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“Es rojo peligroso, sagaz y cobarde”

El PP bautiza una glorieta con el nombre del primer alcalde franquista de Aravaca El hijo de un fusilado, contra el que declaró el exregidor tras la Guerra, pide su retirada

J. Jiménez Gálvez
La glorieta de Cirilo Martín, en el barrio de Aravaca.
La glorieta de Cirilo Martín, en el barrio de Aravaca. Carlos Rosillo.

Al empezar a hablar del fusilamiento, Carlos Domínguez se yergue en el sillón de su casa. Con 80 años a las espaldas, rememora el 21 de octubre de 1941, cuando un pelotón acabó con la vida de su padre, Santiago. Edil socialista y alcalde republicano en Aravaca durante la Guerra Civil, el bando nacional lo responsabilizó de los asesinatos y saqueos cometidos en el municipio durante la contienda. Lo juzgaron y condenaron a muerte. Y, tras 73 años, Carlos lo evoca al observar la glorieta que el PP acaba de bautizar con el nombre de Cirilo Martín Martín, el primer alcalde franquista de Aravaca —el pueblo se anexionó a la capital en 1951—, que declaró contra su progenitor en el proceso que terminó con el ajusticiamiento.

Santiago Domínguez.
Santiago Domínguez.álbum familiar

Esos recuerdos inundan un cuarto piso de la avenida de Valladolid. Aquí las heridas se reabrieron después de que la Junta de Distrito, en manos del PP, aprobara en abril la nueva denominación del cruce de la calle de la Golondrina con la Carretera de Humera. En solitario y con la oposición del resto de partidos. En julio, la Junta de Gobierno del Ayuntamiento ratificó la decisión. Y, pasados los días, los descendientes del fusilado se dieron de bruces con ella. “Un familiar iba en el bus y oyó que la próxima parada era en la glorieta de Cirilo”, relata el familiar del socialista. De sopetón, el pasado regresó al hogar de los Domínguez.

Pero decidieron no quedarse quietos. Contactaron con el círculo de Podemos. A continuación, con PSOE, IU y UPyD, todos con representación municipal. Los cuatro partidos escucharon a los descendientes de Santiago —así como a los de Cirilo, que llevaban cuatro años pidiendo una calle para él— y acordaron respaldar la propuesta de la familia del edil ajusticiado. Todas estas fuerzas políticas, adelantan, exigirán al distrito retirar la designación. “No puede ser que en 2014 le pongan una placa a un franquista”, añade el biznieto del socialista.

En la junta aseguran que ignoran toda relación de Martín con la dictadura. Aunque sus descendientes la detallaron en dos cartas remitidas al presidente del distrito, Álvaro Ballarín. Este, cuando se aprobó el nuevo nombre y ante la solicitud de la oposición de más información, respondió: “No haré un exordio de él”. A lo que añadió Víctor Pampliega (PP): “Fue el más votado en 1931, con 160 votos, y elegido alcalde en ese periodo. Y ya está”.

Pero no estaba todo. No se mencionó nada de su designación como alcalde en 1939, recién acabada la Guerra Civil, y su permanencia hasta, al menos, 1940. Así consta en varios documentos del Archivo Histórico Nacional, en las actas de los plenos; y así lo confirman sus descendientes, aunque lo matizan. Aseguran que “no era franquista” y que asumió el cargo para “no señalarse”. Al igual que insisten en que declaró contra Domínguez “a instancias del juez, no voluntariamente”.

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Todo eso lo supo la oposición tras rebautizarse la glorieta. La familia del fusilado les envió la documentación que tenía. Como la fotocopia de la declaración del alcalde franquista contra el socialista, que obtuvieron cuando acudieron hace años al archivo militar de Atocha. “Es rojo muy peligroso, muy sagaz y cobarde. Uno de los jefes de todos los delitos cometidos en este pueblo”, reza ese documento, rubricado por Cirilo el 14 de julio de 1939.

A esta acusación se suman las de Falange y la Guardia Civil, que señalaban a Domínguez como “peligrosísimo”. Además, en una lista firmada por Cirilo, aparece como sospechoso del asesinato de Gregorio Martín, 17 años, “falangista”, el hijo fusilado del regidor franquista. “Mi madre me decía que no nos avergonzáramos, que él no mató a nadie. Hace 73 años que lo fusilaron y es la primera vez que puedo defenderlo”, concluye Carlos Domínguez.

El industrial y el vendedor de bicicletas

J. J. G.

Carlos Domínguez recuerda cómo las historias políticas de Cirilo Martín (1889-1959) y de su padre (1904-1941) se cruzan en los años treinta. Ambos concurrieron a las municipales de 1931, que terminaron con la victoria del primero, que fue alcalde durante la República. Este, industrial de profesión, se presentó como independiente, aunque su familia asegura que era simpatizante del Partido Radical de Lerroux. Domínguez, que se presentó por el PSOE y era regente de un taller de bicicletas, quedó noveno en esos comicios.

Y un lustro después arranca la guerra. Según el relato de sus descendientes, el entonces ya exregidor abandonó en noviembre de 1936 el municipio tras el fusilamiento de dos de sus hijos (uno de ellos se salvó). En ese tiempo, el antiguo edil socialista —teniente republicano— asume por primera vez la alcaldía, como consta en documentos en los que Falange y la Guardia Civil describen el “comité rojo” del pueblo. Al terminar la contienda, Cirilo volvió y encabezó el Ayuntamiento. Por su parte, el socialista se entregó al escuchar que Franco indultaría a “quien no tuviera delitos de sangre”.

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Sobre la firma

J. Jiménez Gálvez
Redactor de Tribunales de la sección de Nacional de EL PAÍS, donde trabaja desde 2014 y donde también ha cubierto información sobre Inmigración y Política. Antes ha escrito en medios como Diario de Sevilla, Europa Sur, Diario de Cádiz o ADN.es.

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