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FERIA DE LA MAGDALENA

Triunfo de la juventud, con un Varea de clamor

Los tres espadas y el mayoral, a hombros por la puerta grande en la primera corrida de las fiestas de Castellón

Una excelente novillada de Fuente Ymbro y tres novilleros en edad de merecer. Los tres a hombros por la puerta grande y los tres, cada uno en su estilo, bien vistos desde el tendido. O muy bien vistos y aclamados, caso de Varea. Clamor con Varea, por ejemplo, que ya levantó a los paisanos de sus asientos el recibir al tercero de la tarde. Lances semi genuflexos, con distinción. Elegantes siempre. Y ya de pie, chicuelinas con gusto y una media de remate que hizo rugir la plaza. Para entonces ya estaba conquistado el público. A ese novillo, como al resto, lo trataron con delicadeza en varas: un picotazo y a otra cosa. Perdió el equilibrio un par de veces el de Fuente Ymbro, pero que se quedó en simple aviso. El temple de Varea hizo el resto. Con el compás siempre abierto, cargada la suerte en la pierna contraria, Varea se recreó. Al temple se le unió el buen gusto, la elegancia. Y todo ligado. Cosidos los muletazos, sin que se perdiera nada por el camino. Una ceremonia de faena que tuvo el colofón de una estocada corta. Dos orejas y una petición de rabo que hizo dudar al presidente si concederlo o no. Se resistió a la petición.

FUENTE YMBRO / ESPADA, SOLER, VAREA

Novillos de Fuente Ymbro. Bien presentados y de buen juego en general. Destacaron los tres primeros por clase y recorrido. Casi todos aplaudidos en el arrastre. Quinto y sexto, el que mejor peleó en varas, ovacionados de salida.

Francisco José Espada: Entera desprendida sin puntilla (oreja); entera perdiendo muleta (oreja).

Vicente Soler: Casi entera caída (dos orejas); dos pinchazos y entera trasera y baja –aviso-, tres descabellos (saludos);

Varea: Estocada corta (dos orejas); dos pinchazos –aviso- y dos descabellos (ovacion).

Plaza de Castellón, 8 de marzo. 1ª de la Magdalena. Casi tres cuartos.

El sexto, al igual que el quinto, fue aplaudido de salida. Toro alto. Bien plantado y con plaza. Peleó como ninguno de sus hermanos en el caballo, levantando al jinete sin que se produjera la caída. Bravo novillo; casi un toro. No fue, sin embargo, tan franco de embestida como los anteriores. No acabó de entregarse, aunque por el pitón izquierdo Varea le sacase todo el jugo. Hizo hilo el novillo al principio de faena, incluso hubo de asumir Varea un desarme. Pero cambió el panorama al echarse la muleta a la izquierda. Tres series, tres. La del medio la más cuajada, muy toreado el novillo que, ahora obediente, sí tuvo entrega. El final de faena tuvo torería; saber andarle a los toros, se dice. Incluso la improvisación de unos molinetes y trincherillas, que fueron la guinda. La espada, esta vez, no fue una aliada. Mas poco importó para lo antes vivido.

Para Vicente Soler fue, quizás, el lote más completo. Suyo fue un segundo muy celoso con la capa y de gran transmisión en la muleta. Se le picó mal a ese novillo; trasero y bajo. Pero los toros buenos no se esconden nunca. Soler comenzó con un escalofriante pase por la espalda, en el centro del ruedo, y luego vino un absoluto derroche de voluntad. Sinceridad en Soler, a falta de otras virtudes. En todo caso, mucha conexión entre el ruedo y el tendido. Era lo que importaba, en fin. Actitud total de Soler, que cerró el capítulo con unas espaldinas de gran eco en la gente.

El quinto levantó una ovación al saltar al ruedo. Noble novillo, que dejó a Soler componer con mayor serenidad. Se relajó el torero y hubo momentos de muy buen toreo. A gusto Soler, la faena tuvo muletazos de formidable composición. Se pasó de faena Soler y cuando quiso matar el novillo ya no tuvo la entrega necesaria. A sus dos novillos los banderilleó Soler con decisión. Mejor la colocación, muy reunidos siempre los palos, que ejecución, aunque sin exageraciones ni gestos fuera de lugar.

Francisco José Espada muleteó a destajo a sus dos novillos. Más pendiente de componer la figura en su primero, la faena tuvo oficio pero no tanta pausa. Muchos pases, y de todo entró en tanta cantidad. Algo mecánico en ocasiones, Espada aceleró demasiado. El cuarto no tuvo tanta clase, se soltó algo rebrincado, y la faena tuvo un comienzo algo deslavazado. Se centró poco a poco y aunque pecó de ligero, fue sobre todo otra demostración de oficio.

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Al final los tres espadas, junto al mayoral de Fuente Ymbro, se los llevaron a hombros por la puerta grande. La juventud, el futuro, triunfó en la primera de la Magdalena.

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