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TRIBUNALES

Confirman la condena a 7 años a un escolta que maltrató a su mujer

La víctima, juez, sufrió graves agresiones físicas y psíquicas

La Audiencia de Gipuzkoa ha confirmado la condena a siete años y diez meses de cárcel que un juzgado de San Sebastián impuso a un escolta privado por maltratar gravemente a su esposa, una juez a la que conoció en el año 2005 cuando comenzó a realizar labores de protección de la mujer. Según han informado a EFE fuentes judiciales, la resolución de la Audiencia confirma íntegramente el fallo de la primera sentencia, si bien absuelve al hombre de un delito de amenazas, de dos delitos de maltrato y de dos faltas por las que también había sido acusado, además de reducir hasta los 15.000 euros la indemnización económica que le había sido impuesta.

Según la sentencia, cuyo fallo ha sido ahora confirmado, los hechos se remontan a octubre de 2005, cuando el hombre comenzó a escoltar a la juez y ambos iniciaron una relación, tras lo que, en febrero de 2006, comenzaron a convivir para casarse cinco meses más tarde.

El documento precisa que, desde el principio de la relación, que concluyó en 2010, el procesado ejerció "violencia física y psíquica de forma continuada" contra su compañera mediante "insultos, humillaciones, vejaciones, agresiones y amenazas de muerte".

El imputado acusaba "de forma habitual" a su esposa de "haber tenido múltiples relaciones con otros" hombres, "especialmente con miembros de la carrera judicial y fiscal", por lo que "no le permitía ninguna relación social" con magistrados ni con representantes del Ministerio Público, ya que la "vigilaba" para evitar "que tuviera la más mínima vida social independiente".

La sentencia relata un episodio concreto ocurrido en julio de 2007, cuando el matrimonio se trasladó fuera de Gipuzkoa por motivos familiares y se alojó en casa de los padres de la víctima, circunstancia que el hombre aprovechó para registrar la antigua habitación de su esposa donde encontró varias fotografías. Posteriormente, citó a su mujer en la terraza de una cafetería para recriminarle que en esas instantáneas apareciera "con otros hombres", al tiempo que le llamaba "puta" y "golfa".

Antes de entrar en casa de los padres de ella, el escolta le propinó "un tortazo" de tal intensidad que le "hizo girar", tras lo que la chica accedió llorando a la vivienda y manifestó a sus progenitores su intención de separarse, tras lo que se fue a su habitación seguida por su marido, quien cogió una pistola y amenazó con suicidarse "ahí mismo".

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En otra oportunidad, en agosto de 2008, mientras el matrimonio se desplazaba en coche junto a su primera hija, ambos adultos iniciaron una discusión durante la que el hombre insultó y golpeó con el puño en las piernas a la perjudicada, que viajaba en el asiento de atrás, al tiempo que exhibió una pistola y la amenazó con liarse "a tiros" ahí mismo, entre los llantos de la niña.

Aquella misma noche, el matrimonio volvió a pernoctar en casa de los padres de la juez, donde el hombre volvió a encontrar otras antiguas fotos de la chica, a la que encañonó con una pistola, al tiempo que le decía: "te pego dos tiros y te mato", tras lo que la víctima se refugió en el baño.

La sentencia explica asimismo que en agosto de 2008, durante una estancia de la pareja en un hotel fuera de Gipuzkoa, el imputado cogió un cuchillo y advirtió a la mujer de que si salía de la habitación la iba a matar.

El 21 de diciembre, cuando la mujer estaba embarazada de siete meses y medio de su segundo hijo, el hombre le lanzó un puñetazo que "le rozó la tripa, sin alcanzarle plenamente" y, en otra oportunidad, mientras llevaba a la chica en coche a dar a luz a un centro médico le espetó: "puta zorra, tenemos que venir a las ocho de la mañana, no hay otra hora". Al volver a su domicilio tras dar a luz, el hombre persiguió a su mujer por la casa mientras la amenazaba de muerte, hasta que la chica logró salir y meterse en el ascensor.

La sentencia relata asimismo otros episodios en los que el encausado amenazó de muerte al padre de su víctima, llamó hija de puta a su propia hija cuando ésta tenía dos años, escupió a su mujer en la cara en presencia de ambos pequeños y, en otra ocasión, la encerró en el baño, le tapó la boca y la agarró del cuello hasta que los pies de la mujer quedaron suspendidos en el aire.

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