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Asambleas en el escenario

El actor Guillermo Rayo traslada las reuniones del 15-M a salas de conciertos

Guillermo Rayo en una foto promocional de su último disco 'pro-testa'.
Guillermo Rayo en una foto promocional de su último disco 'pro-testa'.

Su asamblea musical es tan “difícil de clasificar” como él. A sus 46 años, después de una larga trayectoria sobre los escenarios, Guillermo Rayo asegura que se siente “en la flor de la vida”. Quizá haya vivido tiempos laboral y económicamente mejores, como cuando era reportero en el televisivo CQC o arreglista musical en Los Guiñoles, pero afirma, sin ningún resquicio de duda, que es ahora cuando se siente “más orgulloso” de su trabajo. “Soy pobre como las ratas, pero hago lo que me gusta”, aseguraba hace unos meses, poco antes de subirse al escenario de la sala Clamores de Madrid.

“Por fin va a venir gente a verme”, bromeaba el pasado 5 de septiembre. El cartel de reservado coronaba todas las mesas del local, cuyo aforo supera las 200 personas. Hacía tiempo que Rayo no recalaba en la capital con el espectáculo con el que ha recorrido gran parte de España en el último año y medio. Y “había ganas” de volver a pisar las tablas de una de las salas que mejores recuerdos le traen. “No venimos más porque es difícil conseguir éxito de público en Madrid. Solo tocamos cada cuatro o cinco meses”. La próxima cita será el 29 de enero en la sala Off de La Latina.

El próximo concierto será el 29 de enero en la sala Off de La Latina

Reggae, chachachá, soul, bossa nova, swing… Los ritmos y estilos musicales van variando según lo exijan las canciones de su último trabajo, el “disco-ley” Pro-testa. Los temas se conciben como artículos que el público tiene que votar y cada uno va precedido por una pequeña introducción como esta: “El que se dedique a la honorable función de la gobernanza, cobrará el salario mínimo, para dar confianza. El castigo al gobernante mangante, será ejemplarizante”. Y así hasta la melodía número 11, la Disposición final. En medio de los artículos, Rayo introduce letras de su primer disco en solitario, Adicciones, que retratan su historia “caricaturizada”: “un vago, sin ninguna expectativa de futuro que tiene que emigrar porque está sin dinero, sin trabajo, sin amor... y cuando lo hace se da cuenta de los grandes desvaríos sociales y decide hacer una ley”.

Inspirándose en las reuniones del 15-M, Rayo pensó que sería “divertido simular una asamblea sobre un escenario” que le permitiera hacer un espectáculo en directo con su último trabajo. “Soy un payaso al que le gusta poner el dedo en la llaga”, asegura este “músico de carrera”, que lamenta que, “en ocasiones”, no se le haya tomado en serio. “Es muy difícil atraer gente a los conciertos si no eres conocido. Y resulta casi imposible darte a conocer cuando no tienes una distribuidora detrás”, señala el actor que lleva 25 años en la música y ha grabado seis discos. “Las discográficas apuestan por cosas seguras. Si triunfa El Barrio, por ejemplo, sacan a cuatro como ellos”.

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Sobre el escenario le acompañan Javier Viana, Javier Galiana y Javier Bermúdez, los únicos músicos a los que ha podido “engañar”, dice riendo. La idea inicial era reunir a nueve intérpretes, pero no funcionó. “O eres una estrella o no puedes pagar a nadie”, señala este gaditano afincado en Madrid desde hace 15 años. La experiencia le hizo rebajar su ambicioso plan y se quedó con lo “estrictamente necesario para que la función sonara a banda”.

La participación del público es imprescindible para que funcione esta mezcla entre concierto y teatro. “Al principio no saben exactamente de qué va. ¿Canciones? ¿Artículos? Les suena un poco raro. Pero luego la gente se va animando” apunta el cantante, que se ríe al recordar las reacciones de los espectadores. “En el norte son más serios, pero en el sur la gente se desborda”, asegura.

“Cuando el Gobierno habla de emprendedores me río. Yo he montado una empresa en la que doy trabajo a cuatro o cinco personas. Genero dinero y empleo pero no me hacen ni caso”, apunta el cantautor, que ha producido con sus ahorros sus dos últimos trabajos. Reniega de los que “hablan de grandes valores en sus canciones cuando ellos son ricos y viven con toda clase de lujos”. Su música, dice, “más que ser protesta, es pro-testa”. “Trato de animar a utilizar la cabeza para arreglar el mundo. No doy respuestas, solo intento acentuar situaciones que me parecen ilógicas como que el director de un banco cobre miles de euros en negro mientras está desahuciando a gente. Lo único que sé es que algo hay que cambiar”.

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