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Una catedral del agua en Sant Gervasi

El depósito del Rei Martí abrirá como centro cultural polivalente en 2016

José Ángel Montañés

Descender al interior de la tierra, incluso cuando bajamos para viajar en metro, tiene mucho de misterio y algo de reencuentro con la madre naturaleza, la diosa que griegos y romanos personificaban en Gea o Tierra, dos de sus más destacadas divinidades, que, según creían, vivían en el subsuelo. Ese misterio telúrico es el que se siente al bajar por la empinada escalera metálica que conduce al antiguo depósito de agua, conocido como el depósito del Rei Martí, situado a cinco metros bajo tierra, en el distrito de Sarrià Sant Gervasi, junto a la torre de Bellesguard donde se supone que el rey Martí I de Aragón veraneaba y que restauró en 1909 Gaudí, en un solar delimitado por las calles Jaume Càncer 32 y Bellesguard 14.

La construcción, datada en el siglo XIX, después de décadas cerrada y en desuso pasará a ser uno de los espacios polivalentes más excepcionales del distrito y de toda Barcelona, cuando abra sus puertas a finales de 2015.

Nada permite saber que bajo los pinos piñoneros de esta parcela rectangular de más de 4.000 metros cuadrados —de las pocas que quedan sin construir en la zona—, se esconde una construcción subterránea con capacidad para 3.100 metros cúbicos de agua. De hecho, el edificio se redescubrió a finales de los años 90 del siglo pasado, por casualidad, cuando se construyó una promoción de viviendas de alto standing junto al solar. Al rebajar unos cuantos centímetros la capa de hierba afloró la parte superior de los arcos. El único elemento en altura relacionable con el depósito es una pequeña caseta situada en uno de los ángulos, que se ha convertido en el acceso actual. El concejal de Cultura del Ayuntamiento Jaume Ciurana, en los noventa, presidente del distrito, explica que cuando se descubrió el depósito bajó por primera vez colgado de un arnés, por el agujero que se practicó en el techo, y el agua le cubría hasta la rodilla.

Cuesta creer que esta sala hipóstila, de más de 600 metros cuadrados, de planta trapezoidal, casi cuadrangular, con siete naves de 24 metros de largo y 3,30 de ancho, con 30 pilares de más de 3 metros de altura, fuera solo destinada para contener y repartir agua. Pero esa es su belleza. Esta catedral del agua no se construyó para que nadie la viera, para que nadie la disfrutara, solo para ser útil, pero eso no fue óbice para que se acabara con detalles como pavimento en todo el suelo o la utilización de ladrillo macizo, tal y como puede verse en la volta catalana de la parte superior de los arcos, la única zona que no está revestida de un aislante hidráulico, que se ha mantenido hasta ahora, casi en perfecto estado.

En cuanto a la fecha de construcción, el ayuntamiento explica que son pocos los datos que se conocen. Tan solo que en 1876 el carpintero Salvador Homs compró la parcela que contenía un lavadero o aljibe “que lindaba con la propiedad de Bellesguard” y el paso de una mina de agua por el subsuelo cuya existencia se conoce desde el siglo XIV, cuando la corona concedió a Bartomeu de Santcliment la propiedad y el uso del agua de un torrente en este mismo punto y que servía para regar las propiedades de los señores de “la casa de Sant Gervasi”. <TB><TB><TB>Sería después de adquirir la propiedad Homs cuando se comenzó la construcción del depósito que ahora se recupera, pero en el informe histórico arquitectónico encargado por el Ayuntamiento se reconoce que “dentro de la serie de permisos de obra del antiguo ayuntamiento de Sant Gervasi no se ha localizado ningún expediente relativo a esta construcción”.

La restauración está previsto que comience en el primer trimestre de 2015, con la intención abrirlo en 2016 como equipamiento cultural multifuncional. La idea, según explicó ayer Ciurana y el concejal del distrito Joan Puigdollers es impermeabilizar para que no haya filtraciones del exterior, trasladar algunos de los pinos que están sobre la estructura e instalar un ascensor para hacerlo accesible a todos. “Se tratará no de destinarlo para un uso en concreto, sino de que sirva para acoger eventos culturales de todo tipo; durante un festival de literatura o de música”, aseguró Ciurana que explicó que se están haciendo estudios de la reverberación y de la acústica de esta nueva sala. En la superficie, el distrito abrirá un jardín público, con una zona infantil y de descanso, que se cerrará. El proyecto tiene un presupuesto de 1,7 millones de euros, de los cuales 1,3 serán destinadas a la obra.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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