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Condenado a 19 años de prisión por matar a su abuela para robarle

El homicida, adicto a las drogas, era además hijo adoptivo de la asesinada

Dos años y medio después de que el cuerpo de Dolores Rodríguez fuese hallado, envuelto en la alfombra del salón de su casa con la cabeza magullada y ensangrentada, la Audiencia de Ourense ha condenado a Luis Pérez, su nieto e hijo adoptivo, a 19 años de prisión al considerarlo autor del homicidio y el robo que se produjo en la vivienda aquella noche de agosto de 2012, con agravantes de parentesco y abuso de superioridad. La sentencia considera probado que asestó 31 martillazos a su abuela “de forma reiterada” hasta matarla mediante una “brutal agresión”. No fue la única lesión, ya que también la asfixió. Justo antes de propinarle los martillazos usó un cable y otro instrumento indeterminado “con intención de causarle la muerte”, según revelaron las marcas del cuello de la mujer de 77 años. Tras los hechos, el médico forense que realizó la autopsia constató severas agresiones como un traumatismo cranoencefálico, fracturas costales, contusión pulmonar o asfixia.

El tribunal tiene claro que su intención era robar en la casa para comprar sustancias estupefacientes. Tras darle muerte y según relata el fallo judicial, abrió la puerta del dormitorio de la mujer a golpes. Ella, ante el temor de que su propio nieto e hijo adoptivo le agrediese y robase, había instalado una cerradura de seguridad. Una vez dentro del cuarto y con el cuerpo rodeado de un charco de sangre en el salón, se hizo con 300 euros, cuatro cartillas bancarias, una cartera de piel, las llaves del coche y un teléfono móvil. Solo dejó en el lugar la ropa y las fundas de las cartillas. Tras matar a su abuela, cogió el coche y se dio a la fuga hasta que, días después, se entregó llorando en la puerta de la prisión de Pereiro. El cadáver fue encontrado a la mañana siguiente de los hechos por otra familiar que tenía llaves de la casa y que vive en la misma zona del centro de Ourense.

Según pudo saber este diario, la familia tenía problemas desde que el hombre era adolescente. La asesinada y su marido, ya fallecido, se habían hecho cargo de él cuando era niño, tras la prematura muerte de su madre. De hecho, José Luis tenía antecedentes penales por robo y antes de su ingreso preventivo en prisión por el asesinato, ya había estado entre rejas por otros robos relacionados con el mundo de los estupefacientes. Su abuela lo había denunciado por agresiones previamente y un juez llegó a decretar una orden de alejamiento. Su abuelo, incluso lo echó de casa y a pesar de que las discusiones y peleas se sucedían habitualmente, según relatan los vecinos del edificio, cuando este falleció, la abuela, apenada por la vida de su nieto, lo acogió de nuevo en la vivienda. Durante el proceso judicial, el hombre reconoció haber “reventado la puerta” durante un altercado previo.

La defensa de José Luis anuncia que recurrirá ante el Tribunal Supremo la decisión de la Audiencia Provincial. La sentencia también afirma que “resulta patente” el temor que la madre sentía por su propio hijo adoptivo porque “se vio obligada a cerrar su habitación con llave para evitar precisamente la entrada en ella”. No era la primera vez que le robaba y, de hecho, los investigadores hallaron en el interior de la casa una nota manuscrita en la que la víctima, durante años, detalló exhaustivamente una relación de objetos y dinero que le había sustraído y en la que la mujer había escrito: “Descontar del reparto de dinero si queda para heredar”. Lo que no pudo robar el día del homicidio fueron joyas. Y es que Dolores se las había entregado a su otra hija para evitar que José Luis las vendiese para comprar droga. Una vez que cumpla la condena tampoco podrá heredar, ya que el tribunal lo ha incapacitado para recibir bienes de la familia.

 

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