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El PP se desangra en Orihuela

La mitad de la ejecutiva local se rebela contra la expulsión de su presidenta y desafía a la coordinadora general

El PP se asoma al abismo en Orihuela, la partición de la que es su segunda agrupación en número de militantes en la provincia alicantina es casi un hecho. Desde el pasado miércoles, el partido vive con dos presidentes interinos, uno de ellos no reconocido por la ejecutiva regional de los populares. Dámaso Aparicio, el designado por el partido, convocó ayer una reunión del comité local para el próximo lunes en el que está previsto que asistan Isabel Bonig, la coordinadora general del PP de la Comunidad Valenciana, y el secretario provincial de Alicante José Juan Zaplana. La reunión se prevé un ultimátum oficialista a la mayoría del comité local después de que este eligiera como presidente interino y en contra de los designios de las altas instancias del partido a un veterano militante y concejal, José Francisco Pérez.

La bicefalia oriolana del PP tiene como origen la expulsión del partido de la anterior presidenta Pepa Ferrando, comunicada el pasado viernes, después de que acusara el día 22 de diciembre en rueda de prensa a la dirección provincial de no haberla “jamás” respetado o apoyado, entre varias consideraciones. Ferrando, imputada por varios delitos, se había negado momentos antes junto a cinco concejales, y por segunda vez, a votar a favor de una moción para que las listas electorales no incluyan ningún imputado.

Dámaso Aparicio, también secretario general local, anunció ayer que se abrirá expediente a varios miembros de la ejecutiva local que votaron en favor de José Francisco Pérez. La situación es “tensa”, en palabras de Aparicio, a quien incluso le han dejado sin las llaves del local del partido y fue claramente ninguneado al inicio de la ejecutiva celebrada cuando la consideró “nula” a efectos estatutarios. Ayer hubo de reivindicarse como el “único secretario general que asume las funciones de presidente” en una situación que observa como “anormal”, pero que será el cierre a “un capítulo negro en la ciudad de Orihuela”.

La elección de un nuevo presidente a espaldas de las direcciones provincial y regional, constituye un auténtico acto de fuerza de la militancia afín a Ferrando, a la exalcaldesa Mónica Lorente y al concejal David Costa, todos ellos investigados por la Justicia y a los que el partido tiene previsto dejar fuera de las listas electorales. Hasta hoy han sido ellos tres los que han controlado un partido en el que la lucha de poder en la que está sumido actualmente es el resultado de años y años de presuntas corruptelas que han desbordado al partido en esta ciudad donde la mitad de los 12 concejales populares está imputada en una causa judicial.

Asediados por la corrupción

- Afines a la expresidenta popular local, Pepa Ferrando, se niegan a ceder el poder en una agrupación que está asediada por la corrupción

- La agrupación municipal de los populares tiene a la mitad de los concejales imputados en las investigaciones judiciales de varios casos urbanísticos y el Brugal

- El partido quiere evitar una desbandada como la que sufrió en 2011, que hizo perder un feudo gobernado por los populares desde los tiempos de Alianza Popular

Pese a la contundencia que demostrarán Bonig y José Juan Zaplana el lunes ante los que desafiaron sus designios, los populares quieren evitar en la medida de lo posible una escampada masiva de militancia hacia otros partidos o incluso la creación de otro. El partido ya vivió una desbandada en 2011 hacia el Centro Liberal Renovador que le costó la mayoría absoluta en un ayuntamiento en el que gobiernan con minoría Los Verdes y el PSOE y que había sido un feudo de los populares desde tiempos aún de Alianza Popular, el partido matriz del PP.

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Aquella sangría vivida por los populares oriolanos tuvo como marco la corrupción del caso Brugal, por el que acabaron imputados los dos últimos alcaldes del PP en la capital de La Vega Baja, José Manuel Medina y Mónica Lorente. La partición, no obstante, que vivió durante aquellas elecciones el PP alicantino, desgajado en varios partidos independientes en municipios como Benidorm o Torrevieja, todavía está en la memoria de los populares. Hasta 15 localidades sufrieron conflictos internos entre afines al expresidente Eduardo Zaplana y al entonces presidente de la Diputación Provincial, José Joaquín Ripoll, en contra de partidarios del expresidente Francisco Camps.

Esas particiones tienen hoy resonancia en la rebelión oriolana, orquestada por los que se considera ya los últimos vestigios políticos del zaplanismo o el ripollismo en Alicante. La rebelión en Orihuela coincide casi en el tiempo, según apuntan varias fuentes, con una comida navideña celebrada por Eduardo Zaplana en el restaurante Silvino, en la población vegabajense de Almoradí, a la que asistieron antiguos seguidores políticos. Entre ellos, el vicesecretario de Organización del PPCV, Miguel Ortiz; el exconsejero Fernando Modrego; el exalcade de Almoradí, Antonio Alonso, junto a varios familiares; Ripoll, Mónica Lorente y David Costa.

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