. Allí, casi donde había dejado la montera boca arriba, empezó por ayudados por alto. Luego, ya en los medios, en redondo sobre la derecha. Muy rebozado de toro Morante, en dos series ligadas y a cámara lenta. Un afarolado de improviso, dividió la faena en dos para pasar al otro pitón. Cambiada la muleta de mano, la primera serie con la izquierda fue a pies juntos. Medio pecho en el cite, un suave balanceo de la muleta hacia el hocico del toro que atraído como por un imán se vino de largo. De las tres series por ese pitón, hubo naturales menos logrados que otros pero los buenos tuvieron el regusto extra de un artista excepcional. Recreado Morante y la gente entregada. Sabor en todo. También en lo superficial que en este torero no es tan superficial: los remates con graciosa vistosidad, el molinete personal y las salidas de la cara del toro como un desfile de Pasarela Cibeles. La obra acabó donde empezó: en terrenos del tres. Se perfiló Morante muy en corto, entre las dos rayas, y al pinchazo primero siguió una estocada final. Oreja al canto y vuelta al ruedo larga y lenta entre aclamaciones. Buen toro este cuarto. Gran toreo el de Morante. Una delicia; para paladares con gusto.

La tarde tuvo un antes con la faena de Luque al tercero, al que ya de capote había toreado bien de salida y variado en un quite por cordobinas. Abrió Luque la faena por alto, de costadillo, sin mover un músculo. Al ligero punteo del toro respondió Luque con buen pulso, en series no completas pero llamativas. Cuando la faena parecía que no terminaba de arrancar, un pase cambiado por la espalda levantó el ambiente. Los momentos finales fueron una serie continuada cambiando la muleta de mano y sin ayuda de la espada. Muy vistoso todo más que profundo. Con el toro ojeando tablas y pasado de faena, Luque se decidió a matar.

El sexto, con hechuras anovilladas y muy fino de cabos, también permitió a Luque torear a buen ritmo con la capa. Con el toro mal picado, Luque hizo un quite por chicuelinas, rectificando siempre la posición, pero que tuvieron llegada al tendido. Sin pensarlo dos veces, sin probaturas previas, Luque comenzó la faena a derechazos, a media altura. Pronto el toro, Luque mostró su manifiesta facilidad. Siempre mejor en lo accesorio, mientras que lo fundamental quedaba en segundo o tercer plano. Mucha galería y gran facilidad para conectar con la gente. Pero un feo metisaca –la espada asomó por un costado- dejó la cosa sin premio.

El Juli trabajó a destajo en sus dos toros y acelerado a veces. Su primero quedó corto y sin entrega y en la distancia corta puso en juego los muslos al aguantar los parones del toro a mitad suerte. Muletazos muchos, valor también, pero poco más. Con el quinto, tras la sinfonía de Morante, era difícil superar el listón. El toro, sin clase y con la cara altita, no permitió a Juli más que meterse en su terreno. Se acumularon también los pases y la cantidad, como en el otro, superó con creces a la calidad. Unas manoletinas finales, de efectos inmediatos, sirvieron para que la gente agradeciera la voluntad.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

La corrida de Victoriano del Río fue desigual de presencia, con toros entre lo correcto y lo justo. Les faltó clase y entrega, aunque el cuarto fue de muy buena nota para la muleta. Y se cortaron tres orejas, tres, pero cada una de valor tan distinto que el marcador final no hace justicia a la realidad vivida en el ruedo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_