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El fiscal sobre el electricista: “Perdió la ética, no merece compasión”

El abogado de la Iglesia pide a la Audiencia que dilucide si la esposa y el hijo podían conocer las actividades de Castiñeiras igual que "se presume de banqueros e infantas"

El acusado del robo junto a su abogada, hoy en los juzgados de Santiago.
El acusado del robo junto a su abogada, hoy en los juzgados de Santiago.OSCAR CORRAL

“Castiñeiras distingue el bien del mal”, “no ha perdido la razón, sino cualquier estímulo ético que merezca compasión”, afirmó el fiscal Antonio Roma en la jornada de conclusiones del juicio por el robo del Códice. “Tiene un afán desmesurado por el dinero. Se encierra y disfruta contándolo sin que le importe un bledo tener a su mujer trabajando”. Tanto Roma como la acusación, ejercida por la catedral de Santiago, estimaron ayer en 2,45 millones de euros el capital robado de la basílica. Y mantuvieron la petición de penas que habían solicitado provisionalmente: la fiscalía, 15 años de prisión, y la Iglesia, 31. Además, para la esposa y el hijo, el ministerio público pide un año y medio por blanqueo, aunque contempla la alternativa de seis meses por un delito de receptación.

El juicio, en este sentido, acabó casi como había comenzado hace tres semanas; también por parte de la abogada defensora, que pidió la absolución de la familia, incluido el exelectricista de la catedral, e hizo hincapié una vez más en la nulidad de todas las pruebas. Con un añadido: sembró dudas sobre la actuación no solo del juez Taín, sino también sobre la del jefe policial del caso, Antonio Tenorio. Y expuso sus sospechas acerca del canónigo que administraba las cuentas de la seo, Manuel Iglesias, que toda una década ocultó al cabildo, y después a la policía, que desaparecía dinero a raudales de la caja fuerte, y que instaló una cámara para descubrir al ladrón sin preocuparse por visionarla jamás.

Carmen Ventoso insistió en que todos los registros (en los que se incautaron 1,7 millones y el Códice) son nulos porque derivan de una bronca familiar captada en unas escuchas domiciliarias que han sido anuladas por atentar contra la intimidad. A partir de ahí, pone en duda absolutamente todo, incluso los vídeos en los que se ve al electricista cogiendo dinero de la caja fuerte, porque pudieron ser manipulados, o el hecho de que el Códice apareciese justo al llegar el juez, después de dos horas vanas de registro policial.

Para el fiscal “no hay caso semejante en la historia” al del robo del “magnífico” Códice Calixtino. En su opinión, “ni Erik el Belga” cometió actos de tal calado porque “decía que robaba en las catedrales piezas que estaban desprotegidas por la Iglesia para vendérselas a personas que sí las iban a cuidar”. En el caso de Manuel Fernández Castiñeiras, “la pena debería ser la más grave” para este tipo de delitos. El acusado se desdijo en el juicio y negó haberse llevado el manuscrito, pero el fiscal sostiene que “no existe un derecho al olvido”. Además, ve probado el blanqueo en la compra de un ático en A Lanzada, aunque quiere “creer” que al margen de esa adquisición la familia no era consciente de todo el dinero que almacenaba Castiñeiras.

El abogado del templo, José Antonio Montero, destacó la agravante “perversa” del abuso de confianza con el que habría actuado el electricista a lo largo de mucho tiempo. Además del Código Penal, el letrado citó pasajes de los Evangelios para explicar la postura de la Iglesia, impasible durante años, ante unos robos perpetrados de forma continuada con llaves falsas. Los clérigos, argumentó, “son personas educadas en códigos éticos como el no juzguéis y no seréis juzgados, perdonad y seréis perdonados”. “Esa voluntad de perdonar 70 veces siete (Mateo 18, 21) conllevaría el arrepentimiento y el deseo de reparar el daño”, siguió, “pero aquí no consta ese arrepentimiento, sino que torticeramente, en un desmedido ánimo de lucro, se niegan los hechos”. “Desde el punto de vista moral se perdona, pero desde el procesal hay que pedir la condena”, concluyó. Y dejó a la “difícil labor” de la Audiencia de A Coruña “dilucidar” si la esposa y el hijo podían saber cuáles eran las actividades de Castiñeiras, igual que “se presume” ese conocimiento “a banqueros, infantas y políticos”.

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