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OBITUARIO

Antoni Badia i Margarit, lingüista, defensor de la gramática catalana

Fallece uno de los ‘padres’ del catalán moderno junto con Pompeu Fabra y Joan Solà

Antoni Badía i Margarit en 2003 cuando recibió el Premio de Honor de las Letras Catalanas.
Antoni Badía i Margarit en 2003 cuando recibió el Premio de Honor de las Letras Catalanas.CONSUELO BAUTISTA

Antoni Badia i Margarit, fallecido ayer a los 94 años, fue uno de los lingüistas catalanes más completos del siglo pasado y puede considerarse uno de los padres de la modernización del catalán, junto con Pompeu Fabra y Joan Solà, fallecido hace cuatro años. Badia se licenció en la Universidad de Barcelona tras la Guerra Civil y su tesis doctoral versó sobre morfología histórica. Fue rector de esa universidad en la difícil etapa de la Transición, de 1978 a 1986, y bajo su mandato se produjo el acceso de la generación de los profesores no numerarios (PNN) a la dirección de la universidad. En su etapa como rector, Badia dejó claro su compromiso con la cultura y la catalanidad, tal como se recordó en un homenaje que le rindió la universidad hace siete años.

Creía que el idioma

En su larga trayectoria dedicó atención a la dialectología —primero del aragonés y luego del catalán—, la onomástica y la geografía lingüística. Fue profesor visitante en varias universidades europeas, y muchas de ellas lo distinguieron como doctor honoris causa. Como docente creó un grupo de investigadores lingüistas y en 1977 ocupó la cátedra de gramática histórica catalana en la UB.

Autor de más de 600 artículos científicos y de medio centenar de libros. Su Gramática histórica catalana salió publicada primero en castellano en 1951 y en catalán 30 años después. Impulsor del Atlas lingüístico del dominio catalán, también publicó la Gramàtica de la llengua catalana en 1994. Fue responsable del área lingüística la Gran Enciclopedia Catalana y miembro de diferentes academias. Badia era académico correspondiente —una distinción a la labor de investigación — de la Real Academia Española. El filólogo presidió el II Congreso de la Lengua Catalana y a lo largo de su vida tuvo varios reconocimientos, como la Medalla de Oro de la Generalitat y el Premio de Honor de las Letras Catalanas en 2003, entre otros.

Durante la

Defensor incansable de la normalización lingüística, en 2003 declaraba a este diario: “La lengua catalana, en todas sus variantes, todavía no se ha terminado de recuperar de los años de dictadura. Hay muchos obstáculos. La normalización está muy parada. Se debe dar un nuevo impulso a esta época de internacionalización y globalización, que provoca dificultades. Pondré un ejemplo: la presencia de becarios Erasmus, que piden a los profesores que reduzcan las clases en catalán. Hay también una gran inmigración de asiáticos, norteafricanos e iberoamericanos que tiene consecuencias para el catalán. Pero siempre digo que soy moderadamente optimista respecto al futuro. Nuestra lengua no desaparecerá porque los que no la hablan no la aprendan, sino que desaparecería si los que la hablan renunciaran”.

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Nicolau Dols, catedrático de la Universidad Balear y miembro del Institut d'Estudis Catalans, subraya de Badia su capacidad de “

mantener la intención y el impulsol. Quienes lo hacen son pocos. Son criticables, como todo el mundo, pero son imprescindibles como nadie. Hay muchas maneras de hacer un país; la de Badía es difícil, al alcance sólo de aquel que sabe cómo corresponder”. Los reconocimientos a la importancia de la figura del filólogo fueron múltiples a lo largo del día de ayer. “En el momento más difícil, se comprometió con Cataluña y la prestigió con su incansable y excelente tarea investigadora y docente”, resumía el presidente de la Generalitat, Artur Mas. Para el presidente, Cataluña debe a Badia “como a tantas otras personas de su generación, que en los momentos más difíciles pusiera su inmenso talento al servicio de la investigación y del cultivo de nuestra cultura, y su compromiso insobornable con el mantenimiento de nuestra identidad”. En una línea muy parecida se expresó el consejero de Cultura, Ferran Mascarell, quien le calificó de “catalán insobornable”.

 

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