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El fiscal jefe investiga el éxodo de 410 gitanos por una guerra entre clanes

Las familias huyeron “aterrorizadas” y unos 100 niños faltan a clase desde hace semanas

Sinaí Giménez, presidente de Sociedad Gitana.
Sinaí Giménez, presidente de Sociedad Gitana.ANXO IGLESIAS

El fiscal jefe de Galicia ha decidido rastrear las causas por las que el fin de semana del 8 y 9 huyeron de la comunidad 410 vecinos de O Porriño y Tui de etnia gitana, incluido un centenar de niños que ya varios días antes dejaron de ir a sus colegios, según personas próximas al grupo, porque sus familias estaban “aterrorizadas”. Carlos Varela ha abierto diligencias después de que un payo, Francisco Romero Alvite, de profesión vendedor ambulante, saliese en defensa de los compañeros de mercadillo exiliados y presentase una denuncia en la Fiscalía Superior.

Según Romero Alvite, el origen del conflicto que acabó con este éxodo masivo de los llamados gitanos zamoranos (aunque ya van por la tercera generación nacida en Galicia) está en las imposiciones de “una auténtica mafia” de los mercadillos ambulantes cuya cabeza visible, señala, es Sinaí Giménez, hijo del que se proclama “rey de los gitanos” de Galicia, Olegario Giménez Salazar. Varela ha citado para el lunes que viene a Romero, según fuentes de la fiscalía, porque “ha abierto diligencias y quiere que el denunciante le haga una serie de concreciones” acerca de los posibles hechos y personas a las que se refiere en sus escritos.

El comerciante no quiso ayer revelar el contenido del dossier que puso en manos del fiscal. “Por ahora no enseñaré mis armas”, bromea, pero después explica que “son 33 documentos” y que “el día antes de entregarlos” telefoneó a Olegario Giménez, más conocido como Morón, para hacerle una propuesta: “Le dije que no presentaría la denuncia con la condición de que se fuese de Galicia con su familia al completo, porque ellos son los responsables de esta situación que están viviendo otros 410”. Romero entiende su oferta al Morón como la búsqueda de esa “orden de alejamiento” que deberían imponer unas autoridades políticas que “miran para otro lado”. Los políticos son unos “indignos”, protesta, porque estas familias de “gente de bien” que han tenido que dejar sus pisos, “huir con lo puesto, en la miseria” y buscar refugio fuera, “acogidos por parientes que también pasan dificultades económicas”, “son ciudadanos protegidos por las leyes democráticas que tenemos”. “Hay una absoluta dejación de funciones ante esta violación de derechos humanos”, denuncia, “a ver qué hace el delegado del Gobierno, porque la misma documentación que le facilité al fiscal la he puesto ahora a disposición” del responsable de las fuerzas de seguridad en Galicia.

“Yo también tengo miedo, pero la honestidad pesa más que todo eso”, comenta Romero Alvite, “si no me pasa nada, el lunes acudiré a hablar con el fiscal, y a ver si al fin alguien pone freno a lo que está haciendo esta casta, que en otros tiempos se diría calaña”. La ruptura entre el clan de los morones, erigido representante de los gitanos gallegos en base a un poblado árbol genealógico con raíces de más de dos siglos en Galicia, y los llamados zamoranos (pero igualmente gallegos) no es un fenómeno nuevo ni aislado. Se viene repitiendo desde hace años y, por ejemplo, entre noviembre y diciembre de 2010, de Porriño y Tui huyeron en estampida más de 600 miembros de familias de origen castellano. Después de algunos días de negociaciones, y según fuentes próximas a la Guardia Civil tras “obtener plenas garantías sobre sus vidas y haciendas”, pudieron emprender el camino de regreso de manera paulatina, aunque varias de las familias desterradas prefirieron buscarse el pan fuera y no volvieron jamás. Entonces, los propios vendedores ambulantes reconocían que “los problemas de fondo” habían quedado “sin resolver”.

En aquella ocasión, Romero Alvite, que preside la Asociación Galega de Ambulantes e Autónomos, había pedido ayuda al Valedor do Pobo. Ahora, coinciden todas las fuentes consultadas, el enfrentamiento está más enquistado y se promete largo. Detrás están las diferencias en la negociación para resucitar un mercadillo que dejó de celebrarse, el de la raia en Tui, y el pulso que mantiene con el Ayuntamiento la Asociación de Empresarios y Comerciantes Ambulantes, vinculada a la Sociedad Gitana en Galicia que preside Sinaí Giménez. Este colectivo acusó hace unos días a Francisco Romero Alvite de “perjudicar gravemente a 370 familias gitanas” al influir para que se paralizase la creación de otros tantos puestos de venta.

Los exiliados formaban parte de una cooperativa, según Romero, dominada por “el jefe de la casta”. El ambulante cuenta que hace un mes los zamoranos “empezaron a recibir sms de la Seguridad Social avisándoles de que se les había dado de baja” como autónomos al no pagar sus impuestos. “Pero ese dinero se lo estaban abonando en mano a la familia del Morón, que según creían se encargaba con una gestoría de pagar los tributos de todos”. La versión de Sinaí es radicalmente diferente: “Aquí no se extorsiona a nadie. De los más de 300 ambulantes zamoranos que existen en Galicia solo cotizan por sus puestos unos 50, los demás se camuflan entre los legales”. El “príncipe gitano” culpa de crear la división a cuatro pastores evangélicos, que son los realmente expulsados por “traidores” en nombre de una ley gitana no escrita. Ellos y sus familias suman 20 personas. El resto de los que escaparon lo hicieron porque eligieron a estos como representantes en la negociación en Tui y les dieron su palabra de acompañarlos en el exilio si al final eran forzados a marchar.

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