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La plantilla de Alcoa en A Coruña gana un año de alivio con la segunda puja

La empresa retira su propuesta de cerrar la planta coruñesa pero advierte a los trabajadores que la factoría sigue siendo "vulnerable"

Alcoa da marcha atrás y retira su propuesta para cerrar las plantas de Avilés y A Coruña, que suman 800 trabajadores que casi se veían en la calle en enero. La decisión del gigante aluminero está condicionada a que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia valide los resultados de la segunda subasta eléctrica que hoy se cerró en Zaragoza y que abre una vía de aire para la plantilla de A Grela. Sus 395 operarios llevan un mes de infarto entre grandes movilizaciones en la calle, acampada en la puerta y el bloqueo permanente en la salida de camiones de aluminio para elevar la presión.

“Es un respiro”, resumió ayer un miembro del Comité de Empresa en A Coruña. Para su presidente, Nazario Arias (CCOO), la fábrica “gana un año” que se debe invertir en mejorar su competitividad para encarar un futuro que no ve claro. La dirección los citó esta tarde a una reunión en Madrid para anunciarles que aparcan el procedimiento de despido colectivo que les notificaron el 1 de diciembre, tras una primera subasta fallida, pero dejan colgada la etiqueta de “vulnerable” sobre la factoría herculina. La puja energética le salva el 2015 pero no despeja las dudas a medio plazo.

La presidenta de Alcoa, Rosa García Piñeiro, apuntó que tendrán que seguir trabajando por “un marco energético estable, a largo plazo, y al mismo tiempo, reducir costes para asegurar la viabilidad de las fábricas”. Arias, del comité, tilda de “surrealista” que el futuro de toda una fábrica de aluminio, con 400 empleos en juego, dependa de una puja y entiende que la situación “no se puede repetir”.

La Xunta aplaudió que se mantenga la actividad y los empleos en A Coruña y se arroga el mérito de un trabajo “conjunto” con el ministerio que “pone en valor el compromiso de Alcoa con las plantas gallegas”, mientras que el alcalde popular, Carlos Negreira, lo calificó de “victoria colectiva”. La empresa tiene una otra fábrica en San Cibrao (Lugo) con 1.200 operarios, una producción de 250.000 toneladas anuales, refinería y puerto propio.

Con esta segunda subasta eléctrica, el Ministerio de Industria y Alcoa, de capital norteamericano, se dan una tregua navideña en el tira y afloja de fuerzas que mantenían por los bloques de megavatios (MW) con descuento para grandes consumidores, lo que se conoce como servicios de de interrumpibilidad. Básicamente, consiste en que las industrias primarias, que son los grandes tragones energéticos, se comprometan a cerrar el grifo del consumo cuando la demanda estatal lo requiere a cambio de una retribución que les abarata la factura de la luz. Alcoa, que falló en sus objetivos en la primera subasta de noviembre -obtuvo 3 bloques de 90 MW y aspiraba a 6-, quería lograr la electricidad más barata para dos de sus plantas más antiguas y menos productivas (Avilés y A Coruña) donde la la luz les supone un 35% del gasto, detalló una portavoz. Tensó la cuerda contra un Gobierno tendría que asumir el alto coste social de transigir la destrucción de un millar de empleos, directos e inducidos, en vísperas de un año electoral por partida doble: locales y generales.

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