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Los gestores del mayor parque rupestre arruinan un petroglifo

Un tractor que desbrozaba en el conjunto de Campo Lameiro le pasó por encima

Estado en que quedó la roca sobre la que estaba grabado el petroglifo
Estado en que quedó la roca sobre la que estaba grabado el petroglifo

El abandono, la despreocupación o la falta de medios para conservar el arte prehistórico han convertido en un fenómeno recurrente la destrucción de petroglifos en Galicia. Menos frecuente es que los daños se den en el recinto que el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, calificó de “Pórtico de la Gloria del arte rupestre”. Pero eso es lo que ha pasado en el Parque Arqueolóxico de Arte Rupestre de Campo Lameiro (Pontevedra), el mayor conjunto de esas características que se conserva en Galicia, donde unos trabajos de desbroce afectaron severamente a una roca con un grabado prehistórico.

 El desbroce se produce anualmente y por regla —la zona está catalogada por la propia Xunta como Bien de Interés Cultural (BIC)— hay que tener cuidado y balizar las rocas para evitar accidentes. Pero en este caso el tractor desbrozador no anduvo fino y pasó por encima del petroglifo, según atestiguan trabajadores del centro en el momento de la pifia. La roca quedó dañada por las cadenas metálicas, con multitud de estallidos que levantaron el granito y borraron parcialmente la espiral prehistórica.

El parque, inaugurado en 2011 tras 10,6 millones de euros de inversión pública, depende de la Xunta pero su gestión está cedida a una empresa, Espiral Xestión Cultural, creada al efecto y que accedió al contrato sin concurso público después de que la concesionaria original quebrase el primer año. Al frente de la compañía está Jorge Sayáns, que era empleado en la primera etapa y pasó a jefe en la segunda. También es hijo del alcalde de Campo Lameiro, Julio Sayáns, 32 ejercicios en el cargo, la mayoría con el PP. Preguntado por el asunto, el máximo responsable de la concesionaria alega de entrada desconocer el caso y acaba indicando que la zona en la que se encuentra el petroglifo en cuestión no está expuesta al público. Añade que “muchos” de los grabados no están catalogados, pese a que el parque se inauguró en 2011. Tal tarea corresponde a la Xunta, despeja Sayáns. En los tres años que lleva al frente, Espiral ha cobrado 540.000 euros por la gestión.

La Consellería de Cultura responde a su vez, por escrito, en sentido contrario: “Con respecto a las instalaciones, los desbroces de mantenimiento se realizan manual o mecánicamente dependiendo de las áreas. Todos los petroglifos están correctamente situados y las zonas que se pueden mecanizar están delimitadas para evitar afecciones a los grabados”.

Pese a esta desconexión entre dueño y concesionario, Cultura está satisfecha con los servicios prestados, que se desarrollaron “sin ningún tipo de incidencia y de conformidad con lo establecido en el contrato”. El plazo de concesión terminó con 2014 y el nuevo concurso prevé otros cuatro años de gestión para el ganador. Sayáns declina revelar si su empresa se va a presentar. Desde el año pasado, Espiral gestiona también el parque de San Cibrao de Lás (Ourense), centrado en la cultura castrexa.

Con 22 hectáreas de recinto y un edificio de exposiciones de dos plantas y 3.500 metros cuadrados, el parque arqueológico recibió un premio de arquitectura al poco de su estreno, en línea con las grandes expectativas generadas. En los cuatro años escasos que lleva abierto, sin embargo, lo que iba a ser un centro de investigación internacional sobre arte rupestre opera fundamentalmente como centro de divulgación para escolares. La maleza crece, los vallados se pudren y las luces de las salas de exposición se apagan para ahorrar energía. El futuro inmediato no promete un resurgir. Sayáns se quejaba en 2012 de que los 540.000 euros recibidos para tres años de gestión eran escasos, pero el nuevo pliego reserva un máximo de 480.000 para cuatro ejercicios.

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Menos visitas de las previstas

El director del parque es el arqueólogo José Manuel Rey, nombrado por la Xunta, que calculaba en el estreno que para que las instalaciones fuesen “autosostenibles” deberían pasar por ellas entre 60.000 y 80.000 visitantes al año. La Xunta admite en los propios pliegos del nuevo concurso que la cifra real anda por los 20.000, la mayoría escolares.

Tampoco hay mucho rastro del proyecto original de hacer del edificio un centro de investigación y documentación de petroglifos con biblioteca, archivo, un laboratorio, salas de investigación, aulas y seminario. En su defecto, Cultura relata que se trabaja en “la elaboración de un sistema de información geográfica y en acciones de arqueología experimental”. También que se participa en congresos y en publicaciones especializadas. Respecto a las pantallas estropeadas y las luces fundidas en la exposición permanente, opone la Consellería que “el desgaste de los equipos es normal y no se puede afirmar que las instalaciones estén en mal estado”.

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