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‘Amor en guerra’, un despliegue excepcional de acentos graves y agudos

Piermario Salerno lleva a la sala El Cachorro una obra pasional en un ambiente bélico

Javier Martín-Arroyo
El actor y director Pier Mario Salerno, durante una escena de Amor en guerra.
El actor y director Pier Mario Salerno, durante una escena de Amor en guerra.MARCO ANTONIO BARRERO

Un actor para 10 personajes. Es el principal gancho de Amor en Guerra, una obra sobre los sentimientos en ese lugar tan esquivo a los sentimientos llamado cuartel militar, o peor aún, las trincheras. El actor y director italiano Piermario Salerno estrena este fogonazo de verdad, idealismo, crudeza y humor escrito por él mismo, este sábado y domingo, y el próximo fin de semana electoral en la Sala El Cachorro de Sevilla.

Sobre el escenario, Salerno interpreta él solo la decena larga de personajes, en un desfile de acentos y variopintos tonos de voz, sin estridencias, con la fuerza del ambiente de la Segunda Guerra Mundial. Y sobre todo, apoyado en un sólido guion que durante 50 minutos arrastra al espectador hasta la primera línea del frente. En ese duro contexto se entrevé una historia de amor homosexual entre dos soldados, bajo la mirada e intuiciones aviesas de los compañeros.

La historia surgió tras leer Salerno una carta que escribió el soldado estadounidense Brian Keith en 1943 a un compañero de filas, Dave, después de su misión en el norte de África durante la Segunda Guerra Mundial. La Biblioteca Nacional del Congreso norteamericano conserva la misiva. “Eran necesidades personales de hablar de temas como la homofobia, afirmación de uno mismo, del poder, del individuo”, explica el actor como motivo para lanzarse a la escritura. “Amor en guerra era una necesidad”, insiste Salerno. La obra, llega a El Cachorro este sábado y domingo y el siguiente fin de semana electoral tras estrenarse en Tarento (Italia) y otras salas sevillanas como ZM o El Rincón del Búho.

Amor en guerra recrea la técnica del teatro de gestos. Salerno resalta la virtud de este método actoral para llevar a cabo la multiplicidad de personajes. “De entrada, un actor de técnica de gestos tiene una mirada más fría, para transmitir al espectador sin perder el control de lo que está haciendo”. El intérprete resalta la oposición de esta técnica frente al método Stanislavski. “Yo tengo mi inteligencia que me hace entender ese personaje, pero no necesito sentir lo que está sintiendo una maltratada o un pedófilo. Se trata de una mirada más fría de entrada para transmitir al espectador sin perder el control de lo que está haciendo, para transmitir exactamente lo que quieres”.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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