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Condenado a 28 años por vejar y pegar a su pareja en Málaga

El tribunal resalta que la víctima tenía anulada su voluntad por la dependencia emocional

Cuando la víctima logró escabullirse de su pareja y agresor, un día de agosto de 2013, tenía hematomas y dolores en varias partes del cuerpo, una herida en el labio superior, la muñeca derecha deformada y las piernas inflamadas. Presentaba síntomas de desnutrición y mala higiene corporal. Eran las secuelas de las “vejaciones, menosprecios, humillaciones” y palizas a las que fue sometida por su pareja sentimental, Daniel R. S., quien ahora ha sido condenado por la Audiencia de Málaga a 28 años y ocho meses de prisión por seis delitos de lesiones, uno de detención ilegal y dos de malos tratos (uno de ellos habituales y otro en el ámbito familiar).

El relato de hechos que la Sección Octava considera probado sobre esta pareja, unida durante cuatro años, describe el horror. En el verano de 2012, el hombre (de 38 años) arrinconó a su compañera contra la bañera del cuarto de baño de su casa y no cesó de darle puñetazos y patadas hasta que la mujer confesó “falsamente” que había mantenido una relación con otra persona. Las heridas que sufrió en este episodio se desconocen porque el agresor impidió a su víctima acudir a un médico, pues la tuvo encerrada “bajo llave” durante 15 días.

El condenado tendrá que indemnizar a su víctima con 32.500 euros

A principios de 2013, “aprovechando la situación de dependencia y absoluto desvalimiento” de la mujer, el hombre quiso castigarla por esas supuestas infidelidades y la obligó a arrancarse un diente con unas tenazas que él le dio, con el objetivo de menoscabar su imagen. La amedrentó diciéndole que si no lo hacía, le daría una paliza. Esta misma situación se repitió en otras cuatro ocasiones.

En abril de ese mismo año le dio otra paliza que le rompió la mandíbula y durante los últimos meses de relación, cuando la pareja residía en Vélez-Málaga, Daniel la encadenó en una ocasión a un armario. Otro día, le ató las manos y el cuello con unos cables eléctricos, forzándola a dormir en el suelo. La sentencia explica que el hombre obligó una vez a su compañera a beber su orina y a comer sus heces y que para golpear sus brazos, solía utilizar un palo de PVC.

Los magistrados introducen en su resolución los informes periciales que describen a la víctima como una persona con “una fuerte dependencia emocional”, tan intensa que “anulaba su voluntad”. Durante el juicio se habló de una situación de “completo sometimiento por miedo”. El condenado tendrá que indemnizar a su víctima con 32.500 euros por los días de incapacidad y las secuelas. Una cantidad que al tribunal se le antoja “baja” comprobado el daño ocasionado, que ha sido “extraordinario”, pero que es la suma que pidieron las acusaciones.

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