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Sarrià de Ter, villa romana

El potente yacimiento del Pla de l’Horta, del siglo I a.C, inicia su museización

Aspecto del yacimiento romano del Pla de l’Horta de Sarrià de Ter, de los más importantes de Cataluña.
Aspecto del yacimiento romano del Pla de l’Horta de Sarrià de Ter, de los más importantes de Cataluña.

Mosaicos, pinturas en las paredes, un gran horno industrial y un conjunto formado por una espaciosa sala de prensado y dos grandes depósitos para la producción de vino apuntan a la villa romana del Pla de l’Horta de Sarrià de Ter (Gironès), como un “equipamiento patrimonial de primer orden”. Por ello, el consistorio y la concesionaria Abertis han firmado el convenio del 1% cultural que permitirá tirar adelante el proyecto de restauración y museización del yacimiento, catalogado como Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) por la Generalitat en 2012. Una gran cubierta de 600 metros cuadrados de cristal sujeta en cuatro pilares y valorada en 304.500 euros protegerá parte del yacimiento de la intemperie. En un año se podrá visitar a modo de museo al aire libre.

Su importancia radica en que es la villa suburbana del entorno de Girona, y de toda la provincia, en un mejor estado de conservación. También es de las más importantes de Cataluña. Su larga longevidad, del siglo I a. C. al V d. C., su complejidad y su preservación la convierten en primordial para poder interpretar la ocupación del territorio del entorno de Gerunda (la actual Girona) en época romana.

Las prospecciones realizadas en los últimos seis años parecen dibujar un asentamiento que podría superar los 8.000 metros cuadrados de superficie. De los cerca de 1.500 metros cuadrados ya excavados, el 70% correspondería al sector residencial del edificio, donde destacan un conjunto de salas pavimentadas con mosaicos, estructuradas en torno a un patio presidido por un ninfeo monumental. En la campaña de finales de 2014 y la de este año, que finaliza esta semana, se han empezado a localizar estructuras pertenecientes a la zona productiva de la villa, donde destaca un conjunto formado por una gran sala de prensado (torcularium) y depósitos de una gran instalación para la producción de vino.

Una gran cubierta de cristal de 600 metros cuadrados protegerá los restos

La principal sorpresa de los arqueólogos ha sido “ver que la zona residencial se extiende más allá de lo que pensábamos”, indica uno de los arqueólogos de la Universitat de Girona que dirige las excavaciones, Lluís Palahí. “Todas las habitaciones dan restos de mosaicos, de paredes decoradas con pinturas con combinaciones de colores y figuras geométricas que combinaban con el suelo, lo que denota que el edifico residencial supera los 1.000 metros cuadrados”. Palahí sospecha que parte de la villa fue destruida en los años 70 cuando se hicieron los bloques de pisos que hicieron aflorar los primeros vestigios romanos.

Este mes, además, han empezado a localizar parte de la zona industrial: un horno quizá para la fabricación de cerámica y unas grandes prensas para vino. Los 2,5 metros de diámetro de la zona de prensado son de las más grandes halladas en toda Hispania, asegura el arqueólogo. Las dimensiones de los depósitos, de clara finalidad comercial, con una capacidad de 30.000 litros, también demuestran la potencia económica de los dueños de la villa.

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La finca hacia un poco de pendiente, hecho que el dueño aprovechó para construir la casa un poco elevada. “Si tú eres rico quieres que todo el mundo te vea, y la casa era visible para cualquiera que pasara por la Vía Augusta, además de que así también tenía mejores vistas”, asegura Palahí. Los técnicos creen que localizarán más de 6.000 metros cuadrados dedicados a la industria.

Los primeros elementos hallados ya pusieron de manifiesto la necesidad de ser protegidos de las inclemencias meteorológicas por su fragilidad. Para el responsable de Monumentos de la Diputación y autor del proyecto de restauración, Lluís Bayona, “era imprescindible poner una cubierta provisional porqué había un deterioramiento de todo lo que habíamos encontrado importante”. Una vez esté instalada la cubierta de cristal de 600 metros cuadrados “podremos empezar a descubrir todos los mosaicos ahora tapados o los que se retiraron y hacer su restauración definitiva para mostrarlos al público”.

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