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MARIO ROMERO, PRESIDENTE DE LA TERCERA VÍA

“El café para todos fue un error y se está viendo ahora”

La asociación aboga por la negociación y el pacto para resolver el encaje de Cataluña

Mario Romeo, presidente de La Tercera Vía.
Mario Romeo, presidente de La Tercera Vía.Massimiliano Minocri

El notario barcelonés Mario Romeo (Lleida, 1956) preside la asociación La Tercera Vía, que se define como catalanista y que reclama diálogo y acuerdo para acabar con la situación de bloqueo institucional y político que sufre Cataluña con el resto de España.

Pregunta. ¿Porqué una nueva asociación?

Respuesta. Creemos que la mayoría de los catalanes quieren mejoras en el autogobierno para sellar el encaje y la permanencia de Cataluña en España. Nosotros no somos independentistas ni inmovilistas, sino catalanistas. Las cosas no pueden seguir como están y hace falta sentarse a dialogar.

P. Su discurso es muy parecido al de los socialistas. ¿Son un satélite del PSC?

R. En absoluto. Ni el PSC ni ningún partido necesita marcas blancas. Tenemos gente próxima a Convergència, a Unió y a Iniciativa per Catalunya. Haremos una junta transversal.

P. ¿Quién les paga?

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R. Somos una asociación privada, con un centenar de socios y 200 adheridos, que estamos intentando conseguir ayudas económicas de gente que pueda estar de acuerdo con nosotros. Estamos en una fase inicial porque nos presentamos en sociedad en diciembre y queremos hacerlo en diversas ciudades catalanas y de España.

P. ¿Qué les diferencia de Federalistes d'Esquerra?

R. Nosotros no nos limitamos a ser de izquierdas exclusivamente. Pretendemos tener gente de izquierda, de centro y de derecha.

P. ¿Se puede ser de tantas cosas a la vez en una asociación?

R. El encaje de Cataluña en España es un tema transversal. Pretendemos abrir una vía entre Sociedad Civil Catalana y Federalistes d'Esquerra. El catalanismo es nuestro punto de unión. Defendemos una Cataluña plural dentro de una España plural.

P. ¿Aspiran a ser una ANC constitucionalista?

R. Queremos ser una voz importante en el proceso que vive Cataluña, pero no solo en temas políticos, sino económicos y culturales. No aspiramos a movilizar a la gente en la calle, sino que queremos informar a la gente, para que vote con la máxima información posible.

P. ¿Y cómo piensan difundir su mensaje?

R. El otro día organizamos un acto sobre la reforma de la Constitución que tuvo bastante éxito y estamos preparando una jornada de debate cultural en Barcelona y en Madrid. Reivindicamos que la cultura en catalán forma parte del patrimonio cultural español y que la cultura en castellano es también cultura catalana. También haremos una jornada sobre economía y empresa, que abordará las consecuencias y el empobrecimiento de una Cataluña independiente. Y luego tenemos en mente la redacción de un libro blanco, con representantes de grandes instituciones de España sobre las ventajas e inconvenientes de la independencia, con expertos cualificados del ámbito económico, cultural, social, político y deportivo, para que los partidos políticos tengan elementos para opinar. Será abierto a que todo el mundo diga lo que piensa.

P. ¿Por qué defienden que Cataluña siga en España?

R. Porque creemos que es lo más justo, se mire como se mire. Cataluña sería más pobre desde todos los puntos de vista si se consumara la independencia.

P. ¿Están a favor de que se celebre una consulta?

R. Por supuesto, pero siempre que sea legal y acordada. Si en un momento determinado hay que consultar al pueblo de Cataluña, estaremos a favor para que se clarifique la voluntad popular. El último intento de votar por parte del Gobierno de Artur Mas del 9 de noviembre fue más un brindis al sol que una realidad. CDC jamás se ha presentado a las elecciones como un partido independentista. Parece que lo va a hacer ahora y se verá qué apoyo tiene.

P. ¿Apoyan la reforma de la Constitución?

R. La Constitución ha sido muy positiva para la historia de España y Cataluña. La crisis ha hecho tambalear muchas cosas y hay que poner al día ese texto. Con la Constitución se hizo el café para todos y probablemente fue un error. No todas las comunidades necesitaban ni pedían tanta autonomía y ahora se ve que algunos gobiernos quieren recentralizar competencias. Pero otras naciones o nacionalidades, que cada uno lo llame como quiera, necesitan unas competencias más claras y eso hay que clarificarlo. Pero ha de ser con sentido común y sin electoralismo barato.

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