El nuevo director del Arts de Santa Mònica da a conocer su ideario

“Me siento como la punta de lanza de un iceberg”. Lo afirmó el historiador y gestor cultural Jaume Reus i Morro, recién nombrado director del centro Arts Santa Mònica para los próximos dos años, en sustitución de Conxita Oliver. En su primera comparecencia Reus, que se incorporará a su puesto el 1 de enero, aseguró apostar por “territorios menos físicos y más digitales”, antes de desgranar todos los paradigmas de la sociedad de la información, empezando por el trabajo en red, la prioridad del proceso sobre el resultado (“menos artefactos y más impacto”) y la idea del artista como investigador y del centro como laboratorio de experimentación y mediación.

En su intervención Reus habló de multidisciplinariedad, transversalidad y proyectos transmedia y no se cortó ni siquiera a la hora de inventar palabras como solomo, acrónimo de social, local y móvil, los tres ejes principales alrededor de los cuales se difundirán a mancha de aceite las actuaciones del centro. Actuaciones que no especificó, aunque aseguró que no se limitarán a las exposiciones, es más estas no tendrán especial protagonismo en el nuevo Santa Mònica que aspira a convertirse en “un espacio de experimentación, riesgo, valentía y atrevimiento.”

Reus, que desarrolló la mayor parte de su carrera en Palma de Mallorca como responsable de la comunicación primero de la Fundación Miró y luego del museo Es Baluard, ya ha empezado a establecer contactos con el mundo de la creación barcelonesa y otros centros tanto catalanes como españoles. A este propósito, tras destacar la colaboración como una de las principales claves de su mandato, ha enumerado una larguísima lista de instituciones y proyectos, con los cuales se ha declarado dispuesto a colaborar, si bien no explicó en qué medida y qué características tendría su aportación a estas realidades.

El nuevo director, que para las actividades contará con un presupuesto de dos millones de euro (¡el doble del MNAC!), afirmó estar dispuesto a recorrer nuevos caminos como la captación de recursos y financiación privada a través de la Fundació Catalunya Cultura y la participación en procesos de crowdfunding, el sistema de financiación colectiva o micro mecenazgo, que ya ha demostrado tanto sus aspectos positivos como sus límites. Habrá que esperar hasta enero para ver cómo este conjunto de lugares comunes se convierte en una programación interesante y articulada, capaz de captar los nuevos públicos difíciles, como las generaciones de adolescentes nativos digitales y llamar la atención de los potenciales visitantes que recorren diariamente la Rambla.

“Hay que parar el río de gente”, aseguró Reus, que por ello quiere introducir recursos visuales  externos, “por ejemplo una pantalla o una tira de tuits que expliquen lo que está sucediendo dentro” para atraer el público, que a falta de un mes para el fin del año ha sido de 131.000 personas. Reus, que subrayó su papel de “altavoz de las políticas del Departamento de Cultura de la Generalitat”, se declaró especialmente satisfecho “de haber salido de un proceso de buenas prácticas”, en alusión al concurso público en el cual un jurado formado por 13 expertos le eligió entre 11 candidatos. Un numero significativamente reducido que Jordi Sellas, director general de Creación y Empresas

Culturales, encargado de presentar el nuevo director, achacó a los exigentes requerimientos de las bases, como “tener una licenciatura universitaria y el conocimiento de un idioma extranjero”. Sellas también exculpó la ausencia del Consejero de Cultura Ferran Mascarell, cuya presencia había sido anunciada.