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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Meeting Point en la ciudad de los desahucios

Tras seis años de crisis, las instituciones han sido incapaces de resolver el problema de la vivienda. No hay voluntad política

Ada Colau

Ya en 2007 la ciudadanía iba muy por delante de nuestras instituciones y denunciaba la burbuja inmobiliaria que el Estado negaba rotundamente que existiera. Mientras la ministra socialista Carme Chacón inauguraba el salón Barcelona Meeting Point junto al alcalde Jordi Hereu, el conseller ecosocialista Francesc Baltasar y al popular Enric Lacalle, animando compulsivamente a la compra de viviendas como la más prudente de las inversiones, miles de ciudadanos nos manifestábamos señalando que la burbuja era tan colosal que no íbamos a “tener una casa en la puta vida”.

La respuesta oficial a las manifestaciones masivas de VdeVivienda fue que éramos unos alarmistas: haciendo seguidismo de las tesis de la patronal financiera e inmobiliaria, nuestros democráticos representantes nos aleccionaron sobre lo segura que era la inversión en el ladrillo. Y ya ven ustedes cómo ha terminado el cuento: a pesar de que los movimientos ciudadanos fueron los únicos en acertar, hoy siguen gobernando las mismas élites políticas y financieras que nos hundieron en la miseria. Después de Chacón, Hereu, Baltasar y Lacalle, vinieron Corredor, Trias, Mas Colell… y Lacalle otra vez, que no ha dejado de repetir. Igual que Fainé, Nuñez y Navarro, Sanahuja o la familia Botín, los señores de las finanzas y el ladrillo siguen mandando en nuestra ciudad, gobierne quien gobierne.

Una vez que estalla esa burbuja que oficialmente no existía, de nuevo fueron los movimientos ciudadanos quienes nos anticipamos y alertamos del desastre hipotecario. Cuando nadie hablaba de ejecuciones hipotecarias ni de desahucios, y casi nadie sabía qué era la dación en pago, un grupo de activistas por el derecho a la vivienda fundamos la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en Barcelona. Era febrero de 2009. Han pasado casi seis años, y así como las movilizaciones ciudadanas no han parado de acumular logros, las instituciones poco se han movido de sus antiguas y fracasadas tesis. Fracasadas desde el punto de vista de la mayoría social, se entiende, porque para las élites esto sigue siendo un chollo.

Según datos del Consejo General del Poder Judicial, la provincia de Barcelona sigue encabezando las estadísticas con 7.000 ejecuciones hipotecarias iniciadas sólo en el primer semestre de 2014

Quédense con esta imagen: El pasado 3 de noviembre se produjo un lunes negro de desahucios en Nou Barris, el distrito barcelonés más castigado por esta problemática. El distrito tenía una quincena de notificaciones de desahucios, justo el día después de que terminara la 18a edición del Barcelona Meeting Point. En esta edición, como en las anteriores, nuestras instituciones pusieron a la venta nuestra ciudad, en especial a inversores rusos, chinos y de forma destacada a fondos buitre como Goldman Sachs y Blackstone.

Hoy 13 de noviembre de 2014 se realiza en Barcelona un pleno extraordinario sobre desahucios. El Ayuntamiento anunciará nuevas medidas, pero lo que debería ser titular es que, seis años después del estallido de la crisis, seis, las instituciones han sido incapaces de resolver el problema. Se persiste en la misma política de final de cañería. Aumentan ligeramente los presupuestos sociales, las ayudas, la mediación y los pisos destinados a emergencia social, pero es como poner tiritas a una hemorragia.

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Según datos del Consejo General del Poder Judicial, la provincia de Barcelona sigue encabezando las estadísticas con 7.000 ejecuciones hipotecarias iniciadas sólo en el primer semestre de 2014 (69.000 acumuladas desde 2007), y más de 6.000 lanzamientos o desahucios en el mismo primer semestre, la mayoría por impago de alquiler. Que yo recuerde, llevamos al menos 8 años explicando lo obvio: mientras la vivienda sea tratada como mercancía, será imposible dar cumplimiento al mandato constitucional de garantizar el derecho a ella. Pero no es sólo un problema de vivienda, es todo un modelo de ciudad el que está en juego: la mercantilización genera desposesión, corrupción (como la del Palau de la Música), pérdida de identidad, privatización de servicios básicos y del espacio público (guarderías, normativa de terrazas, puerto de lujo financiado presuntamente por el blanqueo de capitales), un modelo turístico intensivo al servicio de grandes lobbies, entre otros.

Una ciudad desigual no solo es una ciudad injusta. Es también una ciudad insegura para todos, no solo para los pobres

Y ojo: No hablamos únicamente de colectivos en riesgo de exclusión social. Una ciudad desigual no solo es una ciudad injusta. Es también una ciudad insegura para todos, no solo para los pobres. Así que nadie se sienta libre de la desigualdad. La emergencia habitacional, igual que la precariedad laboral, ponen en riesgo la cohesión social de la ciudad en su conjunto. Barcelona es una ciudad rica, en el sentido de que es una ciudad con viviendas y en general recursos suficientes para garantizar la existencia digna de sus habitantes. Lo que falta es la voluntad política para abordar el problema de fondo: o se prioriza la función social de la vivienda y el interés general, o se da rienda suelta a la especulación. Dos Barcelonas: la de la PAH, la FAVB y Nou Barris, es decir, la de la gente que vive en ella; o la Barcelona en venta del Barcelona Meeting Point. Elija cada uno la suya, y defiéndala, porque las ciudades, igual que los derechos, se conquistan.

Ada Colau es portavoz de Guanyem Barcelona.

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