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Algo más que compositoras

Homenaje a un grupo de mujeres de la burguesía catalana que se dedicaron a la música a finales del XIX

La Sala de Confiança del Palau Güell acogerá el concierto “Elles, les modernistes”.
La Sala de Confiança del Palau Güell acogerá el concierto “Elles, les modernistes”. ginger (diputació de barcelona)

El atentado anarquista el 7 de noviembre de 1893 en el Liceo de Barcelona dio al traste con un estreno singular que estaba programado para esas fechas: el de la ópera Schiava e regina, de la compositora Lluïsa Casagemas. Iba a ser la primera ópera compuesta por una mujer en Europa. Casagemas junto con Carmen Karr, Narcisa Freixas, Isabel Güell y Lluïsa Denis eran hijas de buenas familias de Barcelona que, además de dinero para la educación, eran amantes de la cultura y se conocían entre ellas.

Todas ellas fueron compositoras de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX que bebieron del movimiento modernista y precursoras de las mujeres compositoras. “Aunque no se dedicaban solo a la música. De hecho, era frecuente que también pintaran o tuvieran otras actividades”, explica la soprano Teresa Garrigosa que será la encargada de poner voz a composiciones musicales de esas autoras en el concierto Elles, les modernistes que se celebrará hoy en el Palau Güell. Una iniciativa que se ha hecho coincidir con el Día de la Mujer Trabajadora en reconocimiento a su aportación.

Música infantil y

Un concierto que, además, se hará en una de las estancias, la Sala de la Confiança, que era donde ensayaba y hacía audiciones reducidas una de esas compositoras, Isabel Güell, hija de Eusebi Güell. Un soberbio espacio, obra de Gaudí por encargo del que fue su mecenas, el conde Güell, en el que se podrá escuchar algunas de las canciones que compusieron sobre poemas de Apel·les Maestres, Joan Maragall y Jacint Verdaguer e interpretadas por Manuel Ruiz al piano, un Érard del siglo XIX —muy parecido al que hubo originalmente en el palacio y en el que ensayaba Isabel y su hermana Lluïsa— y por el tenor Jordi Cortada.

Precisamente fue el hallazgo casual de una partitura de Isabel Güell en un archivo el que propició la investigación de la soprano Garrigosa. Y se encontró con otros trabajos musicales de mujeres de aquella época, todas muy cosmopolitas. “Formaba parte de un movimiento cultural en el que las hijas de las familias adineradas y también las de la burguesía accedían a la cultura”, apunta la soprano. Algunas sobresalieron más por otras actividades, como Carmen Karr que fue una de las promotoras más adelantadas del feminismo catalán de principios del siglo XX y dirigió la revista Feminal, además de colaborar en otras publicaciones y de componer canciones sobre poesías de diferentes autores.

Garrigosa, que ha convertido su curiosidad por ese fenómeno musical en su tesis doctoral, considera que las compositoras modernistas son un claro ejemplo del afán de culturizar a las mujeres de aquella época. Sería el caso de Narcisa Freixas, compositora de canciones infantiles y renovadoras de la educación musical, que empezó su incursión en la cultura estudiando pintura de la mano de Modest Urgell.

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El Palau Güell acoge

“Era normal que estudiaran más de un instrumento y la música que componían tuvo buena recepción por la sociedad. Se trataba de canciones un tanto íntimas, compuestas para que se pudieran cantar y tocar en casa. Era música que caló y se cantaba en las familias y también en las escuelas”, argumenta Garrigosa que no descarta el hallazgo de más partituras de otras compositoras de finales del siglo XIX y principios del XX. Las que ha encontrado hasta ahora estaban depositadas en archivos municipales, en bibliotecas y en archivos de parroquias e iglesias porque parte de sus composiciones eran música sacra. “A veces son las donaciones de las familias las que son determinantes para que no se pierda la memoria de lo que fue un fenómeno bastante insólito y que luego se truncaría por completo”, añade la soprano que no desiste en encontrar más material de compositoras.

A veces, la proximidad de vecindad entre ellas también influyó, como fue el caso de Isabel Güell y Lluïsa Casagemas. La dedicación a la música fue desigual entre ellas y la que más destaca es la de Casagemas: “sin duda fue una niña prodigio porque a los 17 años compuso una ópera y a los 19 ya fue reconocida por un prestigioso premio de Chicago. A lo largo de su vida compuso 300 obras y eso es mucho para una compositora”. Schiava e regina, la ópera que se tenía que estrenar en el Liceo en 1893, vio la luz dos años después en el Palacio Real de Madrid, con la presencia de la familia real. “La pena es que ya se había estrenado otra ópera de una compositora en Francia”, se lamenta Garrigosa.

 

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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