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Aviso de Sánchez: “La política debe ir tres pasos por delante de la legalidad”

El líder del PSOE pidió "la moralidad más exigente" ante un Gómez al que ni siquiera saludó

Pedro Sánchez y Tomás Gómez en el XXXIX Congreso Federal Extraordinario del PSOE.
Pedro Sánchez y Tomás Gómez en el XXXIX Congreso Federal Extraordinario del PSOE.LUIS SEVILLANO

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, coincidió ayer en un desayuno informativo con el líder madrileño de su partido, Tomás Gómez. No hay apenas testimonio gráfico de su encuentro, apenas se miraron, y cuando tomó el micrófono Sánchez no hizo mención alguna a Gómez, candidato socialista a la Comunidad de Madrid, pese a deshacerse en elogios con su "amigo" Antonio Miguel Carmona, aspirante a la Alcaldía de la capital. A la salida, acosado por los periodistas, el líder del PSOE se fue como una exhalación, con semblante serio, sin dar oportunidad a conocer su opinión sobre la investigación judicial y policial sobre la gestión de Gómez al frente del Ayuntamiento de Parla (1999-2008) y de los sobrecostes de su principal proyecto, el tranvía.

Sánchez sí dijo una frase que varios dirigentes socialistas madrileños comentaban luego por su presunta importancia: "La política debe ir tres pasos por delante de la legalidad, ser ejemplar es hacer política desde la moralidad más exigente". Pudo ser una alusión para Juan Carlos Monedero, dirigente de Podemos, o para los detenidos ayer en Andalucía por corrupción, pero no fueron pocos los que la interpretaron en clave interna madrileña.

Ayer, antes del desayuno informativo, EL PAÍS había revelado la preocupación existente en la dirección socialista por las pesquisas contra Gómez. Este, preguntado una vez más por los periodistas, aseguró ayer: "Absolutamente cero preocupación, sé que nadie está preocupado en ningún ámbito de ningún sitio". Luego culpó de la gestión del tranvía al Consorcio Regional de Transportes, en manos del Partido Popular, pese a que fue su gobierno municipal quién pilotó el proyecto y aprobó los sobrecostes: hay 12 ediles o exconcejales para los que la Fiscalía pide la imputación, y si entre ellos no está Gómez es porque ese día decidió irse a cantar villancicos con niños, según explicó.

Pese a todo ello, el portavoz socialista en el Congreso, Antonio Hernando, refrendaba poco después la confianza del PSOE en Gómez y descartaba que se fuera a buscar un candidato alternativo incluso si finalmente era imputado. Que los periodistas le asaltaran en los pasillos de la Cámara Baja para preguntarle sobre el líder madrileño ya era malo. Peor es la preocupación que tienen muchos candidatos municipales y cuadros regionales de Madrid, que consideran que Gómez no solo se iba a estrellar en las elecciones a la Comunidad sino que iba a arrastrar sus propias expectativas varios puntos hacia abajo.

Nadie se atrevía ayer sin embargo a decirlo en alto. Y menos que nadie su amigo Antonio Miguel Carmona, que en un último suspiro de lealtad puso no una sino sus dos manos en el fuego por el "mejor candidato posible", Tomás Gómez. Eso sí, antes lanzó también su propio aviso a navegantes: "La corrupción es como la gripe, existe desde Adán y Eva. El problema es la impunidad. Yo nunca defenderé a un corrupto, y menos del PSOE. Tienes que luchar contra la corrupción; si no, formas parte de ella".

Carmona jamás se enfrentaría abiertamente a Gómez porque es su amigo y porque se lo debe todo a él, su máximo apoyo a nivel interno en Madrid. Ayer fue presentado por Sánchez en un acto al que asistieron entre el público José Luis Rodríguez Zapatero, José Bono, Cándido Méndez, Carme Chacón, Joaquín Leguina, Juan Barranco... Pero en otoño, cuando se tuvo que jugar las primarias ante Jaime Lissavetzky, respaldado por más de la mitad del partido en Madrid, fue el apoyo de Gómez y el silencio complaciente de Sánchez, y probablemente lo segundo debido lo primero, lo que hizo a Lissavetzky dar un paso atrás y dejarle vía libre.

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Unos meses antes, en las primarias de julio a la secretaria general del PSOE, Gómez se volcó en su respaldo a Sánchez (tras decir que iría "hasta el fin del mundo" con Susana Díaz). Eso dividió al partido, desnortado por la súbita pasión de su líder, pero Sánchez le correspondió en las primarias regionales, en las que Gómez no tuvo rival y Carmona echó a la cuneta a Lissavetzky, muy amigo del predecesor de Sánchez en la secretaria general, Alfredo Pérez Rubalcaba.

La alianza entre Sánchez y Gómez sorprendió a propios y extraños porque eran enemigos enfrentados desde que el ahora secretario general del PSOE era concejal en Madrid. Gómez le temía como su rival en la sombra, apoyado por sus enemigos, para desbancarle de la secretaria regional. Una vez Sánchez en lo más alto del PSOE, ese puesto lo ocupó en las componendas, reales o imaginarias, el exministro Ángel Gabilondo. Ayer, después de acabar el desayuno informativo, fueron varios a los que llamó la atención que Gabilondo vaya a participar en un acto similar dentro de unos días también en el hotel Ritz, toda vez el tiempo transcurrido desde su paso por la política.

Nadie se atrevió sin embargo a pronosticar que Gómez fuera apartado, pese a que muchos altos cargos coincidían en la necesidad de hacerlo. Eso sí, una fuente consultada explicó que era ahora o nunca: primero, porque faltan tres meses para las elecciones, pero sobre todo porque si Gómez quisiera maniobrar y desestabilizar a Sánchez acudiendo a Susana Díaz, esta estaría ahora muy ocupada con su propia campaña para las andaluzas como para meterse en este lío interno. El veredicto sobre la decisión de hoy de Sánchez lo darán con toda probabilidad las urnas: las encuestas sobre Gómez eran terribles, sobre todo en comparación con a pujanza de Carmona. Pero hay muchos hoy en el Partido Socialista de Madrid que respiran aliviados, y no pocos a los que este desenlace favorece electoralmente pero desguarnece a nivel interno.

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