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El aterrizaje forzoso de Girona

El desuso del aparcamiento del aeropuerto indica el declive que sufre la infraestructura, que ha perdido el 60% de sus pasajeros en seis años

El aparcamiento del aeropuerto Girona-Costa Brava, en desuso.
El aparcamiento del aeropuerto Girona-Costa Brava, en desuso.Pere Duran

Uno, dos, tres, cuatro… un total de 76 coches ocupan la planta baja del macro aparcamiento del aeropuerto de Girona. Más de 3.500 plazas están vacías. Decenas de millones de euros en una infraestructura gris y desolada de tres grandes módulos de seis plantas, tres en altura, una planta baja y dos subterráneas, que ahora está infrautitilizada. De una quincena de plantas solo una permanece abierta y un jueves cualquiera de invierno tiene una ocupación inferior al 5%. En el resto cuelga el cartel rojo de “completo”, pero por desuso.

Este macroaparcamiento a escasos diez metros de la terminal, debía sustituir en 2009 a otro metálico, estilo mecano, que se instaló de forma provisional cuando se inició el ascenso vertiginoso de viajeros con la llegada del bajo coste de la mano de Ryanair. Este módulo de 1.000 plazas, que quedó en desuso, cerrado y balizado, debía desmontarse ese mismo año. Sin embargo ahí sigue, en estado de abandono y dejadez. AENA argumenta que “en los aeropuertos estacionales se abren y cierran dependencias según la programación, para optimizar recursos”. En este caso, se está “a la espera de cómo evolucione el tráfico aéreo”. Las expectativas son malas.

Instalaciones del aeropuerto de Girona.
Instalaciones del aeropuerto de Girona.Pere Duran

La realidad del gran aparcamiento del aeropuerto no es más que un reflejo del declive generalizado de una gran infraestructura. Las cifras son nefastas. En 2002 Ryanair aterrizó en Girona y dio vida al aeropuerto. Partiendo de unos 600.000 pasajeros anuales, se llegó a la cima en 2008. Más de 5,5 millones de viajeros pasaron por el aeropuerto Girona-Costa Brava desde y hacia toda Europa, a otros destinos españoles y al norte de África. Girona era uno de los pocos aeródromos que crecía años tras año. Pero 2008 fue punto de inflexión. Varios factores, entre ellos la crisis y la irrupción del Ryanair en El Prat propiciaron la caída en picado de pasajeros.

El aeropuerto de Girona movió en 2013 un total de 2,7 millones de pasajeros, y las Administraciones calculan que este año se cerrará con apenas 2,2 o 2,3 millones, es decir, el 60% menos que en 2008. Para encontrar unas cifras parecidas hay que retroceder once años atrás, en 2003, cuando curiosamente, tuvo el mayor crecimiento de España, con un 160%. Entre noviembre y marzo de 2015, el aeropuerto enlaza con 15 destinos, el 20% menos que en el mismo periodo del año anterior. Ha perdido ciudades emblemáticas como la de París o Londres. Para el próximo verano, Ryanair estudia ofrecer 38 rutas, 11 menos que este año.

El aeropuerto de Girona pierde la mitad de empleos
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La Asociación para la Promoción y el Desarrollo de las Comarcas de Girona (AGi) y cada uno sus integrantes, la Diputación de Girona, la Cámara de Comercio y la Generalitat, ya vaticinaban años atrás un mal final jugando todo el dinero a una sola carta.

Ryanair monopolizó el aeropuerto, le dio vida, lo mimó y ahora poco a poco, lo va matando de inanición. Desde la compañía aseguran que la que fue “la base del sur de Europa” por excelencia, no cerrará. Sin embargo, la sombra de la posible partida de la aerolínea planea sobre el aeropuerto y sobre gran parte de la economía de Girona. El 90% del tráfico aéreo depende de ella. El descenso de pasajeros ha propiciado también una reducción en los puestos de trabajo. En los últimos tres años, según UGT, ha habido un descenso del 54,1% de empleados y se ha pasado de 1.510 en 2011 a 694 ahora.

Otros daños colaterales los han sufrido las empresas de alquiler de coches, bares o taxistas. Las primeras se organizan por turnos en función de los vuelos. Trabajan un 70% menos que en la temporada de verano. En la cafetería, una sola empleada coloca y recoloca decenas de sillas y mesas vacías. El hastío es evidente. Durante varias horas al día no hay ni un solo cliente. Permanecen vacíos los lavabos, los mostradores de facturación, las tiendas y el hall. Los 21 taxistas que cinco años atrás llegaron a hacer hasta diez servicios diarios se han repartido en tres turnos, trabajando diez días al mes. “Es la única forma que podamos tocar algún dinero, ahora hacemos, dos, uno o ningún servicio”, se lamentan.

El aeródromo destruye 816 puestos de trabajos desde 2011

El descenso ha sido tan generalizado que incluso la delincuencia ha caído. En 2009 la Policía Nacional detuvo en las instalaciones aeroportuarias a 116 personas, frente a las 74 de este año. La infracción a la ley de Control de Cambios era frecuente en 2008: se levantaron 30 actas y se comisaron 633.000 euros. En 2014 no se ha llegado ni a los 125.000 euros, un 80% menos.

En los últimos 14 años AENA ha invertido en el aeropuerto gerundense 160 millones de euros. A pesar de que pintan bastos para el futuro de este aeródromo, tanto la previsión de crecimiento de un 40% de pasajeros que espera Ryanair, en un plazo de 5 años, como la saturación de las pistas de El Prat en un futuro, podrían beneficiarle. Por el momento la Generalitat no abandona la idea de construir un apeadero del AVE, unas obras valoradas en nueve millones de euros, que deberían contribuir a la llegada de nuevas aerolíneas. Desde la AGI reclaman la gestión del aeropuerto y aseguran que hay negociaciones abiertas con algunas aerolíneas. Muchos años de buena voluntad y negociaciones, sin resultados.

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