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La presión de decanos y sindicatos de la UB frena la reducción de facultades

La última memoria atrasa un año la implantación y modifica algunas fusiones

La Universidad de Barcelona (UB) reducirá a la mitad sus facultades, pero no lo hará tan pronto como deseaba el rectorado. Después de ocho meses de intensos debates y una fuerte oposición de los decanos, sindicatos y estudiantes, el equipo de gobierno del campus presentó el martes en un claustro extraordinario la cuarta y última versión de la propuesta de reforma la estructura de la UB, que contempla relajar un año su implantación y modifica algunas de las fusiones de facultades planteadas.

A final del curso pasado el rectorado de la UB sorprendió a toda la comunidad con un proyecto para llevar a cabo una reforma de calado del campus, que incluía reducir a la mitad el número de facultades y departamentos (de 18 facultades y 106 departamentos se pasaba a 10 y 55, respectivamente). Con el conjunto de medidas, que no prevé despidos, el rectorado espera ahorrar nueve millones anuales, aunque admite que el coste de la reforma asciende a 13 millones, básicamente el traslado de facultades.

Las estimaciones económicas no han variado, pero sí el calendario

Las estimaciones económicas no han variado, pero sí el calendario. En un primer momento, la voluntad del rectorado era tener implantada la reforma en curso 2015-16, según recoge el primer borrador. La propuesta final introduce novedades como la posibilidad de que la reestructuración se haga de forma progresiva, según cada facultad, y se fija como plazo máximo el curso 2016-17. También se ha introducido un periodo durante el curso actual para negociar con los sindicatos todo lo que afecte a las plantillas, un punto no contemplado hasta ahora.

A nivel de contenido, finalmente se propone fijar el número de facultades en nueve, entre las cuales destacan dos de gran tamaño: la de Humanidades y la de Ciencias e Ingenierías. También habrá la de Medicina, Derecho, Economía, Educación, Farmacia y Alimentación, Psicología y una exclusiva para Bellas Artes, que tendrá un régimen especial. En un primer momento se había proyectado que Biología-Geología y Filología-Filosofía tuvieran facultad propia, pero ahora se integrarán en las macrofacultades de Ciencias y Humanidades, respectivamente.

La reestructuración causó estupor y enfado en la comunidad universitaria, no tanto por el contenido de la reforma sino por la forma (sin negociación previa y con un calendario ajustado). La crispación afloró durante tres claustros celebrados en julio y diciembre. En este último, de forma inédita, llegó a tumbar el informe de gestión que presentó el rector.

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Ramírez pidió a la comunidad universitaria “no caer en un bucle paralizante”

Durante la sesión del martes, mucho más plácida, según varios asistentes, Dídac Ramírez pidió a la comunidad universitaria “no caer en un bucle paralizante” y arrimar el hombro para llevar a cabo la reforma que debe, según el proyecto, acabar con las “bolsas de ineficiencia”, las “duplicidades” y hacer las facultades más fuertes y competitivas en un momento de fuertes recortes presupuestarios (47 millones menos, un 11%, desde 2009 a 2014).

Con esta última versión del proyecto se da por finalizado el periodo de alegaciones y de participación de la comunidad universitaria, que ha hecho crecer en 44 páginas, hasta las 160, la memoria del proyecto. Ahora se creará un grupo de trabajo, presidido por el rector, que se encargará de supervisar la implementación de la reforma y estará formado por 30 personas de los diferentes colectivos.

 

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