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Un millón en fondos europeos para jugar a los rescates

Los bomberos cuestionan la eficacia de un programa de simulacros conjuntos con Portugal sufragado con cuantiosas subvenciones de Bruselas

Helicópteros, lanchas, gráficos de ordenador que imitan el estilo de un videojuego de guerra, música épica y una voz en off en inglés conforman un vídeo de tres minutos de un rescate en el Baixo Miño, en la raia con Portugal. Es un resumen de un simulacro realizado en mayo con medios gallegos y portugueses que parte de un programa europeo de colaboración transfronteriza dotado inicialmente con 400.000 euros y que ahora se ha ampliado con otros 600.000. Se llama Ariem 112 y los bomberos de los parques del sur de Galicia no saben para qué sirve. Ariem es abreviatura de Asistencia Recíproca Interregional en Materia de Emergencias y el proyecto en cuestión arrancó en 2011, financiado al 75% con fondos estructurales de la UE para la eurorregión, que desde 2010 incluye también a Castilla y León. Está articulado en cuatro fases: elaboración de protocolos de actuación y pactos de ayuda mutua, implantación y dotación de recursos comunes, formación y simulacros y memoria de objetivos.

 La terminología usada se traduce en reuniones, compra de material y maniobras al aire libre. En cuatro años se celebraron ocho encuentros entre responsables del 112 de cada comunidad para ponerse de acuerdo en hacer inventario de medios y en que las emergencias se atiendan siempre a través de la centralita única. Se compraron 15 ordenadores, 10 tablets y la innovación estrella: una aplicación informática para controlar en directo los medios desplegados y que se ha instalado también en el llamado “puesto de mando avanzado”, una moderna camioneta de la Axencia Galega de Emerxencias (Axega).

Preguntados sobre las mejoras que estas inversiones han tenido en la coordinación más allá de la centralita, bomberos de cuatro parques consultados coinciden: cero. “Coordinación no hay ninguna. Si en A Canda o en el Padornelo hay un accidente de tráfico con mercancías peligrosas, yo no tengo ni idea de cómo trabajar”, dice José Ignacio García Rubio, del parque zamorano de Rionuevo del Puente. “Aquí tenemos un ordenador con una aplicación que no funciona y un enganche para las mangueras de los portugueses, pero de coordinación con ellos, lo único, un partidillo de fútbol, por iniciativa nuestra”, ironiza un bombero de Xinzo.

Ariem también preveía programas de formación. A preguntas de este periódico, la Xunta refiere un curso de 132 horas lectivas en Castilla y León organizado por Protección Civil y otras dos jornadas. Los bomberos gallegos no tienen ni idea. “Ni nos han dado más formación ni hemos notado un solo cambio en la forma de trabajar” asegura Manuel Fernández, del parque de Verín. “Casi ni nos enteramos”, rubrica otro de Porriño. Los bomberos son especialmente críticos con los simulacros. El último se desarrolló en Laza (Ourense), el 12 de diciembre, con casi 90 efectivos. Era un rescate en un área montañosa con helicóptero, que no pudo intervenir por la niebla. También estaba el camión de la Axega, en la cima de la montaña, repleto de directivos al abrigo. “¿De qué sirve un simulacro con unos medios con los que nunca se va a contar en un caso real?”, cuestiona Fernández, que recuerda que en el verano 2013 un chaval se cayó por un desnivel de 200 metros y el helicóptero no apareció.

“Lo que se hace es dejar de improvisar una posible solicitud u ofrecimiento de medios por una emergencia en la zona transfronteriza”, resumía el día del simulacro el gerente de la Axega, Juan José Muñoz. La Xunta está, desde luego, satisfecha con los resultados. Y también la UE, que ha ampliado el proyecto con otros 450.000 euros. Con estos fondos y otros 150.000 propios, la Xunta pretende adquirir drones de vigilancia.

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