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CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mozart raros y más raros

El pianista Alexandre Tharaud rescata piezas olvidadas de un compositor consagrado

En un mundo repleto de pianistas jóvenes que tocan de maravilla no es fácil encontrar un espacio, una voz propia. Pasó por el Palau, convocado por Palau100, Alexandre Tharaud, miembro junto a Bertrand Chamayou, Cédric Thiberghien o Hélène Grimaud, de una ilustre generación de pianistas franceses que hoy se hallan en la cima de sus carreras. Tharaud encontró su voz propia, su originalidad, devolviendo al escenario piezas olvidadas de un consagrado: Mozart.

Alexandre Tharaud

Obras de Mozart, Satie y Ravel.

Temporada de conciertos Palau100.

Palau de la Música Catalana. 3 de marzo.

Empezó su actuación con la suite en Do Mayor K.399, seguida por la brevísima Giga en Sol Mayor K.574, piezas que Mozart compuso en estilo deliberadamente antiguo usando los códigos de lenguaje del barroco tardío. Si eso ya era raro, lo que siguió ya era marciano, un Praeambulum de 1789 compuesto por encargo de la hermana de Mozart, que ni figura en el célebre catálogo de Köchel, Un pieza curiosísima de estilo absolutamente caprichoso y alocado.

Cubierto el cupo de rarezas, Tharaud siguió con uno de los Mozart más populares, la Sonata K. 331,la de la célebre Marcha Turca, martirio de vecinos de estudiantes de piano.

Tharaud tocó excelentemente, con belleza de sonido, claridad de intención, pertinencia de estilo, fraseo perfectamente dibujado, detalles de énfasis casi siempre de buen gusto y algún contraste dinámico exagerado.

La segunda parte se inició con tres Satie hermosamente decadentes, orientalizantes, voluptuosamente lánguidos, las Gnossiennes 1, 3 y 4. Tharaud supo estar blando, flexible y próximo como un gato mimoso que busca una caricia. Una interpretación de pecado no apta para menores. Se terminó con el mejor y más brillante y espectacular Ravel pianístico, los cinco números que integran los Miroirs estrenados en 1906 por Ricard Viñes. Tharaud se quitó aquí el gato y la pereza de encima y desplegó un pianismo atrevido, potente, brillante, ágil, el pianismo espectacular de un solista de primera línea en la cima de su carrera.

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