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Los vecinos se organizan para revitalizar la calle Pere IV del Poblenou

La antigua carretera de Mataró, antes una vía importante, es una vía gris y venida a menos

Vermut organizado por los vecinos de la calle Pere IV
Vermut organizado por los vecinos de la calle Pere IVJ. BARBOSA

En Poblenou convive el pasado y el futuro; lo viejo y lo nuevo, lo pobre y lo rico. Un barrio de contrastes y transformaciones permanentes, con vecinos que no bajan los brazos cuando saben que hay faena por hacer. Ahora le ha tocado el turno a la calle Pere IV. Decenas de vecinos se reunieron ayer para reivindicar esa antigua avenida. Un vermut fue la excusa para integrar el barrio y brindar por la recuperación de un espacio abandonado desde hace años.

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“Proponemos una revitalización social, cultural y económica. Queremos convertir el espacio Pere IV en un sitio público lleno de vida. Para que pasen cosas es necesario generar cosas. Con acciones como esta, intentamos integrar a la ciudadanía y que todos seamos los motores del cambio”, explica Salvador Clarós, presidente de la Asociación de Vecinos.

Gris, desarmada y venida a menos. Así luce hoy la antigua carretera de Mataró. Las naves industriales abandonadas son las protagonistas de un escenario desértico e inhóspito, pero que pronto cambiará. “Pere IV es un sitio muy potente que ha sido ignorado por todos los planes urbanísticos del barrio. Nunca ha sido contemplado como un elemento de dinamización importante. Por eso ahora nos centramos en ella”, indica Clarós, que quien define a esta calle como un símbolo identitario del barrio.

Según Clarós, el Ayuntamiento de Barcelona está trabajando sobre un proyecto ideado por los vecinos que pretende revertir los tres kilómetros de la calle con un presupuesto que ronda los 30 millones de euros. Se estima que las obras empiecen antes que acabe el actual mandato no municipal.

La idea es convertir la calle en un eje cívico, cargado de vida y vegetación
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La idea es convertir la calle en un eje cívico, cargado de vida y vegetación. Darle un uso peatonal, predominio a las bicicletas y eliminar carriles de circulación marcando una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora. Se ensancharán las aceras con la intención de generar vida social en ellas y se promete aumentar la oferta comercial que, a día de hoy, es prácticamente nula.

“Realizar las obras es una condición ineludible para comenzar el cambio. Pero sólo con las reformas no es suficiente para transformar. Necesitamos inyectar actividad”, alega Clarós. “Nosotros nos proponemos otro modo de construir. No nos basamos en la promoción urbanística ni en el capital financiero. Creemos en la cooperación de los agentes urbanos de la sociedad”.

Desde esa lógica, Clarós revela el interés de realizar proyectos económicos transitorios. “Por ejemplo, hablamos con los propietarios de solares abandonados y, a pesar de que muchas fincas ya tienen un plan asignado a futuro que quizá tarde más de 10 años en concretarse, le proponemos que nos ceda el espacio mientras allí no haya nada, y nosotros montamos alguna actividad específica, como puede ser un huerto, un mercado o un espacio artístico determinado”, comentado. De esa manera, sostiene, se generarán puestos de trabajo, actividad social e interacción entre el barrio y sus emblemáticos símbolos.

La asociación de vecinos tiene actualmente un puñado de ideas que irán desarrollando en el correr de los próximos meses. Estima que a comienzos del año próximo puedan verse materializados interesantes resultados.

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