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MÚSICA

Nostalgia puesta al día

Arranca el 28º festival Tradicionàrius en Gràcia

La noche del primer viernes después de Reyes el barrio de Gràcia tiembla al paso atronador de tambores, grallas y otros instrumentos populares. Sonidos tradicionales que recorren las calles para anunciar el inicio de un nuevo Tradicionàrius. Y con este ya van veintiocho, una cifra en la que sin duda nunca pensó aquel grupo de entusiastas visionarios (algunos estaban en la comitiva) que con más fe que medios materiales se lanzaron a la aventura de fundar un centro dedicado a la música y la cultura tradicional y un festival que fuera emblema de su trabajo. Pasado el tiempo las raíces del CAT (Centre Artesà Tradicionàrius) y su festival no pueden ser más sólidas y profundas.

El pasado viernes sonaron tambores y grallas en Gràcia. En la plaza de la Vila se reunieron los percusionistas del grupo Kabum y los intérpretes de gralla del colectivo Guirigrall, en total medio centenar de músicos, para montar un pasacalles que desafió, una vez más, tanto al frío como la polución sonora de los ruidosos bares que fue encontrando a su paso hasta desembocar a las mismas puertas del CAT donde, tras la proverbial inauguración de pantano, dio comienzo una fiesta que se alargará hasta finales de marzo.

El primer acto del cartel de este año buceaba en la nostalgia convenientemente puesta al día. Hace algo más de un año una de las cabezas visibles del Tradicionàrius, la que más y no solo por su altura, decidió hurgar en su propio pasado y resucitar el grupo Coses que tanto ruido había armado en la década de 1970 (se disolvieron en 1979). Más de treinta y cinco años después las tres voces seguían sonando con contundencia y muchos de los temas parecían no haber envejecido.

FESTIVAL TRADICIONÀRIUS

Grup Coses & Cobla Sant Jordi-Ciutat de Barcelona.

Centre Artesà-Tradicionàrius, 9 de enero

Ahora, dando una vuelta de rosca a ese regreso, el trío ha decidido unir fuerzas con la siempre atrevida y dispuesta al doble salto mortal Cobla Sant Jordi-Ciutat de Barcelona. El resultado fue una magnífica demostración de que, en cosas de música, hasta el cóctel más disparatado puede llevarse a buen puerto siempre que se haga con inteligencia y pasión. El barman encargado de la demostración fue Xavier Guitó que preparó unos arreglos tan contenidos como eficaces navegando entre la sonoridad de la cobla y el grito apremiante de Coses.

Por el escenario fueron desfilando los viejos recuerdos en forma de personajes cargados de poesía (varias de Miquel Desclot), desde El campaner de Taüll al Faroner del cap de Creus, y un puñado de canciones políticas de hace más de dos siglos que, cambiando algún nombre, podían haber sido escritas ayer.

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Al acabar los fieles del festival tal vez echaron en falta aquel ritual casi místico de apartar las sillas y convertir la platea en una pista para acabar la noche bailando pero quedan todavía muchas noches de Tradicionàrius para bailarlas.

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