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Cerveza y patatas revolconas

El actor vasco, de ‘El secreto de Puente Viejo’, vive a base de flamenco, jazz y tapas

El actor Mario Zorrilla, en la Taberna Sanlúcar.
El actor Mario Zorrilla, en la Taberna Sanlúcar.Álvaro García

1. Taberna Sanlúcar. Conozco al dueño, Andrés, desde hace muchísimos años. Es primo del pintor Antonio Maya, también buen amigo mío y al que, a su vez, conocí gracias al flamenco. Fue él el que me llevó a la inauguración del Sanlúcar, un bar gaditano con decoración y productos andaluces. Un lugar entrañable (San Isidro Labrador, 14).

2. Sala Tarambana. Esta sala de Carabanchel es un referente para los actores de Madrid. Hace poco ha celebrado que cumple 10 años, todo un logro para una sala alternativa. En el aniversario ha recuperado algunas obras, entre las que se encuentra la mía: La mujer del sexo tatuado. (Dolores Armengot, 31).

3. Los Lunares Casting. Un lugar fundamental para todo actor que esté en la ciudad. Es una oficina de casting dirigida por Marian Grande, una mujer que ha dado oportunidades a muchísimos actores, entre los que me encuentro yo. No busca solo nombres conocidos, sino buenos figurantes (San Pedro Mártir, 9).

Vasco, madrileño, andaluz

Mario Zorrilla (Vizcaya, 1965) llegó a Madrid hace más de 30 años y ahora triunfa con la serie El secreto de Puente Viejo. Quiere a esta ciudad como si fuera suya, pero reconoce que aquí se ha enamorado del sur y del flamenco.

4. Cervecería Santa Ana. Este bar habla de mi vida en Madrid. Llegué a la ciudad a finales de los ochenta. No conocía a nadie y me propuse encontrar un lugar en el que al entrar me saludaran. Lo conseguí aquí. Se convirtieron en mi familia, especialmente Fernando, uno de los camareros que continúa trabajando allí (Plaza Santa Ana, 10).

5. El Candela. Un lugar mítico de flamenco. Aquí han estado Enrique Morente y Camarón y yo lo he vivido. La estética de este mundo me ha enseñado mucho. Tanto, que lo aplico sobre el escenario. Este tablao tiene para mí un componente muy emocional (Olmo, 2).

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6. Taberna Los Gatos. Yo, antes de llegar a Madrid, nunca había salido del norte. Fue cuando llegué a la ciudad cuando conocía el sur de España. Me enamoró la expresividad y el acento andaluz y, entre pinchos y cañas, me empapé de esa cultura madrileña de bares. Entrabas, pero nunca sabías cuando saldrías. ¡Hasta llegué a trabajar aquí por un breve periodo! (Jesús, 2).

7. Bar Arco. Aquí también trabajé. Fue justo antes de empezar la serie de El secreto de Puente Viejo. Rubén, el propietario, entendía perfectamente mi situación y era muy flexible cuando tenía que actuar en el teatro o en el cine. Conocí a muchísimas personas entre cervezas y patatas revolconas. Me sentía recogido (Huertas, 9).

8. Paseo de Recoletos. Para mí es el Madrid de verdad. La primera vez que lo paseé, me pareció impresionante. Salí de la estación de tren y de pronto allí estaba Madrid. Me emocioné. Siempre me ha hecho sentir integrado con la ciudad.

9. El Prado. Vine a Madrid con dos objetivos claros: Velázquez y Goya. Estoy convencido de que Goya volvería a pintar el Saturno devorando a un hijo si viviera hoy. Es así como nos está tratando el Gobierno, como el Dios romano a su estirpe (Paseo del Prado s/n).

10. Café Central. Les doy las gracias por permitirnos disfrutar del jazz durante los últimos 30 años. Nadie en la administración se ha preocupado por su futuro, no le han dado valor. Cerrará por falta de acuerdo con los propietarios. Una verdadera pena (Plaza del Ángel, 10).

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