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El aumento de la suciedad moviliza a los vecinos de Alicante y Valencia

La capital de L’Alacantí gastará 34 millones y la de L’Horta, 56 en limpieza en 2015

Dos operarios de la contrata de limpieza baldean la plaza del Ayuntamiento de Valencia.
Dos operarios de la contrata de limpieza baldean la plaza del Ayuntamiento de Valencia. CARLES FRANCESC

El debate sobre la suciedad de las calles en Alicante y Valencia es un tema recurrente y polémico desde que comenzaron los recortes presupuestarios. Valencia y Alicante, las dos grandes capitales, gastan millones de euros cada año en servicios de limpieza pero no es suficiente, critican las asociaciones vecinales. Alicante paga a la concesionaria 430 millones por un periodo de ocho años, prorrogables otros cuatro. La contrata no solo es polémica porque está participada por el empresario Enrique Ortiz, compañero de imputaciones de la recién dimitida alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo. El Ayuntamiento paga por un servicio que no mantiene limpia la ciudad y que en 2015 aumentará en 3,3 millones el presupuesto de 2014, que fue de 31 millones.

Asociaciones de todos los puntos de Alicante han demostrado su malestar por el estado de las calles. Al igual que sucede en Valencia, conforme el ciudadano se aleja de las zonas turísticas, las más céntricas, se percibe un aumento de la suciedad. En el barrio de El Pla, muy combativo con la falta de limpieza, la asociación de vecinos junto con otras cuatro agrupaciones de barrios próximos al centro de la ciudad, calcularon en septiembre que cada seis metros un paseante puede encontrarse con una porquería en el suelo. En una encuesta realizada a más de 200 personas en este barrio, que se ha revuelto contra la insalubridad de la ciudad, solo el 2% consideró que las calles estuvieran limpias.

“El problema de la calidad de la limpieza viene de lejos, pero se ha agudizado”, sostiene Mateo Pineiro, de la asociación de El Pla. Los vecinos creen que el planteamiento de la contrata no es correcto. “El recorrido que tiene que barrer en una hora y media un solo limpiador es el equivalente a la superficie del Rico Pérez (un estadio de fútbol con capacidad para 30.000 personas). La ciudad no puede estar limpia. Del último pliego elaborado por el Ayuntamiento para la contrata al actual, los barridos mensuales se han reducido de 304 a 156 y, sin embargo, seguimos pagando mucho”, explica este vecino.

En Valencia se celebraron ayer juntas de distrito una especie de pleno municipal de barrio— y al menos en tres de ellas —Orriols (Exposición), Trànsits y Marítim— se plantearon quejas por la falta de limpieza en la vía pública. Los vecinos arremeten.

Los recortes presupuestarios eliminaron el baldeo de las calles en la práctica totalidad de la ciudad, según la concejal María Àngels Ramón-Llin. Las tres empresas que limpian la capital —Secopsa, SAV y FCC— cuentan con un presupuesto de 56 millones de euros, 2,5 más que en 2014. Las compañías plantearon al Consistorio el baldeo todas las semanas en la zona 1, donde se incluye el centro, y espaciar el lavado de calles una vez cada dos meses en áreas periféricas como el marítimo. Esto costaba, según datos de las concesionarias, 62 millones de euros al año. El Ayuntamiento de Valencia ha rebajado las pretensiones de las compañías de limpieza y ha recortado el gasto en seis millones de euros.

Los limpiadores han de barrer cada hora y media un área como el Rico Pérez
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Este movimiento a la baja no ha sentado bien a los vecinos, que denuncian desde 2010 malos olores, acumulación de residuos y falta de baldeo en la vía pública. La Federación de Asociaciones de Vecinos ha encabezado campañas de protesta por este motivo.

Las asociaciones reclamaron anoche en las juntas de distrito de Valencia —eran las de final de 2014, que se aplazaron— más presupuesto para limpieza de la ciudad, especialmente sucia tras el ajetreo de las fiestas navideñas. En el marítimo, el vicepresidente de la asociación de El Cabanyal-El Canyamelar, Vicente Gallart, protestó ante el Consistorio por las hogueras que se encienden de forma cotidiana en las calles más degradadas del distrito. También pidió explicaciones por el esporádico baldeo de sus calles y la acumulación de basura en las manzanas afectadas por la ampliación de la avenida de Blasco Ibáñez. “Por las noches se produce un trasiego contante de gente y por la mañana aquello está lleno de botellas, bolsas y desechos de comida. Se limpia pero la escena se repite cada poco por el clima de marginalidad”, declaró Gallart.

El marítimo no es una excepción. El cúmulo de bolsas de basura en torno a los contenedores hace que la suciedad se coja al suelo y el mal olor perdure si no se baldean las acercas y calzadas.

Ramón-Llin desmiente que los baldeos se repartan de forma desigual en Valencia. “El baldeo se concentró el año pasado sobre todo en verano pero el resto de meses no hubo”, comenta la concejal. “Este año se van a lavar todos los meses todos los distritos”, subrayó Ramon-Llin, quien reconoció que las quejas de limpieza en las juntas de distrito siempre se han dado y se darán.

Un presupuesto menguante

Los presupuestos de limpieza de una mayoría de ayuntamientos valencianos se ha desplomado al mismo ritmo que los ingresos y está menguando desde 2011. El gasto tocó fondo en 2012, año en el que el Ayuntamiento de Valencia consignó unos 54 millones de euros, mientras en 2011 fue de 60 millones y cuatro años atrás, en 2007, rondaba los 70 millones de euros. Los dos años siguientes —2013 y 2014— la partida ha estado prácticamente congelada. 2015, año electoral, el gasto se ha aumentado en dos millones y medio. En 2012, último año en que hubo tijeretazo en el presupuesto de limpieza de Valencia, las necesidades de la capital, según las concesionarias, eran de 24 millones de euros por encima de lo presupuestado. Los periodos más críticos estos años de crisis son las vacaciones, sobre todo las estivales.

Los 430 millones consignados por el Consistorio de Alicante para el adecentamiento de las calles en los siguientes doce años —unos 35 millones de media anual — parece suficiente para una ciudad de 335.000 habitantes. Pero los vecinos disienten.

"La imagen es mala", asegura José María Mata, del barrio de La Florida y portavoz de otras 12 asociaciones vecinales de Alicante. "Hay que hacer propuestas concretas y el Ayuntamiento debe poner más inspectores que controlen la contrata y que la Policía Local censure los comportamientos incívicos de los ciudadanos", insiste el vecino. Tanto UPyD, como el PSPV, propusieron ayer al concejal de Atención Social que se puedan hacer inspecciones sorpresa en la planta de tratamiento de residuos así como en los servicios nocturnos de recogida.

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