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POP | ED SHEERAN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El pelirrojo del repertorio resultón

El británico practica un pop ultramelódico en la línea azucarada de James Blunt

Ed Sheeran, durante su concierto en Madrid.
Ed Sheeran, durante su concierto en Madrid.Alberto Martín (EFE )

Lo que está sucediendo con Ed Sheeran es un fenómeno asombroso, entiéndase como afirmación literal más que enfática.

Cerca de 12.000 espectadores, casi todos por debajo de los cuatro lustros, llenaban este martes el Barclaycard Center para seguir a un pelirrojo que se planta en mitad del gigantesco escenario en la más completa soledad, respaldado solo por un par de micrófonos y una pedalera de efectos. Podríamos hallarnos ante el equivalente británico de un cantautor que diera sus primeros pasos en El Búho Real, pero Sheeran es, a sus 23 años, un ídolo de masas que concita más cartulinas de adhesión en la pista del Palacio de los Deportes que en todas las aulas de plástica de la ciudad.

No le neguemos su mérito: lo tiene, y puede que mucho. Otra cosa es que para empatizar con una concepción tan beatífica del amor como la que reflejan Kiss me o U.N.I. se requiera una edad manifiestamente bisoña.

Ed practica un pop ultramelódico y optimista, en la línea azucarada de James Blunt o Jason Mraz, y lo tamiza con algunos ramalazos de rap y ritmos urbanos que parecen más postizos que sinceros. Pero su habilidad para llenar un pabellón sin un solo músico acompañante merece el reconocimiento a su desparpajo y solvencia.

Son ya muchos los trovadores que sobre la marcha graban acordes y ritmos en bucle para acompañarse. No había hasta ahora ninguno, en cambio, con semejante predicamento popular. Y eso que el recurso, hábil y atractivo, se vuelve cansino a medida que avanza la noche: después de la brillante Thinking out loud dio la sensación de que podíamos habernos ahorrado el monótono estiramiento de Give me love o You need me. Pero Sheeran siguió haciendo acopio de suspiro. Quizás porque a su repertorio le pase como a él: no es guapo, pero sí resultón.

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